Siete excursiones por Portugal a menos de una hora de España

Valença do Miño, Viana do Castelo, Bragança, Marvao, Elvas, Évora y Monsaraz. Si quieres salir de nuestras fronteras, pero no alejarte mucho, aquí tienes varias sugerencias para escaparte unos días en coche por el país vecino.

por hola.com

VALENÇA DO MIÑO
Distancia desde Vigo: 37 kilómetros (28’) 


Esta ciudad fronteriza que domina la orilla portuguesa del río que le da su apellido está protegida por un baluarte defensivo que encierra un peculiar casco histórico salpicado de callejuelas empedradas, capillas y turísticas tiendas de tejidos. Tui queda a un kilómetro de Valença y está unida a esta por el puente de Eiffel, que cruza el Miño.

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VIANA DO CASTELO
Distancia desde Vigo: 102 kilómetros (1 hora)

Pocas panorámicas resumen tanto del entorno de una ciudad como la de Viana do Castelo desde la colina del monte Santa Luzia: el estuario del río Lima, el puerto pesquero, el puente metálico de Eiffel, las inmensas playas de arena fina que la abren al mar, las verdes colinas pobladas de aldeas blancas, la ciudad vieja, la nueva… Una vez vista en la distancia esta ciudad de Portugal hay que recorrer sin rumbo las calles de esta ciudad elegante y tranquila cuyo rico patrimonio histórico y religioso es toda una lección de arte e historia, comenzando por la plaza de la República, centro de la vida vianense.

BRAGANÇA
Distancia desde Puebla de Sanabria: 36 kilómetros (48’); desde Zamora: 100 kilómetros (1 h y 13’)

Debió de ser reñida la capital de Tras-os-Montes en otro tiempo, a tenor de su muralla fortificada y su castillo en lo alto de la colina. No en vano se sitúa en la punta Nordeste de Portugal. Desde el torre del homenaje, Bragança es una ciudad de una amplitud desbordante y muy muy portuguesa que tiene en su castelo, su Domus Municipalis, su plaça da Sé y sus templos de Santa Maria y Sao Vicente sus referentes monumentales imprescindibles.

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MARVAO
Distancia desde Valencia de Alcántara
: 26 kilómetros (30’); desde Badajoz: 1 h 28’; desde Cáceres: 118 kilómetros (1 hora y 40’)

Desde hace siglos, Marvao lleva como sobrenombre “El nido de las águilas”. No es de extrañar: esta villa de la comarca del Alentejo fue levantada a más de 800 metros de altura sobre una de las cumbres de la sierra de Sao Mamede, a seis kilómetros escasos de la frontera con España. Para llegar a ella hay que trepar por fatigosas curvas, pero una vez arriba el sacrificio habrá merecido la pena. La villa es medieval, blanca, protegida por una gruesa línea de murallas en cuyas esquinas se abren baluartes, matacanes y garitas. Las casas están decoradas con balcones de hierro forjado, chimeneas alentejanas y pintorescas ventanas manuelinas para descubrir con calma.

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EVORA
Distancia desde Badajoz
: 101 kilómetros (1 hora y 10’)

Las más excelsas culturas pasaron por esta ciudad del Alentejo que gracias a ellas se ha ganado a pulso la etiqueta de Patrimonio de la Humanidad. Una ciudad-museo que reúne templos suntuosos, murallas infranqueables, plazas primorosas, iglesias altísimas y palacios de mucho mérito. La ciudad vieja queda arracimada murallas adentro, trenzando una compleja tela de araña cuyo excelso triángulo forman el Templo de Diana, la catedral (Sé) y la praça do Giraldo.

ELVAS Y OTROS PUEBLOS DE FRONTERA
Distancia desde Badajoz: 28 kilómetros (22’)

Elvas, Estremoz, Evoramonte y Vila Viçosa son cuatro pueblos de frontera expuestos durante siglos a cruentas batallas y tratados de paz, de cuyo pasado guardan los tres primeros sólidas murallas y castillos y el último, un remanso de paz y refinamiento en el corazón del Alentejo, ¡los fastos de un palacio real.

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MONSARAZ
Distancia desde Badajoz
: 95 kilómetros (1 hora y 26’)

Desde los caminos que bajan hacia el Alentejo, Monsaraz aparece a lo lejos, encaramadas a un altozano, vigilando el valle del Guadiana, a un paso de la frontera con España y rodeada por murallas oscuras y pizarrosas. Su estampa es inconfundible. A un lado de la ciudadela, la puerta de la Villa; al otro, la torre del homenaje, en el corazón del castillo medieval. Quién diría hoy que al recorrer sus blancas calles, sobre todo la rúa Direita, la principal, o su plaça Velha, bajo una paz infinita que ha sufrido en su historia batallas y demás sinsabores.

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