Cinco excursiones a tiro de piedra de Madrid para tus fines de semana

Pueblos serranos, villas distinguidas donde la burguesía gustaba de veranear, sendas que van de molino a molino o entre colmerares, cuevas subterráneas de formas caprichosas…. De todo hay en estas propuestas que hemos reunido. Patones, San Lorenzo de El Escorial, La Hiruela, la Cueva de los Enebralejos y Aranjuez animan a coger el coche y salir de estampida.

por ESPERANZA MORENO

PATONES
Distancia
: 68 kilómetros
Apenas son una docena de habitantes los que viven en este pequeño pueblo de la Sierra Norte madrileña que, olvidado del mundo durante siglos, ha vuelto a la vida gracias a su bien conservada arquitectura de piedra y al reclamo gastronómico. Aquí a lo que se viene es a subir y bajar por las empinadas cuestas de su caserío, donde las casas de piedra y lajas de pizarra se apiñan para protegerse del frío, a admirar sus construcciones pastoriles, a trepar entre enebros y jaras y plantas aromáticas a sus miradores naturales y, sobre todo, a comer.

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El Rey de Patones (reydepatones.com), donde probar un delicioso cabrito asado en horno de leña, y Las Eras (tel. 918 432 126) se cuentan entre los mejores restaurantes. Y si quieres quedarte a dormir, El Tiempo Perdido (eltiempoperdido.com), es un hotelito con obras de arte, con también un restaurante a la altura.

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SAN LORENZO DE EL ESCORIAL
Distancia: 50 kilómetros
La visita a San Lorenzo debería comenzar en la Silla de Felipe II, en un claro del bosque de la Herrería, donde la panorámica del conjunto presidido por el majestuoso monasterio (monasteriodelescorial.com) edificado a los pies del monte Abantos bien vale una fotografía, y también un descanso. Y es que en este pueblo rivalizan patrimonio arquitectónico y entorno natural privilegiado. El primero tiene como gran testimonio el grandioso monumento herreriano que Felipe II mandó levantar y concibió como monasterio, palacio y panteón real. Pero también, otros edificios señoriales que ennoblecen la ciudad alrededor de la animada plaza de Jacinto Benavente y de la Constitución, o más allá, como la Casita del Príncipe. En el entorno de este distinguido lugar elegido como residencia estival por la burguesía del siglo XIX, un enclave natural de gran belleza paisajística, con bosques, lagunas y berrocales graníticos.

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Cuando entra el hambre, el cocido del Charolés (chcarolesrestaurante.com) tiene fama, y también las recetas castellanas de la Parrilla Príncipe (parrillaprincipe.com).

Un consejo de última hora: no te vayas sin comprar sus bizcotelas de chocolate, el dulce local más típico.

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LA CUEVA DE LOS ENEBRALEJOS
Distancia: 113 kilómetros
Pasillos estrechos, cielos de agujas que gotean sin parar, formas caprichosas e imposibles y el lejano eco de unos hombres que hace 4.000 años enterraban aquí, dentro de tinajas de barro, a sus seres más queridos. Las entrañas de la cueva de los Enebralejos (cuevadelosenebralejos.es) son un paraíso misterioso que merece la pena conocer. La visita a la gruta, de unos 700 metros de longitud, y al parque arqueológico en el que se encuentra es como realizar un auténtico viaje a un pasado muy muy lejano.

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A solo 15 minutos queda el encantador pueblo de Pedraza, una villa de película, donde acabar la jornada sentados a la mesa saboreando un cordero asado en restaurantes como El Yantar de Pedraza (elyantardepedraza.com) o creaciones como las de La Olma (laolma.com). Y también, en el entorno, la iglesia de San Miguel de Sotosalbos, una de las mejores muestras del románico segoviano, y el Chorro de Navafría, por si quieres completar una ruta de fin de semana donde no falta de nada.

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ARANJUEZ
Distancia: 55 kilómetros
A los reyes siempre les gustó pasar la primavera en Aranjuez, acompañados por el rumor del Tajo crecido. Sobre una vega famosa por sus fresas y sus espárragos, el Real Sitio atesora un montón de maravillas naturales y artísticas, pero ninguna que haga sombra al Palacio Real, que data de tiempos de Carlos III. Además de los jardines del Parterre, La Isla o el del Príncipe, un paseo por Aranjuez debe incluir el museo de Falúas, que guarda las elegantes barcas utilizadas por los reyes para solazarse en el río; y la casa del Labrador, palacete de Carlos IV y María Luisa de Parma. A solo 1 kilómetro de la ciudad queda el Mar de Ontígola, un antiguo embalse para recreo de reyes que hoy es refugio de aves acuáticas, con senda ecológica y observatorio en la orilla.

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Dos recomendaciones para comer: Casa José (casajose.es), un culto a las huertas de Aranjuez, frente al mercado de Abastos, y Carême (caremejesusdelcerro.com), donde Jesús del Cerro deleita a sus comensales con elaboraciones naturales, imaginativas y cuidadas con vista al Palacio Real y al Jardín de la Isla.

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LA HIRUELA
Distancia: 104 kilómetros
Sorteando curvas en la Sierra del Rincón madrileña, desde que se abandona la A-6, se llega a este pueblo singular de casas de piedra, adobe y madera que gracias a estar tan apartado es uno de los mejor conservados de la provincia de Madrid. Con las botas puestas se recorre el pueblo en un pispás, pero sobre todo el entorno, con sendas entre bosques, arroyos y dehesas para caminar y caminar lo que uno se proponga por este espacio protegido que la Unesco ha tenido a bien declarar Patrimonio de la Humanidad. Ir de molino en molino, conocer un colmenar tradicional o una carbonera demuestran que aquí impera todavía la vida tradicional.

Después del esfuerzo, la cocina sencilla y casera de Ad Libitum (adlibitum-restaurante.com) o la de Casa Aldaba (casaaldaba.com), será un placer. Para los que busquen más, la villa medieval Buitrago, los frondosos bosques del Hayedo de Montejo o los espectaculares valles de La Puebla ten los alrededores les dará para dar y tomar.