Phi Phi, las islas de postal de Leonardo di Caprio
El actor descubrió este pequeño archipiélago situado al sur de Tailandia cuando rodó en él ‘La playa’. Te desvelamos algunos de los encantos de este decorado irreal que parece sacado de un sueño.
Una hora de travesía desde Krabi o noventa minutos en ferry desde Phuket hay que invertir en llegar a este enclave paradisíaco que flota en el mar de Andamán, allí donde Tailandia se une al Índico. Lo forman seis islas, pero las principales son: Phi Phi Don y Phi Phi Leh, que tienen algo de espejismo: precipicios de centenares de metros de altura que se hunden en el mar, lomas que se cubren de un espeso terciopelo verde y playas acogedoras.
También merece la pena llegar en una excursión de un día hasta Bamboo Island, rodeada por una franja de arena blanca y cuya parte central está cubierta de abundante vegetación, incluyendo árboles de bambú que dieron su nombre a la isla.
Phi Phi Don es la mayor y la única habitada y ya desde la lejanía se intuye su estampa de paraíso onírico: un mar de color turquesa, farallones de piedra caliza formados durante millones de años emergiendo de las aguas hasta cientos de metros y pendientes cubiertas de bosque tropical. Aunque ahora se haya convertido en un importante destino turístico, no tanto eso sí como la cercana Phuket, hubo un tiempo en que estos islotes perdidos solo los habitaban los chao ley, que es como llaman por aquí a esas gentes del mar dedicadas a la pesca y a la búsqueda de perlas que han vivido como nómadas en las islas.
Hay zonas agrestes y despobladas, como Koh Nawk, y otras, como Koh Nai, donde se llega buscando sus playas y corales entre los que bucear, es su cara más turística.
Para contemplar la mejor panorámica de la original disposición de la isla, en forma de H, hay que subir a 186 metros de altura hasta alcanzar el Phi Phi View Point, que permite contemplar con el principal pueblo construido en la barra horizontal, una tira plana de 100 metros de arena atrapada entre las bahías de Dalum, al norte, y Tonsai, al sur. Las dos barras verticales de la H son montañosas y cubiertas de selva, por las que caminar por senderos.
Deshabitada y simulando una especie de fortaleza rocosa de altas murallas que caen a pico, Phi Phi Leh queda cerca. Conocidas son sus cuevas, pobladas de vencejos, de cuyos nidos se obtiene una de las delicias de la gastronomía oriental. Más que a adivinar dónde están, que de eso ya se encargan los locales, en esta pequeña isla hay que disfrutar explorando sus cavidades en una canoa –como la del Vikingo-, dejándose sorprender por la belleza singular de este islote, por sus dos playas -la más conocida y extensa de las cuales es la bahía de Maya, cuyo nombre se debe a una leyenda y conocida por ser la elegida como escenario para el rodaje en 1999 de La playa, que le otorgó una fama desmesurada-, por la bahía de Loh Sama, y todo lo que guarda el que fue y quiere seguir siendo un paraíso virgen.