Cómo vivir las Noches Blancas de San Petersburgo

A lo largo de varias semanas entre la primavera y el verano, la luz del sol no llega a desvanecerse del todo en esta ciudad mandada construir de la nada por el zar Pedro I el Grande. Hasta la primera quincena de julio, su entramado de islas, canales y palacios sobre el delta de la desembocadura del río Neva luce más aristocrático y animado que nunca.

by hola.com

De San Petersburgo encandila su entramado de cuarenta islas sorteadas por canales tan deslumbrantes como el Moika, el Griboédov y el Fontanka, adornados de templos ortodoxos y fachadas barrocas, neoclásicas o renacentistas. Pero encandila más que nunca admirarlo bajo la luz espectral de sus ‘Noches Blancas’. Al quedar tan próxima al Círculo Polar, en la ciudad no llega a hacerse del todo de noche desde finales de mayo hasta mediados de julio y entonces sus terrazas siguen animadas a deshoras, sus teatros se llenan de festivales y sus vecinos se echan a la calle para celebrar el fin de un invierno que parece no tener fin. Es, sin duda posible, el mejor momento para visitar San Petersburgo.

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Una buena manera de comenzar a tomarle el pulso sería en los cruceros que surcan sus canales y el Neva, cuyos puentes se alzan en la madrugada para dejar pasar a los barcos de calado, uno de los acontecimientos que pocos quieren perderse sobre todo durante las Noches Blancas.

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Pero si hay una cita ineludible en San Petersburgo se vaya cuando se vaya, es el Hermitage. Integrado por el Palacio de Invierno de los zares y otros cuatro edificios anexos, se trata de uno de los museos más importantes del planeta. Dicen que incluso dedicándole apenas un minuto a cada una de sus obras llevaría once años verlas todas, por lo que lo más sensato será seleccionar a conciencia cuáles de sus más de 400 salas visitar en las tres o cuatro horas que como máximo habría que consagrárseles para que el atracón de arte no resulte excesivo.

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A la salida, la avenida Nevsky Prospekt, de casi cinco kilómetros, va hilvanando los palacetes más refinados y las boutiques con pedigrí entre otros imprescindibles como los nobilísimos almacenes Gostiny Dvor y Passage, librerías tan impresionantes como Dom Knigi, la catedral de Nuestra Señora de Kazán y otros templos aledaños como San Isaac o las cúpulas de colores de la iglesia de la Sangre Derramada.

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No menos obligado será asistir a un ballet en la bombonera del Mariinsky, más conocido como el Teatro Kirov, sobre cuyas tablas bailaron la Paulova, Nijinsky, Nureyev o Baryshnikov. Y, como contrapunto, montar en el metro. Porque los comunistas lo engalanaron como el ‘palacio del pueblo’ y no todos los días se tiene ocasión de utilizar estaciones revestidas de mármoles y lámparas de araña como las de Avtovo o Ploschad Vosstaniya.

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NO DEJES DE… Además del Hermitage, visitar al menos otro de los grandes museos de la ciudad, como el Museo Ruso; subir a disfrutar de la panorámica que exhibe la cúpula de St. Isaac y recalar en algunos de los palacios de verano de los zares que adornan los alrededores de San Petersburgo, como los de Pavlovsk, Tsarkoye Seló o el versallesco Peterhof.

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GUÍA PRÁCTICA

CÓMO MOVERSE
El metro de San Petersburgo, adornado durante la época comunista como el 'palacio del pueblo', es uno de los más elegantes del mundo y resulta muy práctico para desplazarse por la ciudad, cuyo estricto centro histórico es mejor disfrutarlo caminando.

DÓNDE DORMIR
En grandes clásicos como los aristocráticos cinco estrellas Belmond Grand Hotel Europe (grandhoteleurope.com) y Astoria (roccofortehotels.com), u otros con mucho encanto y ya más asequibles como Casa Leto (casaleto.com) o Pushka Inn (pushka-inn.com), en sendas mansiones decimonónicas de pocas habitaciones.

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DÓNDE COMER
En locales tan señeros de la ciudad como el Cafe Singer (singercafe.ru), en un edificio art nouveau desde cuyos ventanales se avista la catedral de Kazan, o restaurantes como el Literaturnoye Café (Nevsky Prospekt 18), donde cenó Pushkin antes del duelo que le costaría la vida; The Idiot (idiot-spb.com), que se diría el interior de una casa de la época prerrevolucionaria, o el Palkin (palkin.ru), con todo el esplendor de los días de los zares. Para una experiencia por todo lo alto, los excesos de vodka y caviar del Caviar Bar del Belmond Grand Hotel Europe.

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