Sorbos de 'art nouveau y vermut' en la ciudad de Gaudí
En la capital del Baix Camp hay tres verdades supremas que convierten cualquier escapada en una experiencia deliciosa para el alma y el cuerpo: los primeros destellos de la genialidad de Gaudí, su hijo más ilustre; el elenco de sublimes edificios modernistas y, por supuesto, el sacrosanto ritual del vermut. ¿Alguien da más?
El escenario de un Big Bang económico, estético y cultural. Eso fue en lo que se convirtió la ciudad de Reus entre finales del siglo XIX y los inicios del XX. La exportación de aguardiente y de productos textiles coronó a esta ciudad de la Costa Daurada en un competidor de primer orden para París y Londres. La prosperidad y la fortuna inundaron la ciudad a la espera de que un soplo fresco la vistiera con una nueva piel. Entonces arribó el art nouveau para alumbrar una supernova de edificios en cuyas fachadas e interiores latía la elegante vitalidad del Modernismo, un lenguaje estético escrito con el alfabeto de la Naturaleza.
De esa época dorada son testigos las 24 casas modernistas que, caprichos de arquitectos ilustres como Lluís Domènech i Montaner, hoy vertebran una ruta modernista única en el país. La Plaça Prim es el mejor punto de partida, no solo porque a un paso se encuentran la Casa Rull y la Casa Gasull, sino también porque aquí nace el principal eje comercial de Reus, ése que asegura un shopping con carácter e historia a la par que se contemplan maravillas art nouveau. Un ejemplo: las calles Llovera y Monterols acogen la Casa Querol y la Casa Carpa, así como joyerías y tiendas centenarias como Jofré o la sastrería Casa Pujol.
Otro enclave ineludible en este paseo modernista salpimentado de compras es la plaça del Mercadal. Aquí se encuentra la Casa Navàs, apodada la guapa del Mercadal, una joya única del modernismo a nivel europeo proyectada por Domènech i Montaner cuyo mobiliario original se conserva intacto. Aunque para coordenada capaz de engarzar Reus y el Modernismo con un apellido universal ésta: el Gaudí Centre (gaudicentre.cat), el homenaje de la ciudad natal de Gaudí a su hijo más ilustre. Este vanguardista centro de interpretación -sus innovadoras técnicas expositivas con la consigna tocar, ver y oír ayudan a grandes y pequeños a bucear en el genio gaudiniano- es el único dedicado a la vida y a la obra del arquitecto.
Si la visita te despierta el apetito, no dejes de saborear la propuesta culinaria de Capsa Gaudí, el espacio gastronómico situado en el centro… Aunque también puedes iniciarte en uno de los rituales más sabrosos de Reus de la mano de uno de sus productos autóctonos más célebres (con permiso de las avellanas o el menjar blanc -dulce típico, siendo el de la confitería Padreny el más afamado): el vermut.
Vermutear en Reus, deliciosa ceremonia de mediodía, justifica, en sí mismo, una escapada a la ciudad. Y es que los autóctonos han convertido esta bebida de culto en una invitación para todo bon vivants en torno a unas olivas rellenas, unas navajas, unas anchoas… Para disfrutar en su máxima expresión de este aperitivo, dos enclaves ineludibles: un clásico, la vermutería La Ferretería de Reus (laferreteriadereus.com), y el novedoso Museo del Vermut (museudelvermut.com), único en el mundo. La visita –gratuita- a este último, situado en un edificio modernista de la calle Vallroquetes, permite descubrir sus 5.000 artículos de todo el mundo relacionados con este brebaje y, claro está, acabar la visita en su restaurante con una cata de los célebres vermuts reusenses: Miró, Yzaguirre e Iris.
Como broche de oro a la ruta modernista, ninguna coordenada más fascinante que el Institut Pere Mata, obra modernista de Domènech i Montaner. Situada a las afueras de la ciudad, de los 19 pabellones originales de este centro psiquiátrico, la visita al Pabellón de los Distinguidos es un regalo para los sentidos. Sus delicadas vidrieras, la belleza de su mobiliario y el preciosismo de sus mosaicos… es una ensoñación difícil de describir. Quién sabe, de haber podido visitar este lugar y esta Reus Art Nouveau en vez de Florencia quizás Stendhal habría trocado de lugar sus célebres palpitaciones.
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