Nueve perlas de Suiza para callejear, comprar y empaparse de arte (y vida)
La más grande, la capital, la metrópolis cultural, la más animada o la ciudad de la paz. Basilea, Zurich, Berna, Lucerna, Winterthur, San Galo, Ginebra, Lausana y Lugano van saliendo al paso conduciendo por los más bellos paisajes suizos. Nueve ciudades en las que detenerse para después, tranquilamente, descubrir a pie.
BASILEA
Más allá de Spalenberg, su encantador casco antiguo, de sus más de 40 museos -que por algo es la metrópoli cultural de Suiza- o de sus numerosos restaurantes de primera, el Rin es todo un símbolo de Basilea. Corriente vital y zona recreativa por excelencia es aquí donde mejor se aprecian las ganas de disfrutar de sus habitantes, ya sea paseando por sus orillas, cruzando en ferry de un lado a otro, asomándose a los puentes que lo cruzan -como el Mittlere Brücke (en la imagen)- o bañándose en sus aguas después de visitar una de sus casas de baños de estilo modernista / Foto: Gian Marco Castelberg y Maurice.
GINEBRA
Ginebra es una ciudad de lo más internacional, como sede europea de la ONU y de una treintena de organizaciones no gubernamentales. Pero la ciudad de la paz es también una seductora ciudad que tiene en su encantador casco antiguo, en los pasesos por el lago, en sus hoteles de lujo, en su industria relojera, en el Jet d’eau, la fuente más alta de Europa, sus símbolos de identidad.
BERNA
En la capital de Suiza todo va a otro ritmo, sin duda, más relajado. Caminando tranquilamente por sus callejuelas empedradas mientras se admiran sus decoradas fachadas, comprando bajo sus soportales medievales o paseaando por las orillas del río Aare es como mejor se disfruta de una ciudad cuyo casco antiguo medieval la Unesco ha tenido a bien declarar Patrimonio de la Humanidad / Foto: Gian Marco Castelberg-Maurice Haas.
LUCERNA
Un paseo junto al lago de los Cuatro Cantones, en cuya orilla toma asiento la ciudad, un casco antiguo del siglo XIV, un histórico puente techado y de madera, magníficas iglesias barrocas, fachadas inundadas de frescos, plazas pintorescas, un futurista centro cultural obra de Jean Nouvel y, como telón de fondo, las cumbres nevadas de la Suiza central dibujan el perfil de esta ciudad irremediablemente unida al agua.
LAUSANA
Tanto le gustaba Lausana a la gran Coco Chanel que aquí pasó varios periodos de su vida. Y aunque murió en París, sus restos yacen en uno de los cementerios más bellos de la ciudad suiza. Rodeada de viñedos, Lausanne es la capital de la región del Lago Lemán, pero además una animadísima ciudad universitaria que alardea de su catedral gótica, de su Museo Olímpico y del pintoresco barrio de Ouchy, junto al puerto.
SAN GALO
Un monje irlandés da nombre a esta ciudad suiza, es el que a comienzos del siglo VII fundó en ella una ermita, la misma que después se transformó en una de las abadías benedictinas más grandes de Europa y que ahora forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco, junto a la catedral y el salón de estilo rococó. Pero San Galo también cautiva por su ambiente universitario, por su tradición textil, su casco antiguo y sus bonitos cafés y boutiques.
WINTERTHUR
Lleva el título oficioso de 'Ciudad de los museos’ (hasta 17 cuenta, además del centro de fotografía más importante de Europa) y eso dice (y mucho) de porqué Winterthur se consolida como centro de los amantes del arte. Su programa cultural, su animado casco antiguo, que gira en torno a la comercial Marktgasse y donde despuntan las torres de la Stadtkirche, y sus grandes parques y jardines son otros de sus atractivos.
ZURICH
A orillas del agua y con vistas a los Alpes, la ciudad más grande de Suiza es también una metrópolis fascinante donde cabe de todo. Tiene más de 50 museos y un centenar de galerías de arte, barrios con una animada vida nocturna, un ambiente multicultural, una famosa y elegantísima calle comercial, zonas de baño en el lago, oasis verdes… Una de esos lugares, que siempre está en las listas de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo.
LUGANO
Desde el monte Brè o desde San Salvatore, su particular ‘pan de azúcar’, a los que se puede subir en funicular, se admira la mejor vista de esta ciudad a orillas del lago. Tomarse tiempo para un café en el Gabbani, visitar tranquilamente sus museos, recorrer su casco antiguo entrelazado o hacer compras en la elegante Via Nassa son algunos de los placeres que demuestran que aquí la vida hay que disfrutarla.