¿Qué hace Alejandro Sanz en el monasterio de Oseira?
Impresionante. Con una sola palabra ha definido el cantante el que llaman El Escorial gallego, el mismo en el que ha grabado su último videoclip.
Solo los monjes de Oseira sabían con certeza que era Alejandro Sanz quien había elegido este cenobio, situado a 34 kilómetros de Ourense, para grabar el videoclip de Un Zombie a la Intemperie, el título del primero single de su próximo trabajo. Pero, claro, ellos supieron guardar bien el secreto. Y eso que durante los tres días que duró el rodaje el despliegue de técnicos fue espectacular. Pese a todo, la vida monástica de los monjes que lo habitan no sufrió ninguna alteración, ellos se recluyeron en el antiguo dormitorio de los ancianos, una estancia del siglo XVII en la que residen habitualmente y permanecieron al margen. Tan solo el hermano Alfonso coincidió con el artista. "Le saludé y fue muy atento conmigo. Me dijo que el monasterio le había parecido “impresionante” y además recuerda que "se quejó de que hacía mucho frío y yo le contesté que no era nada en comparación con los días que había nevado. El último día se despidió y me dio las gracias".
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Doce kilómetros separan este aislado monasterio enclavado en la sierra de Martiña de Cea, el pueblo de cuyos hornos sale el mejor pan de Galicia. Desde él hay que conducir por un camino dificultoso que aporta cierto misterio al lugar hasta plantarse en la misma puerta del que muchos llaman El Escorial gallego. Y tanto es así que el que fuera fundado por los benedictinos en 1137 y pronto convertido al Císter llegó a tener vastas posesiones –la villa y el puerto de Marín, por ejemplo, estuvieron bajo su dominio- y hasta contó con la protección de los reyes gallegos y leoneses.
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Hoy al monasterio se puede venir a dos cosas: a recorrer un conjunto artístico de gran magnitud que fue sometido a un inacabable proceso de restauración desde 1930 hasta los noventa, un trabajo reconocido con el premio Europa Nostra, galardón que recibió entonces de manos de la Reina Sofía; o a vivir la vida monástica junto a los monjes que lo habitan, partipando de su vida de oración y retiro.
De época medieval es la iglesia, la gran joya de Oseira, y junto a la capilla de los Forasteros las únicas construcciones que mantienen la estructura original románica de transición. Pero sobresalientes son también sus tres claustros: los barrocos de los Caballeros y de los Medallones y el renacentista de los Pináculos, el mismo estilo de la sacristía y de la Escalera de los Obispos.
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En el antiguo refectorio del cenobio, también conocido como la sala de las Palmeras por su monumental bóveda nervada, se ha instalado el museo Lapidarium, en el que se pueden ver diferentes objetos de piedra recuperados en las excavaciones. Y es que en la historia de Oseira hay varios episodios tristes, como el gran incendio sufrido a mediados del siglo XVI que redujo a cenizas buena parte de sus edificios y el saqueo al que fue sometido durante la Desamortización, lo que llevó a la expulsión de los monjes durante cerca de un siglo, hasta su regreso en 1929.
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Pasados aquellos tiempos, Oseira vive hoy un momento más glorioso, habitado por un puñado de monjes que atienden la huerta, la portería, la biblioteca, el scriptorium, las colmenas, el obrador de pastas y hasta la licorería, en la que elaboran un afamado licor de gusto inimitable que llaman Eucaliptine. Ya se sabe que para estas cosas los monjes siempre han tenido buena mano.