Azores, un bucólico archipiélago para amantes de la Naturaleza virgen
Esculpidas por la Naturaleza sobre el azul del Atlántico, las nueve islitas que lo forman son perfectas para los que buscan destinos sin trillar. Espectaculares paisajes volcánicos, playas de lava, aguas termales, avistamiento de ballenas…, resumimos en esta galería de imágenes algunos de sus encantos.
A caballo entre Europa y América, las nueve islitas que integran las Azores fueron emergiendo sobre el Atlántico en sucesivas erupciones a lo largo de los siglos. La última, que tuvo lugar en Faial en los años cincuenta, duró más de un año y transformó dramáticamente su paisaje. No es la única lección de vulcanología que aguarda en este archipiélago ajeno al turismo de masas en el que emprender a bici o a pie mil y una ruta presididas por conos, cráteres o las fotogénicas lagunas que encierran sus calderas. De la isla de São Miguel a Terceira pasando por Pico hacemos un viaje virtual por su naturaleza virgen. Fotos: Turismo de Azores.
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Sobre este impresionante cráter de casi siete kilómetros de diámetro y 300 metros de profundidad se encuentran espectaculares miradores hacia el interior de la caldera, donde hay dos lagunas, y la recortada costa de la isla de Corvo.
De día y de noche, en fondos arenosos, rocosos o mixtos, en cuevas o pecios… La variedad de las Azores para los submarinistas es casi interminable.
En lo alto de la sierra do Topo empieza el sendero que lleva hacia la caldeira de Santo Cristo, y que, tras una refrescante cascada, concluye en esta faja, una de las más bellas de la isla de San Jorge.
Situado en el centro de la isla de São Miguel, este inmenso lago azul de unos dos kilómetros de largo por uno de ancho se sitúa sobre un cráter extiento, cuya caldera se formó durante una erupción en 1563. Rodeado de altas montañas y una exuberante vegetación endémica, está declarado reserva natural.
Los dos km de longitud de la Lagoa de Furnas son un paradisíaco refugio de aguas calmas y cristalinas donde se refleja el perfil gótico de la capilla de Nossa Senhora das Victórias.
Es el epicentro marinero de las Azores y el anfiteatro que forman las bahías de Horta y Portomo Pim, rodeadas de casas y campanarios, tiene miradores excepcionales en la colina de monte da Guia y en ponta da Espalamaca.
Panorámica de la villa de Lajes do Pico, que durante año fue centro de actividades balleneras. Situada en la isla do Pico -que acoge la montaña más alta de Portugal, con 2.450 metros-, en ella se puede visitar el Museo de los Balleneros y la Fábrica de la Ballena.
Vista de Mosteiros, en la isla de São Miguel, un pequeño pueblo de pescadores conocido, sobre todo, por sus enormes farallones de roca situados muy cerca de la costa. Tiene un puerto pesquero así como una playa de arena volcánica donde desaguan dos riachuelos.
Puerto deportivo de Ponta Delgada, capital de la isla de São Miguel, una referencia para los amantes de los deportes náuticos y la pesca.
Vista del mirador de Santa Iria, que brinda una amplia perspectiva sobre la costa norte de la isla de São Miguel.
Desde el mirador del mismo nombre, en la isla de São Miguel, se observa el enorme cráter del volcán que acoge este lago azul turquesa, en medio de un entorno montañoso de acantilados verdes.
El lago de Sete Cidades, en la isla de São Miguel, es una de las 7 Maravillas Naturales de Portugal. Situado en el cráter de un antiguo y enorme volcán, se compone de dos pequeños lagos conectados entre sí: Lagoa Azul y Lagoa Verde, llamados así porque cada uno refleja la luz del sol en diferentes colores.
Vista nocturna de Vila do Corvo, el único asentamiento de la isla do Corvo, la menor de las Azores, con calles estrechas pavimentadas con adoquines negros y flanqueadas por casas pintadas de blanco y algunas con paredes de roca basáltica oscura.
Líneas de pequeños conos volcánicos y extensiones de tierra verde y ondulada que terminan abruptamente en el azul del mar: es éste el tipo de vista de la mayoría de los miradores de São Miguel. Desde donde a veces se ven islotes junto a la costa, como en el caso del islote de Vila Franca do Campo, que posee en su interior una caldera inundada de forma casi perfectamente circular y está declarado reserva natural. Durante la temporada estival hay conexiones entre el puerto de la isla y el islote.
Para los amantes de las caminatas tranquilas o los que buscan descargar adrenalina, las Azores ofrecen una variedad de senderos con diferentes niveles de dificultad y fácilmente señalizados para el excursionista.
La observación de cetáceos es una actividad que se puede practicar en todo el archipiélago. Para quien quiera contactar con estos encantadores mamíferos, hay varios puntos de partida, desde Vila Franca y en Ponta Delgada, en la isla de São Miguel; a Angra do Heroísmo o Praia da Vitória, en la de Terceira; o la ciudad de Horta, en Faial, uno de los principales y más dinámicos centros de observación y estudio de cetáceos de Azores. Entre los ejemplares que es posible ver, la ballena azul, el animal más grande de la tierra, con cerca de 30 metros y un peso de hasta 150 toneladas.