La Rioja Alavesa es un singular territorio situado entre el curso del río Ebro y la Sierra de Cantabria que funda su identidad sobre dos realidades: una milenaria historia y un vino de altísima calidad y prestigio internacional. Interesantes restos prehistóricos, nobles villas amuralladas, interminables viñedos y paisajes únicos salpican esta lengua de tierra que durante siglos fue frontera entre Castilla y Navarra.
Muchos son los caminos que concluyen en ella, pero uno de los más habituales es el que parte de Labastida y serpentea entre La Rioja y Álava con la A-124 como hilo conductor. San Vicente de la Sonsierra, Samaniego o Elciego son algunas de las paradas imprescindibles en la ruta antes de llegar a Laguardia.
Tierra de vides Labastida es una población repleta de casonas señoriales que desembocan en una plaza fortificada. A las afueras de la localidad hay que detenerse en una de las bodegas más ejemplares de la zona, Nuestra Señora de Remelluri, que se asienta sobre las ruinas de un templo franciscano e incluye la ermita de Santiago, una necrópolis medieval y un museo del vino.
Pocos kilómetros más adelante, la villa de Amaniego asoma entre las vides al amparo de la sierra, y sus casas se agrupan en torno a la iglesia parroquial de la Asunción, que en sus orígenes fue fortaleza.
El encanto de Laguardia
La Plaza Mayor de Elciego y los palacios barrocos que se reparten por la localidad son un espléndida antesala, antes de llegar al punto más importante de la ruta: Laguardia. Entrar en el recinto amurallado de la ciudad medieval es retroceder en el tiempo unos cuantos siglos. Aupada sobre un altozano y con una estampa de aires toscanos, es la capital vitivinícola por excelencia de la Rioja Alavesa. Sus estrechas calles plagadas de casas nobles y rincones con solera conducen al viajero hasta su más preciada joya arquitectónica: la espectacular portada de la iglesia de Santa María de los Reyes.
Más allá de monumentos, en los alrededores de la villa, el poblado protohistórico de La Hoya ofrece uno de los testimonios más valiosos de la huella dejada por los pobladores del Neolítico. Los restos descubiertos y las piezas que guarda el museo anexo son reflejo del atractivo que ha tenido la comarca desde la más remota antigüedad.
Bodegas de autor
Son, sin embargo, las bodegas que horadan el subsuelo las que han convertido a Laguardia y, por extensión, a toda la Rioja Alavesa, en su gran reclamo turístico. Y más aún, tras la apuesta que algunas de ellas han hecho por arriesgadas soluciones arquitectónicas firmadas por prestigiosos arquitectos. Muy cerca de Laguardia, se levanta la pionera, el fascinante edificio que Santiago Calatrava ha construido para las Bodegas Ysios. La luz oblicua y las sombras de las nubes juegan sobre la ondulada cubierta de aluminio que resulta sorprendente, innovadora y extrañamente integrada en el mar de viñedos que componen este magnífico paisaje.
En proyecto está la que Frank Gehry está construyendo para los Herederos de Marqués de Riscal en Elciego, un dispar amontonamiento de curvas, volúmenes y voladizos de titanio que servirá para albergar un restaurante, un museo, una biblioteca y un alojamiento de lujo al lado de sus bodegas.