El mundo de la realeza está construido a través de tradiciones y protocolos, de hecho, hay una serie de reglas no escritas que van formando el comportamiento de sus miembros y cómo se presentan ante el público. Aquellas normas eran aún más imponentes en el caso de la Reina Isabel, quien de vez en cuanto se encontraba con alguien que se dejaba llevar por sus emociones, como aquella vez que Michelle Obama abrazó a la monarca, en una escena que dio la vuelta al mundo. En el caso de las nuevas generaciones, el Príncipe William y la Princesa de Gales, Kate Middleton, son mucho más relajados, pero buscan seguir algunos de los pilares del comportamiento que se espera de ellos en público. Si se dejan tomar selfies y bromear con la gente -algo que hasta hace unos años no estaba permitido-, hay cosas que siguen siendo limitadas para ellos, por ejemplo, el episodio que se vivió hace unos meses, cuando Kate recordó a un grupo de niños que no puede firmar un papel con su nombre, pero en su lugar dibujó una flor para ellos. Algunas de estas normas vienen ampliamente ligadas a protocolos de seguridad -como ésta, buscando que no se pueda falsificar su firma-, y en otros casos, por mantener la línea profesional que deben mostrar frente a las cámaras. Es por esto que llamó tanto la atención lo que sucedió durante la visita de la Princesa a la Disability Rugby League en el Allam Sports Centre, en su papel de patrona de este deporte. Durante el encuentro, la Princesa participó en todo tipo de actividades, con un partido en silla de ruedas incluido, pero fue cuando estaba desprevenida platicando con uno de los jugadores de la selección de chicos con Síndrome de Down, que uno de los otros muchachos decidió hacer cosquillas a una sorprendida Kate, ¿cómo reaccionó ella?
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La reacción de Kate Middleton ante unas inesperadas cosquillas
El video que se ha vuelto viral en la web muestra a la Princesa platicando con uno de los chicos cuando por detrás llega uno más para brevemente hacerle cosquillas por la espalda. El rostro de Kate es de completa sorpresa al voltear, pues no está acostumbrada a que en un evento público alguien la toque de esta manera, pero al darse cuenta de que es una broma, inmediatamente saluda al jugador, quien abochornado se ríe de su broma con la cara agachada ante la simpática reacción de la esposa del Príncipe William.
Ha de decirse que ésta no es la primera vez en la que Kate tiene una reacción natural a algún momento como éste. Hace algunos meses, mientras saludaba al público reunido para verla, un bebé decidió apoderarse de su bolso y simplemente no dejarlo ir. Entre risas, la Princesa le pidió a la avergonzada madre que ni se preocupara por eso, como mamá de tres ella parece entender a la perfección este tipo de situaciones y dejó que el bebé jugara con su bolso todo lo que quisiera.
La escena se ha repetido en diferentes entornos y situaciones, y aunque es bien sabido que los más pequeños son los que arrancan las reacciones más simpáticas de Kate, pareciera que a pesar del estricto protocolo, ella está siempre en el mejor de los ánimos para convivir con las personas con las que se encuentra en sus eventos públicos.
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El Príncipe William también tiene lo suyo
Si su esposa es una experta en sus apariciones públicas, el Príncipe de Gales, que literalmente nació en la realeza, tiene también un dominio de estas ocasiones. Aunque por naturaleza, al haber crecido en el más estricto de los protocolos, William podría parecer serio, de vez en cuando da vistazos que dejan clara una picardía que empata con la de su mujer. Durante su visita a Cardiff hace apenas unos días, el Príncipe se dejó querer por la gente reunida, recibiendo abrazos y cariños, pero en un gesto completamente ajeno a él, cuando todos se pusieron para posar en una foto, ante la efusividad de las señoras que se encontraban ahí, dijo simpático: “¿Quién está pellizcando mi trasero?”. La frase ruborizó a todas las carismáticas mujeres, pero también arrancó carcajadas, regalando una postal irrepetible. Las veteranas de Windrush se dieron vuelo abrazando al nieto de Isabel II, quien más simpático que nunca, les advirtió: “¡Pongo el límite en los besos!”.