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Han pasado apenas ocho meses desde el lamentable fallecimiento de la Reina Isabel, pero su recuerdo se mantiene constante, así como su labor. La Familia Real británica ha cerrado filas en apoyo a Carlos III para dar continuidad a la Corona, y tal como apoyaron en su momento a la matriarca de los Windsor, la mítica Isabel II, ahora honran su legado en un nuevo reinado. La coronación marcaba un antes y después en la historia, y mientras de a poco comienzan a hacer la transición de una imagen a otra en asuntos tan mundanos como las monedas, los uniformes de los guardias reales y hasta el himno nacional, la memoria de la que fuera la monarca reinante más longeva de Reino Unido se mantiene vigente. A pesar de su partida, todavía se siguen descubriendo cosas de la monarca, y como suele suceder en estos casos, algunos documentos oficiales que se encontraban clasificados como confidenciales durante su vida, se han ido abriendo al interés público. Eso es precisamente lo que ha sucedido con un reporte del FBI que se documentó en 1983 durante una visita oficial que realizó a Estados Unidos. En un momento en el que las amenazas contra la seguridad de los royals se encuentran en el ojo del huracán, la agencia de investigación descubrió un plan de atentado en contra de la Reina y en estos documentos se encuentra la información de lo que sucedió en torno a este caso que no pasó a mayores.
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¿Qué dicen los documentos?
Fue durante el período de Reagan, cuando alrededor de 1983, el entonces presidente invitó a la Reina y al Príncipe Felipe a California, para que conocieran su estado natal. Ha de recordarse que antes de ser mandatario de Estados Unidos, Ronald consiguió éxito como actor de Hollywood. Todo parecía ir según lo planeado, hasta que alrededor de un mes antes de la visita, un agente encubierto que frecuentaba un pub irlandés en San Francisco alertó a las autoridades, un hombre planeaba atacar a la Reina en supuesta venganza por la muerte de su hija, que según los documentos ‘había muerto en Irlanda del Norte por un disparo de bala de goma’.
En los documentos que datan de hace cuarenta años se lee: “Él iba a atentar lastimar a la Reina Isabel y lo iba a hacer ya sea, dejando caer un objeto desde el puente Golden Gate hacia el Yate Real Britannia, cuando navegue debajo de él, o intentaría matar a la Reina Isabel cuando visitara el Yosemite National Park”. Ante esta amenaza, se sabe que la primera medida de acción fue ‘cerrar los pasos peatonales del puente Golden Gate cuando se acercara el yate’. Históricamente, se sabe que el recorrido transcurrió sin ningún tipo de contratiempo, de hecho, el New York Times cuenta con una versión digitalizada del artículo que se publicó el 27 de febrero de 1983 cuando la pareja real comenzó su viaje por las costas californianas.
En los documentos, no queda claro qué medidas se tomaron en el parque nacional, que representaba una segunda amenaza, pero tampoco se apunta a ningún arresto relacionado con lo reportado, por lo que aparentemente, cualquier tipo de ataque fue prevenido exitosamente.
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¿Por qué se tomó esta amenaza tan en serio?
De acuerdo con los documentos, el agente del Departamento de Policía de San Francisco que dio aviso, fue notificado por otro policía que frecuentaba el Dovre Club, un pub conocido por ser visitado por simpatizantes de la llamada Provisional Irish Republican Army”. Al investigar al hombre que contaba estos planes, se descubrió que se trataba de alguien que ‘había sido entrevistado en casos de PIRA y que había cooperado generalmente, aunque no era un secreto que tenía simpatías por la IRA’. Ha de recordarse que en aquel momento las tensiones con el grupo armado eran reales, y que apenas unos años, en 1979, el tío del Duque de Edimburgo, el Lord Mountbatten fue asesinado en un bombardeo de la IRA.
El documento con respecto a este tema, está conformado por 102 páginas y fue subido al sitio de información del FBI a inicios de esta semana, después de que medios estadounidenses recurrieran al Freedom of Information Act, para solicitarlo. A lo largo del documento se puede encontrar que en la mayoría de las visitas de la Reina en esa época había una fuerte alerta por posibles amenazas en contra de su persona. Con el paso de los años, las advertencias pasan de posibles atentados a simples manifestaciones a las que tenían que estar alerta.