Las miradas del mundo se posaron sobre Londres este 6 de mayo para atestiguar la histórica coronación de Carlos III. Después de casi 70 años de que se viviera la última ceremonia de este tipo, el pueblo británico volvió a tomar las calles para estar en primera fila en este instante que pasaría a los libros de historia. Si Carlos III y Camilla protagonizaban el evento, los Príncipes de Gales, con sus tres hijos a cuestas, eran los invitados de mayor relevancia. A sabiendas de que en unos años serán ellos los que tengan su propia ceremonia de este tipo, nada se dejó al azar y como suele suceder en cada una de sus apariciones, la Princesa de Gales fue el centro de los reflectores. Durante semanas se hablaba de la posibilidad e imposibilidad de que luciera una tiara, algo que fue hábilmente solucionado con un tocado. Las joyas de la Princesa Diana y la Reina Isabel también hicieron una aparición, mientras que el vestido corrió a cargo de Alexander McQueen como suele pasar con este tipo de eventos. Pero, cuando parecía que teníamos todo más que claro y entendido, han llegado los retratos oficiales con un nuevo misterio.
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¿Qué se ha visto en ellos?
A su llegada a la Westminster Abbey se vio a Kate llevando un elegantísimo vestido en blanco con bordados en plata representando con flores a las cuatro naciones que representan al Reino Unido, pero, lo que es una realidad es que por encima del diseño llevaba el manto de la Orden de la Real Orden Victoriana, que se distingue por sus colores, en azul royal, con motivos escarlata y forro de seda blanca, luciendo todos los colores de la bandera británica, y destacando la estrella de dama de la Gran Cruz de la Real Orden Victoriana en hilo de oro.
Por debajo del manto se alcanzaba a ver que el escote del vestido era alto, probablemente ojal y que los bordados iban hasta el cuello, mostrando un diseño muy reservado y sobrio, correcto para la ocasión.
Con esa fue la imagen que todos nos quedamos del vestido que Kate llevó el día de la coronación, pero después de que el lunes se dieran a conocer los retratos oficiales del día, cuando por fin se vio a la Princesa de Gales sin el manto, llegó la duda. Y es que en estas imágenes se ve que lleva un vestido con el cuello casi en V, en el que los bordados van siguiendo la forma dejando completamente al descubierto una mayor porción del escote. De hecho, la silueta es casi idéntica al vestido al que Kate lució en el encuentro con los cuerpos diplomáticos en diciembre del 2019, en el Palacio de Buckingham. En aquel entonces, la creación de Alexander McQueen se encontraba hecha completamente en terciopelo negro y le permitía presumir uno de los collares de la Reina Isabel.
La gran incógnita es si existieron dos vestidos casi idénticos para este día, o si para mantener la formalidad del evento, el diseño que llevaba Kate era modificable.
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El collar
Otra de las interrogantes era el collar que se sabía que Kate había elegido para ese evento, pero que en las primeras imágenes no se le podía encontrar. Se trataba del collar que George VI mandó a hacer en 1950 para su hija, la entonces Princesa Isabel, quien no imaginaba que estaba solamente a tres años de subir al trono. Es una exquisita pieza hecha con 105 diamantes que fueron tomados de las reliquias de la Corona y que antes fueron usados por la abuela de Isabel II, Mary de Teck, en distintas joyas.
¿En dónde apareció el collar? En los retratos oficiales, cuando se ve a Kate con el vestido de escote más profundo que le permite lucir la joya en todo su esplendor. Curiosamente, ninguno de los dos escenarios sería tan extraño, tanto que la Princesa haya cambiado de vestido, como que este se haya diseñado para descubrir el escote en algún momento del día. ¿La realidad? Es probable que no la sepamos sino hasta que estos diseños se vuelvan parte de alguna exposición de moda real, pues no se cree que se vayan a repetir en el armario de la Princesa de Gales, al tratarse de piezas llevadas en una ocasión histórica.