La noticia fue devastadora a nivel mundial, quien fuera un ícono de la cultura popular por más de 70 años en el trono de Reino Unido había partido. Si el mundo lloraba el fallecimiento de la Reina Isabel, de puertas adentro, cuatro hijos quedaban huérfanos en un período de un año, mientras que nietos y bisnietos se despedían de quien fuera un estandarte en su vida. Con una enorme fortaleza, hubo alguien que en esos días decidió acompañar a su madre hasta el último momento, la Princesa Anne. Visiblemente afectada, con sus hermanos, sobrinos e hijos, salió a las afueras de Balmoral para agradecer las condolencias de la gente. Un día después se llenaba de valor para ser la guardia y custodia del féretro en su camino desde Escocia hasta el Palacio de Buckingham. Si el momento que fue documentado por cientos de cámaras era impresionante a la distancia, era imposible saber cómo lo había vivido la Princesa Anne, quien en una profunda entrevista, fiel a su personalidad franca, pero concisa, ha explicado cómo llevó ella este duro momento.
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La comentada entrevista
Si a lo largo de los últimos años, la Princesa Anne se ha posicionado como la royal más trabajadora, al cumplir con el más alto número de compromisos oficiales, recientemente, las nuevas generaciones han reconocido en ella a un personaje admirable entre la Familia Real. Una mezcla perfecta de la franqueza y simplicidad de su padre, con el sentido del deber de su madre, la Princesa Real, se ha ganado un puesto que, simplemente se ha reafirmado a través de la entrevista que ha dado recientemente para la televisión canadiense.
En vísperas de que cumpla con su papel de protectora del nuevo rey en la coronación de Carlos III, se ha publicado la entrevista que concedió a CBC News de Canadá, en donde ningún tema quedó en el tintero. Con el ingenio que la caracteriza, Anne dio respuesta hasta los temas más incómodos, pero hubo en particular que la mostró más vulnerable de lo que se suele dejar ver frente al mundo, el de la partida de sus padres. Con poco más de un año de diferencia, fallecieron el Duque de Edimburgo y la Reina Isabel, dejando un irreparable hueco en la vida de sus hijos, nietos y bisnietos.
La muerte de Isabel II fue un momento histórico, pero también era una pérdida personal para los Windsor, que despedían a una madre, abuela y bisabuela, especialmente cercana a los suyos.
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Cómo vivió aquel momento
Aunque pareciera que todo fue muy rápido y que sería imposible que la Princesa se acordara de detalles en específico, ha sorprendido que Anne tiene clarísimos los homenajes más pequeños que se le hicieron a la Reina en el camino a su última morada. Específicamente, habló de su paso de Balmoral a Edimburgo, en donde tomaron el avión camino a Londres. Cuando se le preguntó si al haber pasado tan rápido, para ella había sido solo un vistazo o si podía haber visto algo, respondió sincera: “Absorbí mucho (de lo que pasaba), en parte porque conocíamos la ruta y, de hecho, vi a gente que conozco en el camino. Era una imagen tan impresionante, y era más que eso, porque era verdaderamente conmovedor cómo la gente respondió y cómo hicieron las cosas. La gente sacó a sus caballos y ponies, pero no solo los sacaron, los arreglaron, estaban vestidos correctamente. Sacaron sus tractores, los acomodaron ordenadamente, estaban todos limpios, y si vienes de raíces rurales, (como yo,) estaba muy impresionada. Era una vista increíble. Pero los números absolutos de personas que se reunieron en lugares muy extraordinarios. Nunca ibas a dejar pasar eso y la atmósfera que creó. Dejar Balmoral no fue fácil, pero nunca lo fue, fue tan malo como cuando me iba siendo niña…no me gustaba irme”, dijo una nostálgica Anne, antes de que la entrevistadora le preguntara, ‘¿Eras feliz ahí?’, a lo que respondió sincera con un rotundo sí.
Al hablar sobre el lazo con su madre, cuando la entrevistadora le dijo que sin importar la edad, perder a un padre siempre sería difícil, Anne explicó: “La relación tiende a ser, si eres afortunado, muy similar (que cuando eras niño)”. Esto quedó claro a lo largo de la charla, cuando la Princesa habló tanto de la Reina como del Duque de Edimburgo, con enorme cariño y admiración.