La Familia Real británica se encuentra viviendo duros momentos. Ha pasado ya una semana desde que se diera a conocer la lamentable noticia de la Reina Isabel, y desde entonces ha venido un compendio de compromisos públicos con los que los royals han hecho honor a la promesa de servicio de la monarca, recorriendo todos los puntos necesarios, mientras llevan su dolor a cuestas. Solamente unas horas después de la ascensión de Carlos III al trono, anunciaba que el Príncipe William se convertía en el Príncipe de Gales -título que corresponde al primero en la línea de sucesión-, y por lo tanto, Kate llevaba a cuestas el Princesa de Gales que tanto resonaba por Diana. Cumpliendo con su nueva labor, la pareja ha agradecido las muestras de cariño desde Windsor hasta Sandringham, sin dejar de participar en los compromisos públicos encabezados por toda la familia. Ahora, ha sido el turno de visitar a las tropas del Commonwealth que asistirán al funeral de Estado de la Reina.
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Algo que ha llamado especialmente la atención es lo conmovida que Kate se ha visto desde aquella primera aparición a las afueras del Castillo de Windsor. Lejos de su siempre radiante sonrisa, se le ha visto nostálgica, con el rostro desencajado y llevando su dolor a cuestas, a sabiendas de que es el apoyo de su marido en estos momentos tan difíciles. Dejando de lado el glamour y los adornos, para la procesión del traslado del féretro del Palacio de Buckingham al Westminster Hall, la Princesa de Gales se mostró sobria, buscando rendir un homenaje a Isabel II a través de uno de sus broches menos vistos.
Era claro que la familia estaba en un completo duelo y las miradas de los presentes hacían que no cupiera lugar a duda que, más allá de ser la monarca, Isabel II fue una madre, abuela y bisabuela sumamente querida. La imagen que la Princesa de Gales mostró en Sandringham era muy similar a la que se le veía en Londres, en luto total vestida completamente de negro, el cabello suelto sin ningún tipo de arreglo y la cercanía con la gente que la ha distinguido desde su matrimonio.
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La sofisticación de su última aparición
A pesar de este duelo, para su encuentro con las tropas del Commonwealth que han llegado desde Nueva Zelanda, Australia y Canadá, Kate ha querido guardar el respeto que ameritaba la ocasión llevando un sofisticado traje. La Princesa de Gales recurrió al traje de chaqueta militar con cuello alto, detalles en las hombreras y la cintura con una falda corte midi, que estrenó por primera vez en el Remembrance Day del 2020, diseñado por Catherine Walker. Para sumarle seriedad a su imagen, la Princesa ha removido los flecos que originalmente tenía el saco sobre los hombros.
Tal como hizo en aquella ocasión, Kate ha llevado los aretes de perlas y diamantes de la Reina, en un sentido gesto a su memoria. Sumando un toque de formalidad a este importante encuentro ha llevado el sombrero modelo Abney de Lock & Co, que le vimos por primera vez en noviembre del 2018 durante el desfile por el Remembrance Day.
Dejando ver los estragos de estos agitados días, Kate dejó de lado sus salones de aguja y ha recurrido a unos zapatos de tacón grueso, que fueran más sencillos para caminar. Pero lo que ha dado una clave del ánimo de la Princesa, ha sido su maquillaje. Una vez más, como ha hecho en otras ocasiones cuando las situaciones son difíciles, Kate ha recurrido al delineado con una ligera línea diagonal hacia arriba para abrir un poco más sus ojos. Fue claro en los primeros días que la Princesa ha llorado por la abuela de su marido, y con este maquillaje ha hecho más sutil el que sus emociones queden al descubierto, pues aunque en este momento, muchos la acompañan en su dolor, pareciera que quiso guardar cierto respeto por las tropas con las que estaba por encontrarse.