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Pocas historias nos han hecho creer en los cuentos de hadas como la del príncipe heredero de Gran Bretaña y su flamante y encantadora princesa. William, el primer hijo del matrimonio entre Lady Di y el ahora rey Carlos III, conoció a la joven Catherine Middleton mientras ambos estudiaban en la Universidad de St. Andrews, en Escocia. Así comenzó una de las parejas más mediáticas de la realeza moderna.
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Según información que se ha dado a conocer con el tiempo, el príncipe —entonces un joven y apuesto soltero codiciado— habría posado su mirada sobre una guapa chica cuando ella participaba en un desfile de moda universitario. Aquella mujer formaba parte de una familia inglesa que, gracias a su esfuerzo y éxito empresarial, pudo ofrecer a sus tres hijos una educación de alto nivel, permitiéndoles estudiar en los mismos colegios que algunos miembros de la realeza.
Sea cierto o no cómo fue el primer flechazo, las historias alrededor de los novios continuaron. Una de ellas apunta a que, durante una fiesta temática de Harry Potter —en un espectacular castillo inglés—, una subasta benéfica fue el pretexto perfecto para concretar la primera cita entre William y Kate. De acuerdo con algunos medios, el joven Windsor aprovechó la ocasión y pujó con más de 200 libras para conseguir una salida con la señorita Middleton.
Lo único cierto es que, una vez que la relación se hizo oficial, los ojos del mundo no se apartaron de la pareja, cuyo nivel de popularidad ha sido comparado con el que vivieron los entonces príncipes de Gales, Carlos y Diana —en la década de los ochenta—, en gran medida por las similitudes en sus historias y el enorme carisma de sus protagonistas.
Como en todo cuento de hadas, el punto culminante de esta historia de amor fue, sin duda, el 29 de abril de 2011, cuando millones de personas alrededor del mundo sintonizaron sus televisores para presenciar La Boda Real; y es que este título, con mayúsculas, es más que justo, pues se trata de uno de los enlaces televisados más vistos de la historia, con una audiencia que superó los 2 mil millones de televidentes, incluso por encima de la de los anteriores príncipes de Gales.
Esa memorable mañana, en punto de las 11, Kate Middleton caminó hacia el altar de la Abadía de Westminster y las especulaciones sobre su atuendo llegaron a su fin. Luego de un muy bien guardado secreto, por fin conocimos el espectacular diseño que —ya se sabía— había sido confeccionado por la británica Sarah Burton, para la legendaria casa de moda Alexander McQueen.
La tiara Halo: diamantes, platino y legado
Otro gran secreto revelado aquel día —en el que casi 2 mil invitados celebraron el amor entre William y Kate— fue qué piezas de joyería de la vasta colección de la familia real llevaría como complemento de aquel inolvidable vestido de cintura ceñida, amplia falda línea A, mangas largas y muchos detalles simbólicos de la cultura inglesa.
La respuesta no defraudó, pues su velo de tul de seda quedó sujeto por una verdadera obra maestra de la orfebrería: la tiara Halo, una pieza forjada por Cartier que, en aquel entonces, ya contaba con 75 años de historia, ya que perteneció a la Reina Madre, bisabuela del príncipe William.
Sobre esta pieza, lo primero que destaca son sus materiales. Se trata de una tiara con cerca de 900 diamantes: 739 de talla brillante y 149 de talla baguette, todos engarzados en una delicada estructura de platino.
Su diseño data de 1936 y justamente su historia es la que convirtió a esta tiara en el complemento perfecto para la boda de una non royal, ya que se cuenta que, en los años treinta, el príncipe Jorge VI encargó a Cartier una pieza muy especial para que su esposa Isabel la luciera el 11 de diciembre, día en que ambos se convertirían en reyes.
La comisión de esta tiara se dio apenas tres semanas antes del acto, y su gran valor simbólico reside en que la futura Reina Madre tampoco tenía sangre real. Esta magnífica pieza también ha sido lucida por la princesa real Ana del Reino Unido y, en su momento, por la reina Isabel II y su hermana, la princesa Margarita.
Sin embargo, su gran popularidad se la debemos a Kate, quien aquel 29 de abril se convertía en la duquesa de Cambridge y que actualmente se encuentra, junto a William, en primer lugar en la línea de sucesión al trono británico. Qué tiara portará para su coronación, aún no lo sabemos… pero sin duda estaremos muy pendientes.