El calendario de la moda está por llegar a su fin, y con él, algunas de las presentaciones más esperadas del año, protagonizadas por algunos de los diseñadores más influyentes de la industria. Entre ellos se encuentra la colección de Christian Dior, que, desde que María Grazia Chiuri asumió la dirección creativa, ha adquirido un nuevo significado, cargado de historia, maestría artesanal y un profundo contexto.
En esta ocasión, la diseñadora presentó la colección Otoño-Invierno 2025-2026 en la capital de la moda francesa, en París, en un espectáculo sin precedentes que invitó a los asistentes a sumergirse en una historia libre de estigmas y normas. Una auténtica demostración del ADN de la firma: una propuesta disruptiva que busca redefinir las reglas del juego.
La inspiración detrás del desfile otoño-invierno 2025 de Dior
Un amplio cuarto oscuro, iluminado por luces teñidas de azul, envolvía a los invitados que se encontraban en sus asientos. Como por arte de magia, luces neón en la misma tonalidad delinearon el contorno de la pasarela, otorgándole un aire futurista al escenario. Bajo el reflector, un columpio de madera, que parecía salido de un cuento infantil, flotaba con delicadeza. En ese instante, la música comenzó a sonar: suave, pausada, mientras las teclas del piano marcaban el paso. La primera modelo se sentó en el columpio, y el reflector se apagó lentamente. En ese silencio, la voz de un narrador comenzó a resonar, pronunciando las palabras "once upon a time" o "érase una vez", dando inicio a un cuento visual que prometía ser una pasarela inolvidable.
¿El autor de esta mágica escenografía? El aclamado director de teatro Robert Wilson. ¿La inspiración? La emblemática novela Orlando, de Virginia Woolf, publicada en 1928. Aunque la historia original sigue a Orlando, un joven que, tras un suceso misterioso, experimenta una transformación radical, cambiando de sexo y viviendo su vida tanto como hombre como mujer, atravesando transformaciones físicas, emocionales y mentales a lo largo de distintas épocas, la presentación de Dior por María Grazia Chiuri va más allá de explorar temas como la identidad, el género y el paso del tiempo. Invita al espectador, al igual que la autora, a reflexionar sobre los estigmas sociales y las relaciones personales. Todo esto, envuelto en una atmósfera mágica y algo dramática, convierte la propuesta en una de las más distintivas y revolucionarias del calendario de la moda.
Dior otoño-invierno 2025: Una pasarela sin precedentes
Así fue como, tras un breve espectáculo de luces y sonidos, las modelos comenzaron a desfilar por la pasarela. El primer look evocaba la atmósfera de una obra teatral, claro, dirigida por una de las casas de moda más emblemáticas de todos los tiempos. ¿El primer acto? Camisas de manga larga con volantes, acompañadas de chaquetas de estilo militar con cuellos altos, jugando con el juego favorito de Maria Grazia Chiuri: las capas. Pantalones sastre complementaban estos looks, que, más que elegantes, rendían homenaje al protagonista de la novela.
Poco después, la pasarela nos sorprendió con vestidos cortos y estructurados, adornados con delicados encajes en siluetas que evocaban los años 60, camisas debajo de corsets, y una dosis considerable de volumen. Cada prenda bailaba con una armonía perfecta entre la identidad de la firma y los clásicos de Maria Grazia Chiuri, todo envuelto en la atmósfera de una obra teatral. A medida que la pasarela continuaba, se pudieron ver criaturas voladoras de papel, mientras comenzaban a desfilar los looks más esperados: siluetas ajustadas a la cintura, con botonadura completa y mangas anchas, un guiño claro al estilo New Look de Christian Dior, creado en 1947.
El segundo acto comenzó con conjuntos delicados, que incluían transparencias, volantes femeninos y mucho tul. El ritmo de la música se aceleró, marcando el paso a prendas de mayor carácter, más contemporáneas. Gabardinas deconstruidas reinventaron los clásicos, mientras las botas altas de estilo militar, las capas largas que otorgaban fluidez y los icónicos estampados "J’adore Dior" se hicieron presentes junto a chaquetas invernales de dimensiones XL, acompañadas de guantes largos de piel. Así, la firma dejó claro que su carácter rebelde y rockero sigue vivo.
Con la vuelta de la música clásica y la voz del narrador, llegó el tercer acto. Este estuvo marcado por prendas románticas, vestidos clásicos de estilo renacentista y conjuntos que incorporaban “lechuguillas” teñidas de un suave rosa palo, llevando la pasarela hacia un tono más soñador y nostálgico.
Finalmente, una densa niebla emergió de la pasarela, creando el escenario perfecto para el acto final, el más misterioso de todos. Vestidos brillantes con transparencias, chaquetas de inspiración gótica y el color insignia de Chiuri, el negro, dominaron el cierre del espectáculo. Así concluyó el show: una representación perfecta de la evolución de la firma, que no solo celebraba la perpetuidad de la moda y la identidad, sino que lo hacía a través de una visión teatral, recordándonos por qué la moda y el arte son dos caras de la misma moneda.