Colombia ha acaparado todas las miradas alrededor del mundo con sus propuestas de diseño y moda. La innovación es una constante en sus pasarelas, mismas que siempre proponen un giro inesperado y completamente nuevo cuando se trata de indumentaria. El ejemplo perfecto es Alejandro Crocker, el diseñador cuya propuesta redefine el concepto de lujo consciente.
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La historia de Alejandro Crocker no es como cualquier otra, pues la trayectoria del diseñador se remonta a sus estudios en Historia del Arte. Alejandro es de origen venezolano y trabajó muchos años en el Museo de Bellas Artes de Caracas, ahí aprendió de textiles, una inquietud que más tarde lo llevaría a poner su propio taller experimental.
Platicamos con Alejandro para entender un poco más a profundidad de dónde viene la marca, qué impacto busca generar y qué lo motiva a mantener su propuesta viva.
El “taller experimental” que inició todo
“Este taller experimental no tenía ningun objetivo comercial o de ventas, sino que era un espacio en el que yo creaba textiles por mero hobby”, mencionó el diseñador. A la par, Alejando diseñaba textiles para una marca de interiorismo, razón por la cual viajaba de manera recurrente a la India, donde se encontraba la producción de todas esas telas y patrones que diseñaba. “Fue entonces cuando comencé a cuestionarme, ¿cómo generar belleza respetando la vida en el mundo?”, agregó.
Poco a poco comenzó a interesarse por la restauración de textiles viejos y su taller experimental empezó a crecer, sobre todo en el mundo artístico. Participaba en ferias de arte y galerías. “Fue un reto, ya que las piezas siempre fueron vistas como obras de arte y no como indumentaria”.
Lujo consciente y remanufactura creativa
Alejandro se interesó por el desperdicio textil -un problema que a la fecha sigue vigente- y se dio a la tarea de informar a las personas sobre responabilidad ambiental. “Comencé a crear piezas a partir del desperdicio y nunca me detuve”, cuenta el diseñador.
Hoy ya existe una cultura ambiental más consciente en cuanto al desperdicio, sin embargo, esta consciencia no estaba tan latente hace 20 años. Al diseñar a partir del desperdicio textil, cierra el círculo del desecho y evita que se genere más basura, generando lo que él llama “Lujo consciente”. “El único material que se compra en el taller es aguja e hilo”, explica el diseñador.
“En un inicio, empecé recuperando los bordados de saris de novias y los reinterpretaba en piezas ready-to-wear, trabajé mucho con denim y técnicas de noche como drapeados”, y fue apenas hace 5 años que Alejandro Crocker se consolidó como una marca de moda.
“La clave está en generar un objeto de deseo a partir del desperdicio, de lo contrario, sólo se está generando más basura a partir de la misma y no tendría caso”
Cierre de Bogotá Fashion Week
Con el paso del tiempo y la experiencia, Alejandro Crocker se ha adaptado a la industria y su consumidor. Por lo que no es sorpresa que haya sido él quien cerró Bogotá Fashion Week.
Su más reciente colección llamada Ficción de un traje: Género artificial, en la que explora la historia de la vestimenta y el género de la misma, cuestiona las normas impuestas por la sociedad de lo que es femenino y masculino. “Esta colección aborda el poder, tanto social como individual, que nos da el vestuario”, explica el diseñador, quien transformó más de 30 piezas del diseñador Carlos Nieto en nuevas prendas para darles un aire de “lujo sostenible”.
La colección incluye 80 piezas que se conjugaron en 40 looks manufacturados y reinventados por el equipo de Crocker, quien incluye en su equipo a personas privadas de la libertad que se encuentran en la cárcel de Picaleña, en Ibagué.
Alejandro Crocker comprueba y demuestra que reparar es un acto revolucionario en sí mismo, y utiliza su plataforma y propuesta para alzar la voz en temas que muchos en la industria de la moda deciden ignorar. Hace alianzas con fundaciones y causas con las que comparte valores y su filosofía, buscando siempre la transparencia y reconocimiento de quienes trabajan detrás de todas y cada una de las piezas presentadas.