La infancia del diseñador, Patricio Campillo, en Zacualpan de Amilpas, en Morelos, estuvo rodeada de referencias que después se convertirían en inspiración para sus diseños y colecciones. Su marca, Campillo, nace como un homenaje a la charrería mientras rompe con las ideas de la moda masculina tradicional. Tal como él mismo lo menciona, sus diseños son creados para todos aquellos que tengan pocos prejuicios y valoren la mano de obra. Para Patricio Campillo, la moda se ha convertido en una vía para cuestionarse y ser inspirado por el mundo que lo rodea.
La naturaleza y la sostenibilidad también son una pieza clave en sus colecciones pues, ha encontrado en su entorno una fuente de inspiración estética. Campillo reúne esfuerzos para que los materiales de confección sean en su mayoría nacionales y así, disminuir poco a poco la huella de carbono. Además, ha buscado alternativas innovadoras para confeccionar y teñir sus telas y, conseguir así, el ADN tan particular que distingue a sus piezas.
Patricio Campillo además fue uno de los semifinalistas para el premio LVMH que busca galardonar al talento joven de diferentes partes del mundo. Con diseños atemporales y, a su vez, innovadores, el mexicano se posiciona como una marca nacional para tener en la mira. El diseñador nos cuenta sobre sus inicios en la moda, su inspiración detrás de los diseños y las satisfacciones de su trabajo en una entrevista exclusiva para ¡HOLA!
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Una conversación de la mano de Patricio Campillo
¿Recuerdas cómo fue tu primer acercamiento a la moda? ¿Qué te motivó a dedicarte a esta industria?
Para mí siempre fue muy importante decidir cómo quería que se vieran las cosas y eso incluía mi propia vestimenta. Nunca contemplé trabajar en moda hasta que tenía 19-20 años y estaba trabajando en política. Me la vivía viendo desfiles, reviews de Tim Blanks y comprando revistas, lo que no iba para nada con mi trabajo de verano. Mi jefe me cachó por enésima vez viendo desfiles en la computadora y me dijo: “No sé qué haces aquí, mejor dedícate a algo que te guste”. Tenía toda la razón y a partir de ahí fue que lo contemplé como una opción. Además, para mí siempre ha sido importante seguir cualquier cosa que me apasione.
¿Cómo surge tu marca?
Un poco llegó a mí. Regresé de estudiar en Madrid y cuando llegué a México comencé a trabajar en una agencia de comunicación. Fue duro porque no me gustaba, pero un día llegó a mí la oportunidad de tener una marca y no lo pensé dos veces. La verdad no sabía muy bien lo que hacía al principio porque no estudié moda pero, la verdad, surgió y fue sucediendo.
De la idea original que tenías con Campillo, ¿qué cosas han cambiado y evolucionado a lo largo de los años?
Es un proceso muy personal donde en los principios de la marca había muchas referencias y muy poca claridad de la identidad. Fue justo una colección antes de la pandemia que dejé de diseñar porque no me estaba sintiendo conectado con lo que estaba haciendo. Fue un poco como volver a mí y ver un poco las referencias con las que había crecido, mi infancia, los recuerdos, mi familia, las tradiciones que había en mi familia… de repente fue como redescubrir este enorme bagaje y herencia cultural que existió en mi vida y que, creo que por tenerlo siempre tan cerca, en primera instancia, no tuve la sensibilidad de reconocerlo. Pero, una vez que esto sucedió, descubrí esta parte de mí que existía y a partir de eso empecé a cuestionar muchas cosas. Cuestioné estas referencias, creencias, la ideología que rodeaba esta historia y el acercamiento de toda mi familia a la charrería; mi infancia en Zacualpan de Amilpas, Morelos que ha sido una gran fuente de inspiración. Creo que poco a poco también ha sido un proceso de autorreferencia en donde he evolucionado a partir de mi propio trabajo. Es lo que me ha permitido a mí crear un lenguaje estético más único y personal.
¿Por qué era importante para ti incluir elementos de la charrería en tus colecciones para llevarlos a otros países y dar visibilidad?
Porque forman parte de mí, y al final creo que es muy apasionante. Más allá del deporte de la charrería, existe todo un universo, una comunidad de artesanos, una estética, una forma de pensar, un estilo de vida con el cual me identifico mucho y, al mismo tiempo, me plantea muchos retos y cuestionamientos ideológicos. Me parece importante cuestionar de qué forma re-contextualizar esta cultura y traerla a un plano contemporáneo que es tolerante diverso e inclusivo. Me parece que la única forma de mantener las tradiciones y la herencia cultural es a través de la actualización.
¿Cómo funciona tu proceso creativo desde que tienes una idea hasta el producto final?
Siempre es tener las antenas muy prendidas y la sensibilidad de estar muy consciente de tu entorno. Un día lees algo, un día ves algo en la calle o tienes una conversación que se vuelve el eje central de la colección. Sin embargo, el proceso donde realmente se desarrolla es haciendo cosas manuales como armar un maniquí. Es un proceso bastante intuitivo. Yo no estudié moda entonces, ha sido bastante autodidacta e intuitivo; más de instinto y de saber qué es lo que está funcionando. Cada vez es más fácil y cada vez confío más en mí.
¿Qué otros elementos te inspiran?
Todo. Todo lo que me rodea. No podría definir una cosa en específico. Escucho mucha música y definitivamente las colaboraciones con artistas me han permitido expandir mi universo. Muchas veces me piden algo que sí pertenece a mi universo pero también pertenece al de ellos y es un ejercicio en el que vas expandiendo el universo creativo de tu marca al adaptarte a lo que te piden.
La sostenibilidad es parte de tu marca, ¿cómo surge este compromiso y cuáles son los principales retos de crear y mantener una marca más consciente?
Son prácticas que nos llevan a tener el menor impacto posible en el ambiente y es un poco el cómo hacer para que tenga el menor impacto negativo en el ambiente y el mayor impacto positivo en la gente que forma parte del equipo o que de alguna manera se relaciona con la marca. Lo que hacemos es trabajar casi exclusivamente con materiales biodegradables: mezclilla, lana, seda, lino, cuero. En segundo lugar, nos enfocamos mucho en la durabilidad. Yo creo que uno de los problemas más grandes de la moda es justo eso, el cómo usas una cosa dos veces y la tiras y no la vuelves a usar por cuestiones de precio o por cuestiones de calidad. Yo creo que la durabilidad es una cosa muy importante. El tercero es justo esta parte de los materiales. Yo intento que la mayoría de los materiales sean nacionales. En primer lugar porque estoy apoyando a la industria nacional y a mí eso me parece fundamental, y en segundo, porque la huella de carbono es mucho menor. Es decir que, si yo importo mezclilla de Japón, hay una huella bastante fuerte de carbono del lugar donde cosechan el algodón, donde lo tiñen. Y, en tercer lugar, los procesos. El proceso de oxidación es un proceso artesanal y orgánico. Mucha de la piel con la que trabajo está teñida con pigmentos vegetales, entonces eso disminuye mucho que las aguas residuales sean tóxicas. Y obviamente hay algunos procesos que sí tienen un impacto en el medio ambiente pero creo que es una misión constante. No es una cosa que desarrollas de la noche a la mañana. Es un objetivo y algo constante que, cuando tú tienes la mirada puesta ahí, lo vas logrando.
¿Qué herramientas has encontrado en la naturaleza para crear?
Yo creo que visualmente la naturaleza es una cosa muy impactante. Es belleza pura. Para mí es un espacio de reflexión, un espacio de contemplación. Yo creo que esto se puede ver en muchas de las campañas y de la comunicación visual que tenemos. En general me produce mucho respeto y mucha empatía. Me dan ganas de cuidarla.
Eres un referente de la moda masculina, ¿para qué tipo de personas diseñas?
En general diseño para alguien que es consciente de sus decisiones. Diseño para alguien que tiene pocos prejuicios y que valora la mano de obra y los procesos. Al final, la segmentación termina siendo más psicográfica que demográfica. Es alguien que está consciente del impacto que tiene y de cómo se ve. Al final del día, cómo te vistes también es un medio de comunicación.
¿Cómo visualizas la industria de la moda y creatividad en México a mediano plazo?
Yo creo que es un país con un enorme potencial porque hay varias marcas y personajes dentro de la industria que están haciendo que los ojos del mercado y el mundo se pongan en México. Yo creo que la internacionalización de nuestra industria será cada vez mayor. Es muy importante tener en cuenta que México es un país de manufactura con una industria textil muy fuerte, pero eso no quiere decir que sea una industria de moda. Yo creo que por un lado está la industria de la moda que es una industria en proceso de maduración y desarrollo. Y, luego, por otro lado, está la industria textil y de manufactura. Entonces yo creo que poco a poco ambas se irán uniendo.
¿Cuál consideras que es el logro que mayor satisfacción te ha dado como diseñador?
Que después de 8 años, disfruto igual que el primer día, llegar todos los días a mi lugar de trabajo y sentirme muy apasionado por lo que estoy haciendo.
¿Qué sigue para ti y para Campillo?
Seguir trabajando, seguir viendo la forma en la que puede crecer la empresa. El sueño es convertirme en la primera casa de lujo mexicano; desarrollando todo en México. La misión es lograr que los zapatos que se hacen en México tengan la misma calidad de los que se hacen en Italia.