Al pensar en íconos de la cultura popular de nuestro país, es difícil pensar en alguien que supere el magnetismo de María Félix. Su talento y belleza la llevaron a ser una de las estrellas más grandes de México -por no decir la más-, pero también fueron su personalidad, arrojo y ese aire de misticismo que la rodeaban, los que lograron que desde el inicio de su carrera, su vida se hiciera toda una leyenda. Las frases que decía La Doña siguen resonando hasta nuestros días y aquellas imágenes que protagonizaba son referentes para los cánones estéticos en el imaginario colectivo de este país. Imaginar a María sin aquellas extravagantes joyas que la acompañaban en algunos de sus posados más espectaculares es casi imposible. Y es que así de excéntrica como era María, lo eran sus joyas que no caían nunca en la discreción, iban siempre a lo grande, dejando claro que más es más. La mera idea de ver a la actriz entrando por las puertas de Cartier en París para hacer uno de sus icónicos diseños es todo un deleite y si eres de los que desea ver estas piezas en persona, no puedes perder la oportunidad de visitar la exposición El diseño de Cartier: Un legado vivo, que se encuentra en el Museo Jumex hasta el próximo 14 de mayo.
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Los míticos cocodrilos de María
Si en esta exposición podrás ver algunas de las piezas más espectaculares del archivo de Cartier, es imposible no ser parciales cuando se trata de las joyas de María. Como mexicano se crece con estas imágenes en la memoria, por lo que ver aquellos famosos cocodrilos de la actriz en vivo es todo un espectáculo. Mucho más grandes de lo que se podría imaginar a través de una fotografía y con un mecanismo bastante complejo para hacer de ellos un collar uniéndolos por las colas, los cocodrilos tienen una historia tan particular como su dueña.
Según cuenta la leyenda, fue en 1975 cuando se vio a María entrar a la tienda de Rue de la Paix de Cartier en París. La escena no era una extraña, al tratarse de una de las compradoras más fieles de la firma, lo curioso es que esta vez llevaba una caja con ella. Pocos imaginarían que en realidad se trataba de una jaula y en ella venía un pequeño cocodrilo, ¿la razón? María quería un collar inspirado en el temido animal y qué mejor para diseñarlo a su imagen y semejanza que teniéndolo de frente.
La petición podría parecer extravagante si se tratara de cualquier persona, pero en este caso era María quien lo pedía, por lo que la cosa no era tan extraña. Fue así que se concibió la creación de no uno, sino dos cocodrilos en oro amarillo con incrustaciones de diamantes y esmeraldas -respectivamente- y los brillantes ojos en rubíes. Con una ingeniería tan interesante como su diseño, estos cocodrilos se pueden utilizar tanto como un collar, al unirlos, como en broche al llevarlos por separado.
Otras maravillas del joyero de María que podrás encontrar
Si la historia de los cocodrilos te deja con ganas de más, debes saber que en esta muestra encontrarás algunas otras piezas diseñadas especialmente para La Doña, como el maravilloso collar en forma de serpiente que María mandó a hacer a la firma francesa en 1968. Hecho en platino con incrustaciones de diamantes, esmeraldas, oro amarillo y enamel, la actriz no olvidó encargar que se combinaran los colores de la bandera de nuestro país en el pecho de la serpiente, para llevar a México siempre con ella.
En esta misma línea están los pendientes en forma de serpiente que se diseñaron especialmente para ella en 1971. Los aretes de broche están hechos en oro amarillo, oro rosado, con incrustaciones de rubíes y diamantes.
Es imposible ver estas piezas y no recordar a la mujer que se convertiría en todo un ícono, no solamente por estar completamente adelantada a su tiempo, sino por enorgullecerse en todo momento de su país, llevando su amor por los animales exóticos a la creación de estas joyas que son una especial parte de la historia de Cartier.