El reinado de Isabel II fue más allá que un cargo en la monarquía del Reino Unido. Durante 70 años, la reina también fue un icono de moda que destacó por siempre llevar trajes coloridos que no sólo ayudaban a la gente a ubicarla con facilidad, sino que daban un toque fresco a su imagen con piezas cuidadosamente seleccionadas para cumplir con el protocolo de la vestimenta real.
Además de su inigualable colección de joyas, guantes, bolsas y sombreros completaban este look, pero son éstos últimos los que combinaban siempre a la perfección en cada una de sus salidas en público en las que no ameritaba llevar alguna tiara o la corona. Sombreros hechos especialmente para ella, enmarcando un estilo inglés único en ella.
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En los últimos 50 años, la reina pudo haber llevado más de cinco mil sombreros, según reporta Daniela Di Giacomo en El Gordo y la Flaca. Un sello particular de su estilo y que tenía reglas específicas antes de ser portado en público.
No hay que olvidar que a la hora de viajar, la reina no era de equipaje ligero. Vestidos, joyas, zapatos, accesorios iban meticulosamente planeados según su estilista, quien se aseguraba de que llevara colores que representaran algo del lugar que visitaba. Y, por supuesto, los sombreros tenían su propia forma de viajar.
En el show de Univision, aseguran que durante los recorridos en tren, había un vagón especial en el que llevaba este accesorio. Algo con mucho sentido, pues lo último que desearía sería llevar un sombrero doblado o maltratado por el equipaje o las horas de transporte.
Incluso tenía algunos en color negro para actos de recuerdo o funerales. Y aunque eran más discretos, seguían decorados con listones.
Los detalles especiales de cada uno de sus sombreros Había dos reglas principales para que la reina estuviera cómoda con este accesorio que no cualquiera porta con tanta seguridad. La primera era que no le cubriera el campo visual. De esta forma la monarca estaba atenta a todo a su alrededor en cada minuto.
La segunda era que no tocara el abrigo, permitiendo una división exacta entre su ropa y los accesorios. Una más habría sido la exactitud de los colores de los sombreros, pues rara vez llevó uno de tono distinto al de sus trajes, una exactitud que quedó plasmada en las fotos de cada uno de sus eventos en público.
Replicar un estilo como este no es sencillo. No sólo por los precios, ya que cada sombrero va desde los 600 dólares, según el material y diseñador detrás de ellos.
También por mantenerlos en buenas condiciones, y es que no es cualquier objeto que se pueda guardar por volumen en un closet pequeño, ya que ocupa demasiado espacio y requiere un cuidado especial para mantener el ala y las decoraciones en excelentes condiciones.
Por ahora, el destino de la inmensa colección de sombreros de la reina Isabel II es incierto. Si bien podría estar incluido en su testamento, aún es un misterio si será su hija, la princesa Anna; alguna de sus nietas, la nueva princesa de Gales -Kate Middleton- o su hija, la princesa Charlotte quien se quede con las piezas y su guardarropa.