Las 15 ‘it bags’ más icónicas de todos los tiempos

Creada en 1930 por Robert Dumas, el bolso ‘Kelly’ de Hermès recibió su nombre luego de que en 1956 la actriz americana que se convertiría en princesa de Mónaco lo usara como escudo para ocultar su embarazo de los paparazzi. Desde entonces, el discreto, estructurado y elegante accesorio se convertiría no sólo en el fiel acompañante de la recordada Grace Kelly sino en un objeto de deseo mundial.

Este diseño junto a la ‘Birkin’ de la misma maison son consideradas ‘El santo grial de los bolsos de lujo’. Si dispones de aproximadamente 10 mil dólares para comprarlo nuevo en una tienda Hermès, prepárate para un largo y misterioso peregrinaje que incluye obtener una cita para entrar a la tienda, cortejar a un sales associate, construir tu reputación como cliente de la firma hasta lograr que tu nombre se escriba en una lista de espera que puede durar entre uno y varios años.

El estilo de Jane Birkin era conocido principalmente por incorporar cestas de paja en sustitución de bolsos. Esto hasta que a mediados de los 80 coincidió con Jean-Louis Dumas en un vuelo en el que el contenido de su cesta cayó por toda la cabina, inspirando al director de Hermès a crear un bolso con la capacidad que reclamaba la actriz inglesa.

Así nacía el modelo ‘Birkin’ de la casa francesa, otro diseño tan exclusivo y demandado que para adquirirlo nuevo directamente de la casa no basta con disponer de los fondos para comprarla, sino atravesar su largo y relativamente indescifrable sistema de ventas que también aplica para hacerse con una ‘Kelly’. Pero el mercado ha ofrecido alternativas menos complicadas.

Al ser un objeto tan deseado, las casas de subastas y revendedores de todo tipo se encargan de pescar esos bolsos que por diferentes razones son puestos a la venta. Eso sí: dependiendo de su estado y los materiales con los que haya sido elaborado, el ítem puede alcanzar dos o tres veces su valor, comprobando que se trata de coleccionables que retienen e incrementan su valor en el tiempo, algo que tienen claro las celebs como Victoria Beckham , que tiene varios en su colección.

A estas alturas de la historia, los bolsos de solapa de cuero acolchado con costuras en forma de diamante y correa de cadena son sinónimo de Chanel, y el punto de partida de toda una línea de diseño que se ha traducido hasta hoy en infinidad de diseños. Lo cierto es que la original fue diseñada por la propia Gabrielle ‘Coco’ Chanel en los años 20, y la relanzó para su colección de febrero de 1955, de ahí que su nombre sea ‘2.55’.

En los 80, Karl Lagerfeld la reeditó cuando tomó las riendas creativas de la casa, haciéndo algunos cambios entre los que destaca la incorporación del viejo logo de dos ‘C’ entrelazadas. Hoy, la maison ofrece múltiples versiones de las dos ediciones a un precio que puede llegar hasta los seis mil dólares o más.

Creada en 2011 por Karl Lagefeld, el bolso ‘Boy’ refuerza la androginia propia de Chanel al plantear un diseño más robusto que —por ejemplo— la 2.55 y su reedición, traducido en una silueta más cuadrada y con detalles metálicos gruesos.

Su nombre se refiere a Boy Capel, quien fuese el amor de la vida de ‘Coco’ Chanel. Su precio ronda los cinco mil dólares si se compra directamente en las tiendas de la firma, pero como todos los bolsos más exclusivos, obtenerlo no es sólo cuestión de poder pagarla.

Diseñada en los años 50 por Gucci, el bolso adquirió fama al ser uno de los diseños más usados de Jackie Kennedy Onassis , por lo que instantáneamente fue bautizada con el nombre de la exprimera dama estadounidense, y manteniéndose en la historia como un imprescindible por su conveniente forma hobo que permite un estilo despreocupado y elegante que sigue reversionándose desde su presentación original. (Gucci, $2,990)

Fiel a la estética exuberante que el diseñador Alessandro Michele ha incorporado en la dirección creativa de Gucci, el bolso ‘Dionysus’ mezcla el clásico monograma de la firma italiana en una silueta con estructura acentuada por un broche de metal envejecido en forma de cabeza de tigre, refiriéndose al dios griego Dionisio, en cuyo mito se dice que cruzó el río Tigris sobre un felino que le envió Zeus. (Gucci, $ 2,290)

Originalmente llamada ‘Chouchou’ cuando se lanzó en 1995, este bolso fue rebautizado ‘Lady Dior’ luego de que la primera dama francesa Bernadette Chirac le regalara uno a la princesa Diana ; le gustó tanto que empezó a usarlo con muchísima frecuencia, y como Lady Di era la mujer más retratada del mundo, este pasó a ser el bolso más fotografiado y –en consecuencia– también más deseado. (Dior $4,450)

Pensada para ser llevada bajo el brazo, así como muchos franceses suelen llevar el pan cuando vuelven de la boulangerie, el modelo ‘Baguette’ de Fendi fue creado en 1997 y rápidamente se convirtió en un must have al ser uno de los bolsos preferidos de Carrie Bradshaw, la inolvidable fashion icon de Sex and the City. (Fendi $ 2,150)

Emulando la forma de una silla de montar a caballo, el bolso ‘Saddlebag’ fue diseñado por John Galliano e incorporada en su colección primavera-verano 2000 para Christian Dior, obteniendo reconocimiento instantáneo al convertirse en el preferido de muchas celebs –incluyendo el personaje interpretado por Sarah Jessica Parker en Sex and the City– y en consecuencia, un clásico de la firma francesa que hasta hoy constantemente se reinventa. (Dior desde $2,700)

Tomando distancia de la rigidez que caracterizaba a la mayoría de los bolsos coleccionables, el modelo ‘City’ (también conocido como ‘Moto’ o ‘Lariat’) fue diseñada por Nicolas Ghesquière en 2001 con cuero suave y maleable y sin llevar ningún logo. A pesar de que casi no llega a lanzarse al mercado, ganó popularidad instantánea por ser un accesorio imprescindible de las modelos más famosas de la época. (Balenciaga, $2,350)

Diseñado en 1984 por Miuccia Prada, el diseño del ‘Nylon Backpack’ de la firma italiana está inspirado en los bolsos militares y desde su lanzamiento ha sido profundamente apreciada por su carácter pragmático, su espíritu nómada y la gran versatilidad que le ha permitido adaptarse a muchos de estilos desde hace más de 30 años. (Prada $1,390)

La historia de Louis Vuitton está directamente relacionada al arte de viajar con estilo, y es por eso que entre sus modelos clásicos se incorpora el clásico weekender Keepall, que sirvió de inspiración para crear una versión más pequeña a manera de bolso femenino que, gracias a que Audrey Hepburn lo utilizaba con frecuencia, adquirió gran fama hasta convertirse en un imprescindible, especialmente en su versión de monograma LV. (Louis Vuitton, $1,160.00)

El monograma de la casa francesa Louis Vuitton es probablemente el más reconocido en el universo de los artículos de lujo, y su modelo ‘Neverfull’ es uno de los bolsos más imprescindibles en el armario de una coleccionista de moda. Un verdadero must que ofrece versatilidad, durabilidad y reconocimiento a simple vista. (Louis Vuitton, $1,500.00)

No por ser más sencillo y económico que los modelos anteriores el tote Le Pliage de Longchamp ha dejado de ser una buena inversión y hasta un punto de partida amigable para una colección de bolsos de uso diario. Su democrática complexión de nylon y su silueta pragmática y efectiva lo han convertido en un accesorio confiable, duradero y versátil… hasta para la realeza británica; y que lo diga Kate Middleton . (Nordstrom, $145)

Digamos que ya eres una experta en bolsos de diseñador, que tu colección tiene una base bastante sólida y quieres llegar a un siguiente nivel. Nuestra recomendación es no pasarte por alto los modelos de Goyard, una centenaria marca francesa tan distinguida que su monograma es sólo reconocible por ojos entrenados.

Aquí no se trata de precios más altos, sino de verdadera exclusividad. Colgar en tu hombro uno de sus clásicos totes ‘Saint Louis’ (que cuesta unos 1,200 dólares en su tienda) dejará a las expertas asintiendo con aprobación y a las novatas preguntándose qué marca es.

Sobre la historia de estos icónicos bolsos se han construido estilos, colecciones y tendencias que han informado la manera como nos vestimos. Por eso es bueno tenerlos, aunque sea como referencia.