Meghan Markle ha demostrado lo bien que defiende los clásicos. Lo hace, por ejemplo, con el dúo de falda plisada y camisa blanca apto para cualquier momento del día, o con esa combinación infalible de blazer y jeans que además de elegante, es versátil y la solución a muchos 'no tengo qué ponerme'. Pero cuando se trata de vestidos, la Duquesa de Sussex se inclina por una silueta en particular, la de los trench dresses que, como muchas de sus elecciones, mantiene su vigencia sin importar el paso de los años.
Casualmente, durante la gira real del duque y la duquesa de Sussex por Sudáfrica, la royal mostró dos modelos que comparten muchos rasgos en común. Uno midi en rosa empolvado, sin mangas, con dos hileras de botones y atado a la cintura, perteneciente a la colección SS18 de la firma canadiense, Nonie, con el que ya la hemos visto en visitas oficiales, y que emparejó con las pointed-toe pumps Legend de Stuart Weitzman.
Y otro en el que Meghan apostó por un diseño cruzado, point collar y cierre con lazada de la marca estadounidense Banana Republic -disponible en la tienda online por $139- que guardaba gran similitud con el anterior: color kaki que combinó a la perfección con el mismo calzado.
La silueta está tan arraigada a su estilo, que el día que posó en el Salón de San Jorge en el Castillo de Windsor junto a su esposo, el Príncipe Harry , y a su hijo, Archie, se decidió por uno de la diseñadora de ropa masculina, Grace Wales Bonner, marcado por la misma sencillez y con la característica cinta en la cintura que acentuó su figura postparto. El color crema se apega a los neutros que suele elegir y que son altamente combinables.
Lo mejor de los vestidos gabardina es que su versatilidad -que lo hacen aptos tanto para working looks como para otros en clave sporty-, convive con su poder de reinvención que hacen que sobrevivan a las altas y bajas temperaturas. ¿Los sumas tú también a tu vida?