No es un secreto que, mientras más avanza la vida, algunas capacidades que son naturales van mermando su calidad. Entre estas se encuentran el sueño y el buen descanso, mismos que, se ha comprobado, son uno de los principales componentes para lograr mejorar nuestra salud.
Si bien los problemas de sueño y los malos hábitos en este tema no son exclusivos de las etapas maduras de la vida, generalmente a los adultos de más de 50 años es a quienes más afecta, por lo que es importante tener conciencia de esto con la finalidad de detener el deterioro y modificar comportamientos que pueden ser perjudiciales para todo nuestro sistema.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, “el sueño es tan importante como la dieta y el ejercicio”, por lo que dormir bien ayuda a mejorar el rendimiento cerebral, el estado de ánimo y, en general, la salud, reduciendo también el riesgo de padecer algunas enfermedades o trastornos.
Al hablar de buen sueño no solo nos referimos al ciclo que generalmente sucede en la noche, mientras estamos en nuestra cama, y expertos han explicado que esto implica tres componentes de suma importancia. El primero es la cantidad de horas que logramos dormir; el segundo es la calidad y el tiempo total del sueño reparador conocido como REM (que es el descanso profundo), y en tercer lugar se encuentra el horario regular de sueño.
Estos factores pueden ser alterados durante nuestra vida en distintas ocasiones y por diferentes causas, entre las que destacan el estrés y los malos hábitos de todo tipo, esto sin contar que existen personas que laboran en horario nocturno, que es, científicamente, el mejor momento para propiciar un buen descanso.
Así mismo, otras enfermedades pueden acarrear que no se logre el inicio del sueño REM. Estas pueden ser desde un simple resfriado, en el que los malestares te impiden dormir, hasta una severa apnea, que es como se le conoce al cese completo de la señal respiratoria, misma que puede ocurrir durante las horas de descanso y es conocida como apnea del sueño.
Pero no todo son malas noticias, pues modificar nuestra calidad de descanso no es algo imposible y, en la mayoría de los casos, se trata simplemente de generar disciplina alrededor de esta necesidad fisiológica. Aquí te dejamos algunos consejos para que descubras si estás durmiendo mal y puedas encontrar una solución a tus problemas.
Consejos para mejorar la calidad de sueño
- Haz un análisis personal. Cuando no dormimos bien, es algo notorio. Si vives con cansancio, a mitad de la tarde o en momentos de concentración se te cierran los ojos; si tus ideas son menos claras que antes o si te encuentras de mal humor la mayor parte del día, quizá estés teniendo conflictos para conciliar el sueño. Ahora, si por la noche roncas mucho, te levantas frecuentemente a orinar, amaneces con la boca abierta y seca, tienes constante dolor de cabeza al despertar y la garganta adolorida, es probable que vivas con apnea del sueño. Para diagnosticarlo, es importante acudir con un otorrinolaringólogo para que ordene una polisomnografía, el estudio que te permitirá saber la gravedad del problema.
- En caso de apnea. El médico especialista tendrá el mejor tratamiento para ti. Dependiendo del tipo de padecimiento, hay herramientas que te pueden ayudar durante la noche. Así mismo, existen casos en los que es necesario realizar una cirugía que será benéfica para desobstruir los conductos del sistema respiratorio y evitar así la apnea.
- Modifica tus hábitos. La mala alimentación, nuestras obligaciones, el estrés y el sedentarismo son enemigos íntimos de una buena calidad de descanso. Evita a toda costa ingerir alimentos mínimo tres horas antes de irte a la cama y deja la cafeína para el horario vespertino; establece bien tus horarios laborales y prioriza tu descanso; aprende a meditar y realiza ejercicios de respiración, y procura hacer actividad física todos los días. Realizar estos cambios te ayudará a descansar mejor.
- Es cuestión de horas. Pocas personas son conscientes de esto, pero es necesario aprenderlo. En este apartado se encuentra establecer un horario de sueño que, como mínimo, abarque 7 horas y media. La siesta es un buen aliado para soportar el día, pero procura que sean breves y limítalas a que se realicen solamente antes de las 3 de la tarde.
- Procura la higiene del sueño. Si bien las habitaciones pueden ser nuestro lugar favorito y, lo mismo pueden servir para dormir, entretenernos o hasta trabajar, lo mejor es ocupar el espacio exclusivamente para dormir. Ahora, si esto es imposible, por lo menos cumple con esta máxima con tu cama y no la uses si no es para conciliar el sueño. Si tienes ganas de leer, ver tu serie favorita o jugar en el teléfono móvil, hazlo en sillones o sofás, de tal forma que tu cama solo la toques cuando ya sea el momento de dormir.