Existe arte tan cotidiano que en muchas ocasiones se pasa por alto a pesar de su originalidad, su valor de construcción y sus materiales. Un claro ejemplo es el mobiliario y los objetos que suman en un ambiente. Sin embargo, existen proyectos que son un refrescante recordatorio de lo que significan piezas como unas sillas de Marcel Breuer o una cómoda de líneas perfectas de Michael Van Beuren.
Este es el caso de Galería Córdoba, un proyecto nacido de la mente de un psicólogo que encontró en los muebles su verdadera pasión y que, a partir de su gusto intrínseco de buscar y buscar joyas de diseño, emprendió el camino para montar un departamento habitable y habitado en la colonia Roma que, a la par, sirve como un showroom vivo de artículos de diseño de distintas épocas.
Al ser una casa en la que David Montes de Oca vive, el proyecto de venta de los muebles que lo acompañan en su día a día es un discreto establecimiento que se puede encontrar en Instagram como galeria_cordoba, pero al cual solo se puede acceder mediante una cita.
“Generalmente esto está lleno de cosas”, comparte en una plática el anfitrión de este impecable espacio que cuenta con su propia curaduría, pues él es el encargado de todo lo referente a este proyecto, desde la búsqueda, la restauración, el interiorismo y la venta.
Galería Córdoba, que recibe su nombre por la calle en la que se ubica. Tiene sus inicios hace más de una década, cuando David apenas comenzaba en este mundo del coleccionismo de arte, objetos y mobiliario del movimiento moderno. Recuerda que su primera adquisición fue una Eames lounge chair que, estima, pertenecía a la década de los 70. Este también fue su primer reto de restauración y de desapego, pues entendió que para él lo más importante, o lo que más le mueve en este trabajo, es continuar en la búsqueda de nuevos tesoros, para lo que tiene que deshacerse de lo ya existente en su hogar/bodega.
Un apasionado de ir religiosamente a los mercados de pulgas es generalmente ahí en donde encuentra las piezas que llegan a su hogar para luego salir con nuevos dueños que, como él, valoran la riqueza que significa tener una pieza de esa calidad, tanto de materiales como de manufactura.
“Todos los domingos voy a la Lagunilla (un popular mercadillo de antigüedades de gran tradición en la Ciudad de México). Los sábados voy a otro mercado muy similar que está en Cuauhtémoc; también hago búsquedas en línea o voy a explorar a los flea markets de Estados Unidos. También, la realidad es que ya conozco a mucha gente, entonces a través de ellos llegan algunas piezas”, comparte entre sus secretos.
Con sus dos visiones: la de coleccionista y la de empresario, tiene claro que aún le falta por encontrar objetos de algunos de sus grandes ídolos, aunque recientemente se ha hecho de unas sillas de George Nakashima que consiguió en Estados Unidos y que considera que son algunos de los objetos más valiosos y especiales que ha conseguido en sus 10 años como curioso recolector de piezas de diseño.