La ex primera dama de Estados Unidos es, sin duda, un gran ejemplo a seguir, su actitud siempre atinada en combinación con su buen gusto a la hora de vestir la convierten en un referente obligado de sus contemporáneas y por supuesto de las nuevas generaciones.
Sin embargo, parece que sus preferencias para el desayuno no siempre fueron las más atinadas, pues en su reciente aparición en el podcast Your Mama´s Kitchen, Michelle Obama sorprendió con una divertida confesión sobre sus hábitos matutinos, al declararse fan de los sándwiches de jalea con mantequilla de maní.
Esta costumbre, según explicó, comenzó desde muy pequeña, como un acto de rebelión en casa donde se servían desayunos muy completos: “Teníamos grandes desayunos porque mi hermano era un atleta en crecimiento. Así que fue todo: cereal seguido de huevos revueltos o fritos seguidos de muchas tostadas y tocino y salchichas. Así que el desayuno era grande.”
Pese a la insistencia de su madre para que probara otros alimentos, fue Michelle quien finalmente terminó convenciéndola de que su elección también representaba un desayuno nutritivo.
“[Comí] mantequilla de maní y jalea todas las mañanas hasta que fui a la universidad. Eso fue todo lo que realmente me gustó. Fue una especie de compromiso que hice con mi madre porque tiene cacahuates, proteínas, un poco de aceite. No hay nada malo con el pan si estamos tomando tostadas, ¿por qué no puedo tomarlo en forma de sándwich y jalea?”.
Sin duda, un argumento que reafirma la inteligencia de la ex primera dama. Pero, como toda super heroína, Michelle también encontró su debilidad y finalmente desistió a su afición hace ya 25 años, con la llegada de su primera hija, Malia quien resultó ser alérgica a la crema de cacahuate. Una condición que por fin eliminó a este alimento de la lista del super de la familia.
En el pasado, la esposa de Barack Obama ya ha develado algunos detalles de sus hábitos alimenticios y aunque no está sometida a ninguna estricta dieta, pues asegura que le gusta mucho comer, si procura mantener una ingesta balanceada en la que se incluyen: verduras y proteínas. Otro de sus secretos es realizar varias comidas en poca cantidad; además de llevar a cabo una rutina de ejercicio diaria en las que incluye la caminata, yoga y pilates.