En las manos de la fotógrafa se alberga la magia de convertir un efímero instante en un recuerdo tangible, a través de su cámara. Siempre lo tuvo claro, su espíritu artístico la llevó a matricularse en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, solo para descubrir su verdadera pasión: la fotografía.
De la mano de Manuel Álvarez Bravo, de quien después sería colega, recorrió distintos rincones de México y Latinoamérica documentando la forma de vida de algunos pueblos como: Juchitán de Zaragoza, en Oaxaca junto al maestro Francisco Toledo y el pueblo en Sonora.
Su trabajo le ha valido el reconocimiento internacional. Expuso en el Centre Pompidou, en París; el Museo de Arte Moderno de San Francisco, de Arte de Filadelfia y la Fundación Mapfre en Madrid, solo por mencionar algunos
Haciendo del blanco y negro uno de sus sellos distintivos, Iturbide dedica gran parte de su obra a la muerte, involucrando en su portafolio imágenes de cementerios y lo relacionado con el culto a la muerte, tan representativa de la cultura mexicana.
“La fotografía para mí es un ritual. Salir con la cámara, observar, fotografiar los aspectos más mitológicos de las personas, luego ir a la oscuridad, desarrollarse, seleccionar las imágenes más simbólicas “
Así describía la fotógrafa el proceso con el que convertía lo cotidiano en arte. Aquella transición del sonido del obturador a la pieza de papel impresa que le valió importantes reconocimientos como el Eugene Smith Memorial Foundation en 1987, el Gran Premio del Mois de la Photo de París en 1988 y el Gran Premio Internacional del Museo de Fotografía de Hokkaidō en 1990 o el Hasselblad Award en 2008, convirtiéndola en un referente para las viejas y nuevas generaciones.
La artista, de 81 años fue además partícipe de las páginas del libro Her Dior, que reunió cerca de 160 imágenes capturadas por Graciela Iturbide y sus colegas; Fabiola Zamora, Maya Goded y Tania Franco Klein para resaltar el espíritu feminista de la reconocida firma creada por Christian Dior, en 1946.