Pasan los días, pero el mundo sigue sorprendido ante lo que sucedió la semana pasada cuando se anunció que una cápsula submarina que realizaba una visita a los restos del Titanic había pérdido comunicación con tierra. El oxígeno limitado con el que contaba la nave hacía de la situación un caso extremo, en el que se dio toda una movilización internacional por tierra, aire y mar para intentar salvar a los cinco tripulantes que viajaban en ella. Aunque desde el primer momento, las autoridades intentaron guardar toda discreción sobre la identidad de los pasajeros, poco a poco se fueron revelando sus nombres, destacado el dúo de padre e hijo británicos, de origen pakistaní, que se encontraban a bordo. A pesar de que la mayoría de los exploradores eran hombres adultos, el chico tenía solo 19 años, lo que hacía su caso uno especial dentro de esta historia. Desgraciadamente, el peor desenlace se dio el jueves, que se consideraba el día clave de la búsqueda por la limitación de oxígeno, cuando se encontraron los restos de la cápsula, indicando que lo más seguro es que haya sufrido una implosión dentro del océano por la presión de la profundidad a la que se encontraban. Tras esta dura noticia, las declaraciones no han faltado, pero ha habido una que ha conmovido especialmente, la otorgada por la esposa y madre, respectivamente, de dos de las víctimas de esta tragedia.
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Los familiares de los tripulantes del submarino se unen en su dolor
Las palabras de una madre
Christine Dawood, esposa de Shahzada y Suleman Dawood, quienes viajaban en la embarcación, accedió a dar una entrevista a la BBC, en la que abrió su corazón sobre lo sucedido. A pesar de las declaraciones que habían surgido tras el accidente, en las que se apuntaba a que el chico estaba apanicado de realizar la expedición, parece que las cosas fueron distintas. Christine ha contado cómo es que su esposo y ella eran los que planeaban realizar la expedición, pero el viaje fue cancelado por la pandemia del Covid-19.
“Entonces, yo cedí mi lugar para que él (Suleman) fuera, porque en verdad quería ir. Yo estaba muy feliz por los dos, en verdad querían hacerlo desde hace mucho tiempo”, contó conmovida. De hecho, narró la decisión de su hijo para pasar el tiempo en el par de horas que tardaría la inmersión: “Suleman no iba a ningún lado sin su cubo Rubik. Dijo, ‘Voy a resolver el cubo Rubik 3,700 bajo el mar en el Titanic’”, y es que el chico era un experto de esa proeza, que solía lograr conseguir en tan solo 12 segundos de forma habitual.
Según se puede ver a través de lo que cuenta, el viaje parecía una gran experiencia, sin que imaginaran el terrible desenlace que tendría. Al ser cuestionada sobre las últimas palabras que cruzaron, dijo: “Bueno, solo nos abrazamos y de hecho, bromeamos, porque Shahzada estaba muy emocionado de bajar, parecía un niño chiquito. Así que la frase ‘perdimos comunicación’ es una que no quiero volver a escuchar en mi vida”.
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La pérdida de la esperanza
La pesadilla comenzó precisamente con esa frase que marcó a la madre británica, según cuenta, aquellos a bordo del Polar Prince -la embarcación desde donde se mantenía la comunicación con el submarino- fueron informados de que no se podían comunicar con el submarino, “No entendía en ese momento qué significaba, y a partir de eso todo fue en picada”, Christine narró sobre la dura búsqueda que se emprendió de primer momento: "Había tantas acciones que la gente de este submarino podía haber hecho para salir a la superficie... Buscábamos constantemente en la superficie. Había esa esperanza”, explicó, “Todos pensamos que simplemente iban a aparecer, por lo que el shock se retrasó unas 10 horas más o menos”, expresó.
A pesar de que el mundo mantenía la esperanza de que se lograra encontrarles, la señora Dawood, confiesa el momento en el que ella perdió toda ilusión de recuperar a su esposo e hijo. “Pasada la marca de las 96 horas, es cuando perdí la esperanza. Ahí fue cuando mandé un mensaje a mi familia en la costa, ‘Me estoy preparando para lo peor’. Los extraño, en verdad los extraño”, dijo Christine. Aunque ella estaba comenzando a aceptar la realidad que se veía venir, su hija de 17 años, que se encontraba con ella, estaba firme en que se lograría un milagro: "Mi hija no perdió la esperanza hasta que llamó a la Guardia Costera, cuando básicamente nos informaron que habían encontrado escombros". Al preguntarle si alguna vez encontrarán un cierre, su respuesta fue honesta: “¿Existe algo como eso? No lo sé”.