Tribeca Festival es una de las opciones más emocionantes de la primavera en Nueva York. El evento llena el área del bajo Manhattan con una selección de películas, programas de televisión y eventos que conectan a los neoyorquinos con una mezcla de voces nuevas y establecidas. Tribeca es uno de los festivales más importantes del país, creando una plataforma única que coloca a los éxitos de taquilla y a las películas independientes al mismo nivel.
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Hablamos con José Fernando Rodríguez, uno de los programadores del festival y miembro de la familia Tribeca desde hace más de una década. Desde el momento en que nos conectamos por Zoom, Rodríguez tenía ese brillo cinéfilo en los ojos, discutiendo la misión del festival y la robusta selección de películas y cortometrajes latinos de este año. En el transcurso de nuestra conversación, Rodríguez habló sobre su misión como programador y nos dio un desglose de las películas latinas que se proyectarán en el festival durante las próximas dos semanas. Concluimos nuestra charla hablando sobre la realidad del cine latinoamericano actual y de cómo la audiencia puede contribuir para que estas historias se sigan contando.
Boca Chica
¿Cuál es tu posición a la hora de seleccionar películas para el festival de Tribeca?
José Rodríguez: Creo que un buen programador debe de tener ese sexto sentido en saber la viabilidad de las películas en relación a la comunidad y a la audiencia con la que uno está trabajando. En Tribeca tenemos una responsabilidad con la comunidad de Nueva York, que es una ciudad multicultural. Tenemos que tener en mente esa sensibilidad pero también ser realistas de que la audiencia neoyorquina tiene dos caras: está la audiencia que le gusta el cine más comercial con actores famosos y la audiencia que le gusta ese cine independiente autoral, quizás más experimental, más avant-garde. Yo creo que el festival Tribeca consistentemente logra ese balance de conseguir películas que van a hacer mucho dinero y se van a distribuir con facilidad y de descubrir películas más autorales y creativas.
¿Qué me puedes decir de la selección de películas latinas de este año?
Rodríguez: A nivel macro, la gran mayoría de las películas en competencia este año son dirigidas por mujeres. Son de muy buena calidad. En el lado latinoamericano, tenemos una buena diversidad de historias. Algo que me enorgullece mucho es que nuestra programación latina nunca se enfoca en estereotipos ni en clichés. Es una prioridad para nosotros preservar esa originalidad y esas perspectivas únicas. Una de mis películas favoritas este año es “Boca Chica“, una película de ficción, coming of age, dirigida y escrita por Gabriella Moses. Ella ha sido alumna de Tribeca varias veces y esta es su opera prima.
“Boca Chica” cuenta la historia de Desi, una muchachita de 12 años, que se cría en la costa de República Dominicana. Ella quiere ser cantante y salir de su comunidad e independizarse. Algo que le impide lograr este sueño es que hay unos secretos familiares que estallan cuando su primo decide regresar a Boca Chica a casarse. Entonces, dentro del contexto de una boda resaltan secretos familiares mientras que a la vez ella encuentra su voz, y su confianza y autoestima. La actuación principal de la niña es fenomenal.
También tenemos “Richelieu”, que es una coproducción canadiense-guatemalteca dirigida por Pier-Philippe Chevigny. Es un drama enfocado en trabajadores inmigrantes y una señora que es su traductora. La película sigue su conflicto en ser intermediaria entre los trabajadores migrantes y la empresa canadiense. Habla mucho de la identidad de inmigrantes, de la comunidad agraria y laboral en Norteamérica y de la identidad latina. La manera en la que el realizador filma la película es estilo documental. Tiene una mirada muy potente de no ficción.
Otra que también quiero destacar es “A Strange Path” que es un largometraje de ficción brasileño. El director, Guto Parente, explora la pandemia de una manera diferente que quizá no hemos visto en los últimos tres años. El drama se enfoca en un joven cineasta que regresa a su país y se reencuentra con su papá mientras que la dinámica entre los dos se está deteriorando. Todo esto sucede en pandemia y en cuarentena, entonces el joven está tratando de interpretar, comunicar y presentar su cine y su arte ante su papá, y lo que resulta es una manera terapéutica de lidiar con diferentes generaciones de hombres. El lenguaje visual de la película es muy potente. Tiene un aspecto melancólico que es muy conmovedor.
Parece que el festival tiene una selección bastante variada en temáticas. También incluye a Brasil, que muchas veces uno ignora al hablar de cine latinoamericano.
¡Exacto! La película también tiene ese contexto de Brasil con el presidente anterior, Jair Bolsonaro, y la pandemia bajo su administración. No es directamente política, pero sí tiene esa corriente narrativa.
Este año en Tribeca también hay un programa de cortos que tuve el honor de programar. Yo soy 98% programador de largometraje y 2% cortometraje. Hice este programa el año pasado por primera vez y lo volví a hacer este año seleccionando cortos que específicamente exploran temáticas raras y extrañas. Se llama “La vida no es normal”. Cada corto presenta una realidad que a nivel superficial parece normal, pero no lo es.
Este año tenemos siete realizadores de México, Argentina, Chile y Bolivia, explorando temas Queer, LGBTQ, todos con una personalidad muy potente, que va a crear mucho diálogo. La mayoría de estos cortos están teniendo su premier mundial.
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Como programador, estás expuesto a muchos debuts de directores y de talento nuevo, ¿sientes algún cambio o desarrollo en términos de las temáticas y las películas que hoy en día produce el cine latinoamericano?
Sí. De lo que yo he visto creo que los realizadores están apoderándose y sintiéndose más confiados en sus visiones originales y particulares. Los recursos, la financiación, las maneras de apoyo para desarrollar y financiar el cine latinoamericano siguen siendo difíciles y tumultuosos. Hay países que están más estables, otros que han decaído, pero consistentemente lo que veo más y más son realizadores despojándose de las temáticas y las historias clichés y apoderándose más de lo que genuinamente quieren contar y tomando riesgos. Quizá no les salga bien, pero los siguen haciendo y encontrando su camino. Esa originalidad se sigue sintiendo cada año.
A Strange Path
¿Qué recomiendas para alguien que quiera ver más cine latinoamericano?
La mejor manera para familiarizarse con el cine latinoamericano es ver cine latinoamericano. Le diría a la audiencia neoyorquina que vengan al festival esta semana, del 7 al 18 de junio, a ver películas en persona. Para la gente que no está en Nueva York o que prefiere ver películas en casa tenemos nuestra plataforma virtual, Tribeca at Home.
Para personas que viven fuera de Nueva York, ya sea en el medio de Estados Unidos o en Puerto Rico, en el caribe o en Europa, vean cine latinomericano en salas de cine. Si se enteran de que hay una película argentina en una sala de un teatro vayan a verla porque la taquilla es un símbolo. Pagar por una entrada de cine para una película latinoamericana va a permitir que se sigan distribuyendo estas películas y que se sigan viendo donde sea que haya una audiencia. Es un ciclo.