Hay series que más que entretenernos nos hacen reflexionar sobre las conductas sociales que suceden a nuestro al rededor. Y Parot es una de ellas. Protagonizada por la actriz española, Adriana Ugarte, esta nueva propuesta original en Paramount+, el servicio premium de streaming de ViacomCBS, te dejará con muchas dudas y el supuesto caso del “¿qué hubieras hecho tú?”.
Y es que la trama de una investigación policial se une a situaciones como hacer justicia por mano propia, asuntos políticos y traumas de un abuso. Varias historias que giran en torno a la controvertida anulación de la doctrina Parot por el Tribunal de Estrasburgo en 2013, limitando o reduciendo las penas de los presos por trabajos y estudios, y liberando a casi un centenar de violadores terroristas y asesinos múltiples en la sociedad. Gente que después aparece sin vida a manos de sus propias víctimas en busca de justicia.
Con una trama que podría dividir opiniones entre los espectadores, Adriana Ugarte charló con HOLA! USA sobre su papel como Isabel Mora, y nos contó qué podremos esperar de su personaje, qué tanto se parecen entre sí y la importancia de sentirse empoderada a pesar de los cambios físicos.
Además, explicó el mensaje de la serie, cuyos 10 capítulos ya están disponibles en la App de Paramount +, y en la que podrás apreciar el talento de actores como Iván Massagué, Michel Brown, Javier Albalá, Blanca Portillo, Patricia Vico y Nicole Wallace.
Háblanos un poco sobre este proyecto, ¿cómo llega a tus manos la historia?
“Directamente de las manos de la productora y por medio de mi representante. Empiezo a leer los guiones y al enterarme de la historia y quiénes serían mis compañeros, no tuve muchas dudas. Me parecía que era muy potente poder interpretar a un personaje tan desconectado de su propio dolor y su propio trauma. Cómo una huida hacia adelante que es cada vez más destructiva. Esto me generaba una ternura que me impulsaba a estar cerca del personaje”.
¿Qué hay sobre la psicología de tu personaje en ‘Parot’?
“Isabel Mora fue abusada a los 16 años. Sigue su sentir y decide tener a la hija fruto de ese embarazo, una hija que probablemente le recuerde todos los días de su vida el drama que vivió en su propio cuerpo, pero a la vez, que ha sido el motor y la única razón para seguir viva porque probablemente se habría suicidado”.
“Isabel es un personaje consciente de sus limitaciones, de su dolor y de su estancamiento pero incapaz de ponerlo en palabras y buscar soluciones porque, cree que si abre la puerta al miedo y al dolor, se va a ahogar. Es algo con lo que muchas personas se pueden identificar, este miedo a encarar tus propios fantasmas porque piensas que te van a doblegar”.
¿Qué retos te generó encarnar la historia?
“El reto de jugar a la cara social, menos reflexiva, más satisfecha de Isabel Mora. Esa cara más destrozada y huérfana emocionalmente en su privacidad. Intentar buscar ese equilibrio y que el punto de vínculo fuera coherente”.
¿Qué similitudes hay entre tu personaje y tú?
“Tenemos varias cosas en común. Creo que las dos somos muy perfeccionistas. Creo que en nuestro ser interno las dos somos bastante insatisfechas. Yo todavía, lo dejaré de ser”.
“Creo que nos diferencia que aunque me cueste, mi respuesta ante el dolor es lanzarme. Y aunque resulte insoportable prefiero ir que quedarme parada y disimular que no pasa nada. Los procesos de dolor son terribles, tienes la sensación de que te están restando mucha vida, pero creo que si los pasas por encima, la vida que vives es de menos calidad”.
¿Cuál crees que es el mensaje detrás de esta serie?
“A mí me parece que nos lanza varios. Ponen sobre la mesa un debate muy interesante que es si la justicia y la ética van siempre de la mano. No necesariamente lo justo es lo adecuado ni lo esperado por todos. Probablemente la justicia sea limitada y no pueda recogerlo ni satisfacer a todas las partes”.
“Hay situaciones como esta, la derogación de la Doctrina Parot y genera una revolución en las calles y, sobre todo, en los corazones de muchas familias. Genera un debate muy interesante que es si las personas que han llegado a cometer actos atroces son capaces de sanarse y de volver a formar parte de una sociedad civilizada”.
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Háblanos un poco de ti... ¿cómo inicias en la actuación?
“A mí me gustaba muchísimo la interpretación desde que era muy pequeña. De niña, de cuatro o cinco años, mis padres nos llevaban al cine o al teatro a mi hermano y a mí. En casa trabajaban mucho en llevarnos a lugares y que conociéramos cosas distintas”.
“Desde que tuve la experiencia de estar en una sala de cine con las luces apagadas y con esa sensación de ceremonia con tantas personas en el mismo lugar y en silencio, cosa que pasa pocas veces, sentí una paz y magnetismo hacia la pantalla que dije: ‘Yo quiero estar ahí. Quiero jugar a eso’”.
“Se lo propuse a mis padres, y la primera respuesta fue negativa. A medida que pasaron los años, de adolescente, empecé a meterme en teatro. Me permitieron compaginar el colegio con personajes episódicos en series, cortometrajes. Hasta que empecé la carrera me permitieron hacer mi primer largometraje”.
¿Qué recuerdas de tus primeros trabajos?
“Hay algo que me encanta que es la sensación de que aunque estás muerta de miedo porque no conoces nada del medio, no conoces la dinámica técnica, incluso el lenguaje de los directores se te hace ajeno y extraño. Pero hay algo fantástico, puro porque no tienes un catálogo para elegir varias posibilidades. Vas directamente jugando de la intuición hacia afuera, de estímulos a la reacción. No hay tanto proceso intelectual. Es una cosa muy visceral y muy virgen”.
“Lo recuerdo y lo intento incorporar en el presente. Que la experiencia permanezca en mí, pero que no me límite para el siguiente trabajo”.
¿Cuál fue el mejor consejo que recibiste y que aún aplicas en tu carrera y el día a día?
“Hay uno muy bonito que me dio una persona muy especial, que tiene que ver con el cuidado y la relación con el trabajo. Siempre me dijo que aprendiera a manejar el mundo laboral y no permitir que él manejara mi bienestar. Esa búsqueda de equilibrio siempre ha sido muy positiva para mantener un poco mi salud”.
A este nivel de éxito, ¿qué sientes al ganar un premio o estar nominada? ¿Te sigue emocionando igual?
“¡No, me emociona muchísimo más! Porque llevas ya bastantes más años trabajando, invirtiendo mucho corazón e ilusión en muchos proyectos que a veces funcionan y a veces pasan desapercibidos. A veces se valoran, a veces nadie comenta nada”.
“Tienes que hacer un trabajo muy profundo de intentar ser independiente al juicio y a la opinión ajena. No intentar trabajar para buscar el reconocimiento. Es verdad que cuando sucede, con premios como el de la Unión de actores que es un reconocimiento de parte de los actores y actrices, es muy potente y emocionante”.
“Pasar los años y envejecer en esta profesión y sentir el apoyo de tus compañeros, del público y de la prensa, de la Academia, es una cosa muy gratificante”.
Este año te vemos con un nuevo look que muchos considerarían arriesgado, ¿cambió algo en ti?
“Sí, el año pasado me corté el pelo para Parot como en V por debajo de la oreja. Llevaba 10 años con el pelo por debajo del pecho, muy largo. Y después, para una película, ‘El Lobo Feroz’, que hice a principios de año, el director me propuso cortarlo porque consideraba que iba a ser muy positivo para el personaje”.
“Siempre he estado muy vinculada a mi pelo, he depositado mucha seguridad, como mi atractivo en la melena, el pelo largo. Al final son elementos que socialmente nos venden como que tiene que ver con la sensualidad: el pelo largo, las uñas largas, las curvas... Y de repente te empiezas a hacer muy esclava de elementos externos”.
“Otra cosa es que te identifiques. A mí me gusta el pelo corto, pero no me identifico y echo de menos -igual que el fumador- la sensación de tener algo entre los dedos, de tocar mi pelo y hacer cosas con él. Lo echo de menos porque para mí formaba parte de un lenguaje interno”.
“Pero sí me ha traído muchas cosas positivas, como el compromiso con mi trabajo, saber que estoy a la disposición y si mi personaje lo requiere, así es. Es el tipo de iniciativa que genera variedad, y es una riqueza que agradece el espectador, poder verte y verte transformada. A ti te permite acceder a personajes distintos. Si el espectador se olvida de que está viendo a Adriana Ugarte y se concentra en el personaje, para mí es un triunfo”.
¿Qué le dirías a quienes quieren cambiar, pero no se atreven?
“Sólo les aconsejaría que se preguntaran qué les da miedo. ¿Por qué no se atreven? ¿Qué miedo hay al rechazo? Al final creo que el rechazo es lo que está siempre debajo de todas nuestras maneras de funcionar. ¿Por qué nos da miedo que nos digan ‘ya no estás guapa’, ‘ya no eres tan interesante o sensual’?”
“A mí me pasó que me corté el pelo y experimenté unas semanas de mucho empoderamiento. Porque, además el personaje de El Lobo Feroz necesitaba que me demacrara... Era una cosa tan bestia que dije: ‘¡Aquí estoy yo!’. Y fue un ejercicio muy terapéutico. A mí me ayudó muchísimo”.