El pasado 25 de julio el Centro de Gimnasia de Ariake en Tokio 2020 vivió uno de los momentos más emotivos para la deportista Oksana Chusovitina. Rodeada de participantes muy jóvenes en todas las disciplinas ella demostró que la edad es tan sólo un número al participar en su octavos Juegos Olímpicos a los 46 años. A pesar de no haber calificado a la final de gimnasia, Oksana se retiró con lágrimas de felicidad, ya que se despide con orgullo de su última aparición olímpica. Con una una trayectoria increíble, que nadie más ha logrado hacer hasta el momento, es una verdadera inspiración para el mundo deportivo al ser la única participante en acumular ocho justas veraniegas en una disciplina tan complicada como lo es la gimnasía artística. Los jueces, atleta y entrenadores presentes en el centro gimnástico la acompañaron con una emotiva ovación de despedida.
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¿Quién es Oksana Chusovitina?
Originaria de Bujará Uzbekistán, Chusovitina es la gimnasta más longeva en la historia de los Juegos Olímpicos. A sus 46 años ha logrado participar en ocho ediciones de la justa veraniega obteniendo resultados espectaculares. Su carrera como gimnasta elite comenzó a los 13 años cuando ganó su primer nacional en la categoría junior en donde todavía participaba bajo la bandera de URSS. Un año más tarde se subió a la categoría senior y empezó a salir a competencia internacionales. Uno de los datos más peculiares de la gimnasta es que a lo largo de su carrera ha logrado representar a tres países diferentes en Juegos Olímpicos. En Barcelona 1992 hizo su debut olímpico como miembro del equipo unificado tras la disolución de la Unión Soviética, en donde ganó la presea de oro en la modalidad de salto. En Pekín 2008 y Londres 2012 compitió con la bandera alemana. Y finalmente bajo la bandera de Uzbekistán participó en los juegos de Atlanta 1996, Sídney 2000, Atenas 2004, Río 2016 y Tokio 2020.
Un ejemplo a seguir.
Oksana no sólo es una excelente atleta y motivación para muchas de las jóvenes gimnastas, sino que también es una espectacular madre y de las pocas en la historia de cualquier disciplina deportiva en regresar a las competencias tras el parto. En el 2002 su hijo, Alisher, de tan sólo 3 años, fue diagnosticado con leucemia y para poder brindarle el tratamiento necesario toda la familia de Chusovitina se mudó a Colonia, Alemania ya que en Uzbekistán no podían ofrecerle la atención necesaria. Después de haber obtenido su nacionalidad ahí fue cuando la gimnasta decidió regresar a la arena competitiva para poder cubrir los gastos médicos y desde entonces no se ha rendido. En esta edición olímpica la uzbeka sólo participó en su mejor categoría, el salto de caballo en donde lamentablemente no logró obtener los puntos para calificar a la final.
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Sabiendo que su esfuerzo no fue suficiente en esta ocasión, Oksana se empezó a despedir con lágrimas de felicidad del pabellón olímpico y de los atletas, entrenadores y jueces los cuales no dudaron en regalarle uno de los momentos más emotivos en la historia del deporte, ovacionándola y formando un pasillo de honor para homenajearla. Así como los uniformes de otros equipos han dado mucho de qué hablar en estos Juegos, la competidora representante de Uzbekistán también decidió usar un leotardo con un significado muy especial para ella en el que se podía admirar en grande el número ocho en honor a su última reta olímpica.