Después de recorrer un largo camino de rosas y espinas, Demi Lovato se convierte en el testimonio viviente de una historia de éxito. Tras superar una difícil etapa, en la que los excesos la alejaron de sí misma, la cantante se sincera y admite que debido a su tren de vida jamás imaginó llegar viva a los 21 años. La joven, de ahora 23 años de edad, habló de cómo ha cambiado su percepción de la vida, en comparación de hace unos años y de cómo vivía antes.
Desde que la cantante encontró el equilibrio no tiene empacho en compartir su historia con la que busca crear consciencia: “He vivido rápido y moriré joven, ni siquiera pensaba que llegar a los 21”, declaró a la revista American Way la intérprete de Confident.
Así, valiente como enfrentó sus problemas, Demi confesó que además de los excesos, el trastorno de bipolaridad que le fue diagnostica en 2010, tuvo que lidiar con sus trastornos alimenticios, una conducta que aseguró fue algo que vio en casa: “Si vives alrededor de alguien que pesa menos de 40 kilos (refiriéndose a su mamá) y que tiene un desorden alimenticio es difícil no crecer de esa manera”, dijo. La cantante, quien entró por primera ocasión a rehabilitación a los 17 años, contó que el trastorno de su mamá se agravó cuando ella y su papá (quién también padece bipolaridad y alcoholismo) se separaron.
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Siendo muy pequeña, Demi tuvo sortear este tipo de problemas que, sumados con la fama, no fueron una buena combinación y desembocaron en una adolescencia rebelde. Ahora que va camino a la madurez, reconoce que haber hecho pública su historia ha servido para que muchos de sus fans, que pasan por momentos difíciles, sepan que no están solos.
“Cuando viene alguien y me enseña sus marcas y me dice ‘por ti he dejado de autolesionarme’, mi vida vuelve a cobrar sentido”, dijo la cantante, quien realmente admite que la lucha contra sus demonios es una labor de todos los días.