Marlene Kalb nos cuenta los detalles detrás de su regreso a la televisión

Terminé la preparatoria y quería ser bióloga marina, pero no pasé mis exámenes. Mi mamá para animarme me recordó cuánto disfrutaba el arte, la literatura y ella fue quien me dio la idea de estudiar actuación, así que metí mis papeles al CEA de Televisa. Estudié ahí los tres años y a partir de entonces no he parado. Es mi pasión. Siempre lo digo, ojalá todo el mundo se diera la oportunidad de al menos tomar un curso de actuación, porque es muy interesante, profundizas muchísimo el trabajo mental, emocional y con tu cuerpo. Me encanta tener la oportunidad de interpretar diferentes vidas.

Cualquier proyecto es un reto. Hay que estudiar el personaje y todo el entorno. Es un enorme compromiso.

Me paso mucho, a Erika Buenfil la veía en las telenovelas porque mi familia era cero novelas y a mí me encantaban. Con César Évora, Silvia Mariscal, Daniela Romo y Diana Bracho, actores de primera con los que veía lejano trabajar porque son unos primeros actores, muy profesionales y para aprenderles muchísimo, no porque me dieran instrucciones, pero al verlos trabajar, como estudiaban, estaban al pendiente de todo, y eso habla muy bien de los grandes que son.

Sí, totalmente. Muchas veces la telenovela está un poco denostada porque la gente piensa que son historias sencillas sin profundidad, pero no ven detrás de cámaras lo pesado que es crear un producto así. Para que tu personaje salga bien tienes que dedicarle su tiempo.

Sí, no sé si me encantaría interpretar personajes que tengan que ver aspectos violentos. A mí lo que me gustaría es que toda la familia pueda ver mi trabajo en el futuro y los disfrute. De hecho, cuando me hablan para algún proyecto esos son los personajes que me ofrecen, porque, aunque puedo ser polifacética esos son los papeles que me gustan. No pienso hacer escenas en la que les tenga que tapar los ojos a mis hijas.

Me gustaría hacer una comedia romántica, que pueda ver toda la familia y reírse juntos.

Sí, ser mamá te limitaba en muchas cosas, sobre todo en lo social, afortunadamente yo hablé con mi doctor y me dijo “estás perfecta”, mi mamá se ofreció a ayudarme con las bebés y mi esposo fue el primero en animarme. Al final sí se pudo y no me convirtió en una mala madre, al contrario, creo que si yo estoy bien conmigo misma voy a estarlo con mi familia. Fue un triunfo para mí.

Mi mamá me apoyó muchísimo. Ella dormía con la pequeñita que se despertaba a pedir leche, para que yo no tuviera que despertarme en las madrugadas. ¡Se voló la barda! Tengo amigas que me decían, a mí encantaría hacer lo que me gusta, pero yo no tengo apoyo y yo no habría podido regresar a lo que es mi pasión sin mi madre y mi esposo.

Él siempre ha dicho: 'yo la conocí terminando su formación en el CEA y la voy a apoyar hasta que ella quiera'. Mi trabajo nunca ha sido un tema. Es algo mutuo, yo también lo apoyo en su trabajo y eso nos ha permitido tener un matrimonio muy armónico.

Todo el tiempo nos reímos mucho, nos incluimos en todo y el que tengamos buena relación con los amigos del otro también ayuda.

Sí, yo sí soy de la idea de agrandar familia, pero una familia con valores para crear buenos seres humanos. Pienso en crear un mundo mejor con personas buenas.

Haciendo lo que quieran, eso sí, con respeto y sin dañar a nadie, pero siguiendo sus sueños para convertirse en profesionales en lo que sea que decidan. Que no se limiten y siempre sepan que tienen una familia atrás que las apoya.

Soy un pulpo, de repente yo tenía que organizar la casa en Veracruz desde la Ciudad de México.

Soy una mujer tranquila y soñadora. Cero aprensiva y eso ayuda mucho porque soy sociable y me encanta reunirme con mis amigos para ir a comer. También me gusta estar en casa viendo películas, aunque últimamente con mis dos hijas no he podido hacerlo.

Como ya va a la escuela les dice “mi mamá sale en la tele” y es padrísimo. Tiene 3 años así que solo me ve tres segundos y vuelve a lo suyo.