Han pasado casi 20 años desde el devastador tsunami del océano Índico que azotó a varios países del sur y sudeste asiático, pero para Petra Nemcova es algo que jamás olvidará. La supermodelo vacacionaba en Tailandia con su novio, el fotógrafo Simon Atlee cuando el desastre natural arrasó con el bungalow en el que se hospedaban y con todo a su paso. Esta dura experiencia, en la que desafortunadamente perdió a su entonces pareja, le dejó también valiosos aprendizajes que recientemente compartió.
En entrevista con People, Petra contó que inició aquel 26 de diciembre 2004 con un desayuno con su novio y un paseo por la playa. Sus vacaciones habían terminado, y ambos se preparaban para regresar a casa ese mismo día. Estaban en su bungalow alistando sus pertenencias cuando fue sorprendida por gritos provenientes de la piscina.
“Todo pasó en fracciones de segundo. Miré hacia arriba y vi un movimiento frenético y gente saltando, y al segundo siguiente la ola se estrelló contra el bungalow y rompió todos los vidrios de las ventanas”, contó la modelo. El agua arrasó con la habitación y los vidrios le causaron heridas. Un terremoto de magnitud 9.1 frente a las costas de Indonesia provocó que el mar golpeara todo con una fuerza catastrófica.
En medio del caos, se filtró la voz su novio. “Escuché a Simon gritar mi nombre y fue la última vez que lo escuché”, recordó. Atlee fue una de los más de 250 mil víctimas mortales que dejó el tsunami en varios países, entre ellos Indonesia, Sri Lanka e India. Pasaron meses antes de que el cuerpo de Simon fuera recuperado.
En aquel instante, Petra pensó que su vida también había llegado al límite. “En un momento dado ya no podía respirar y pensé: ‘Ya está, es mi último momento’. Y me dejé llevar. De hecho, fue el momento más feliz de mi vida”, contó la modelo, quien hoy tiene 45 años. Pero ese no era su destino. “Y entonces, por algún milagro, pude volver a ver el cielo”, narró, explicando que se sujetó a las hojas de una palmera, y se aferró durante “ocho horas increíblemente largas”.
El dolor de Petra era insoportable, tenía la pelvis fracturada en varias partes y no podía moverse. Esa sensación se sumaba a la fuerte carga emocional por lo que estaba presenciando a su alrededor. Poco a poco, los gritos que escuchaba, entre ellos de los niños que había visto jugar en la alberca, se iban apagando. “Media hora después, ya no podía oírlos, y eso significaba que no podían aferrarse. No podía nadar hacia ellos porque estaba atrapada entre los escombros. Ese día, no pude ayudar”, explicó.
Su vida después del desastre
Petra convirtió aquella desgarradora experiencia en algo bueno: creó en 2005 Happy Hearts Fund, una fundación destinada a apoyar a los niños afectados por desastres. “Escuchar a los niños gritar pidiendo ayuda y no poder ayudarlos deja una huella muy fuerte. Hoy y todos los días tengo la opción de ayudar”, contó. Su labor altruista creció hasta convertirse en All Hands and Hearts, una organización que ayuda a la reconstrucción de comunidades globales afectadas por las inclemencias de la naturaleza.
Hoy la modelo alterna este trabajo con su vida en pareja junto al empresario Benjamin Larretche, con quien se casó en 2019 y tiene un hijo de cinco años. Viven en Miami, cerca del agua, pero por fortuna, ella logró hacer frente a su temor a este elemento. En la primavera de 2005 viajó a Tailandia para el homenaje a las víctimas y quiso sumergirse en las mismas aguas que lo hizo antes de la tragedia.
“Me sumergí en el agua y entré en pánico. Mi corazón latía tan rápido que ni siquiera podía respirar bien, pero es muy importante no vivir una vida con miedo. Por eso lo hice”, contó. “Y luego perdió poder sobre mí. Si valoras el don del aire, si valoras la capacidad de mover las piernas, todo lo demás es mucho más rico. Tu vida es más feliz. Estás viviendo en lugar de simplemente sobrevivir”, reflexionó.