Entrevista HOLA! AMÉRICAS

Erika de la Rosa se sincera sobre los retos de su maternidad y su faceta como actriz fuera de México

La artista es madre de dos; una preadolescente y un pequeño de tres años. Actualmente está en Colombia, trabajando en un proyecto que la tiene ilusionada


Monica Tirado
Editora de Actualidad
Mayo 24, 2024 4:45 PM EDT

Ser madre no es cosa fácil; es un reto 24/7 en el que además de dar vida, las mamás se convierten en chefs, psicólogas, doctoras, choferes y un largo etcétera... y si a esas múltiples ocupaciones sumanos una profesión, es un desafío doble. Justo así lo vive la actriz mexicana Erika De La Rosa, quien tiene dos hijos; Ana Lucía Álvarez, de 12 años, fruto de una relación anterior, y el pequeño Dante De La Cruz, de tres años, de su actual matrimonio. Con una preadolescente en casa y un niño de tres años y medio, las cosas podrían ser un poco caóticas, pero en este camino de la maternidad, Erika reconoce que ha aprendido a pedir ayuda y delegar, algo que considera de suma importancia, pues sin ese sistema de apoyo que ha creado, no podría desarrollarse profesionalmente.

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© Giorgio Del Vecchio

Erika de la Rosa con sus dos hijos

En ese sentido, la actriz, quien actualmente reside en Colombia por un proyecto, conversó con HOLA! AMÉRICAS acerca de los universos en los que transita como mujer, esposa, madre y actriz. También nos compartió los detalles de su mudanza a Sudamérica, así como los retos qu enfrenta en casa al criar una preadolescente en tiempos de las redes sociales y un pequeño de tres años, además de contarnos a corazón abierto, la herencia emocional que no quiere dejar en sus hijos.

“Cuando vives en medio de una rutina así, que no está tan estructurada, a mí lo que más me ha ayudado, ha sido aprender a pedir ayuda y recibirla, y aprender a recibirla también”, nos dijo acerca de su forma de delegar y aceptar la ayuda de su núcleo cercano.

Seguramente el rostro de Erika te es familiar, pues tiene una trayectoria de casi 15 años en el mundo de la actuación en cine, teatro y televisión. Su último proyecto en México fue la producción Pacto de Sangre, donde compartió créditos con Alejandro Nones y Bárbara de Regil. También la hemos visto en otras producciones como Médicos, línea de vida, Cuna de lobos, Caer en tentación, Eva la trailera, entre otras, donde ha plasmado su talento.

© Giorgio Del Vecchio

Erika de la Rosa


Cuéntanos, ¿cómo es tener dos hijos y a la par llevar tu carrera profesional?

A veces me quiero tirar por la ventana (risas) sí es un reto. A veces sí es complicado. Sin embargo, al final del día siempre cuento mis bendiciones y creo que eso es una de las cosas más importantes que me han ayudado para sobrellevar esto, sobre todo tomando en cuenta mi trabajo y que no tengo un calendario fijo, ni horarios fijos. Cuando vives en medio de una rutina así, que no está tan estructurada, a mí lo que más me ha ayudado, ha sido aprender a pedir ayuda y recibirla, y aprender a recibirla también. En esta cosa de soltar un poquito el control y entender que yo no sería capaz de estar en un foro tantas horas si no confiara plenamente en los padres de mis hijos.

Mi hija mayor, Ana Lucía, es hija de mi primer matrimonio, y Dante, el chico de mi actual matrimonio. Y a los dos papás los necesito. Entonces, a los dos los tengo mentalizados de: ‘Necesito que tú te encargues de esto, necesito que tú me apoyes con esto’ y además tengo ayuda en casa. Entonces, las mamás necesitamos de muchas manos, de mucha gente para poder hacer las cosas que tenemos en mente.

¿Cómo han sido estos días en Colombia? Porque tengo entendido que estás en Colombia, que estás trabajando, pero también el cambio viene para los niños…

Ha sido un poco de terremoto, la verdad, sí. Ya tenemos un mes y medio acá en Colombia. Creo que ya estamos instaladísimos, ya entendemos la mecánica. Encontré una escuela para Dante, entonces Dante ya tiene entendidísimo que de lunes a viernes va a esa nueva escuela. Pero no deja de pedirme regresar a su escuela anterior. Cuando hacemos llamadas con papá o con su hermana, me dice: ‘Mamá, quiero irme a esa casa’. Me encuentro con un niño de tres años y medio que extraña por primera vez y lo expresa por primera vez. Y eso me partió el corazón. Y obviamente vienen las culpas de madre. Pero bueno, luego me viene esta otra voz y los comentarios de mis propias amigas que me conocen y me dicen: ‘Las experiencias de vida que les das a tus hijos a través de tu trabajo también son maravillosas’. Entonces, más bien goza esto.

¿Nos podrías compartir un poco sobre el proyecto en el que estás trabajando en Colombia?

Tenía ya, desde la pandemia, haciendo personajes de mujeres heroínas, de alguna manera, con circunstancias que las hacían sufrir. Y la gente me preguntaba: ‘¿cuándo regresas a un antagónico?’. A lo mejor puede sonar como muy esotérico o loco, pero yo sí creo que los personajes te eligen. Y en ese momento de mi vida estaba yo como en una situación personal en donde sí necesitaba sentirme más sensible y vulnerable, y de verdad los personajes que me llegaban requerían ese tipo de energía. Y cuando llega este, que se llama Violeta –que me voy a atrever a compartirles el nombre—que es la antagónica de la historia, pero no es cualquier antagónica, no es la típica antagónica que es el tercio entre los dos protagonistas y que se quiere quedar con el hombre.

Es antagonista porque la vida la hizo así, es una mujer agresiva, muy a la defensiva, que se mueven un mundo de hombres. Todo el tiempo está cuidándose los flancos, la viste de negro todo el tiempo, es muy oscura. La premisa de esta serie es una serie producida por Sony, y la premisa es que todos en el mundo tenemos a un doble, a una persona que es prácticamente idéntica a ti, pero que no tiene nada que ver contigo y que no estás relacionado biológicamente con esa persona. Es un ‘dramedy’, como dirían los norteamericanos, que es una comedia con toques de drama, pero es una comedia escrita por el señor Fernando Gaitán, que en paz descanse, el autor de ‘Betty la Fea’.


© Giorgio Del Vecchio

Erika de la Rosa y su hijo Dante

“Dante ya tiene entendidísimo que de lunes a viernes va a esa nueva escuela. Pero no deja de pedirme regresar a su escuela anterior”, nos dijo con cierta nostalgia, pues le duele de cierta forma ver que su hijo echa de menos su vida en México.

¿En algún punto sentiste como ansiedad, en el sentido de que tu maternidad y tu profesión fueran como ‘el agua y el aceite’? Algunas mujeres sienten como ese miedo, y quizá en tu caso llegaste a pensar que por ser mamá te llegarían menos oportunidades…

Cien por ciento. Con mi primera hija, como creo que la tuve en una etapa en la que mucho más joven me sentía imparable. Más bien creo que Ana Lucía llegó a darme un impulso y de verdad, a partir de que nació Ana Lucía, no paré de trabajar por muchos años. Pero con Dante, que ya me llegó en una etapa más madura y en una etapa más consciente, y en plena pandemia, cuando no sabíamos cuánto tiempo íbamos a mantenernos encerrados todavía. Yo sí llegué a pensar: ‘nunca más voy a trabajar’, ‘¿a quién le va a interesar verme actuar? Estamos entre la vida y la muerte. La gente está tratando de sobrevivir’… Me entró una crisis de una falta de seguridad y una falta de certeza entre las hormonas, entre convertirme en mamá de nuevo después de ocho años, entre la pandemia, entre tratar de mantener sanos, vivos y sanos a mi marido, a mis hijos y a mí misma.

Por eso insisto mucho en: hay que apapachar y hay que escuchar a las madres mucho. Las mamás necesitamos muchas manos, muchas cabezas, muchos corazones, mucha empatía, mucha paciencia para poder mantenernos activas, contentas y sanas mentalmente en un buen lugar en la sociedad, en una buena posición y al mismo tiempo para poder maternar a los hijos. Se necesita de mucha ayuda, hay que ser muy empáticos.

¿Cómo es la relación entre tus dos hijos? Hay una diferencia de edades entre ellos de ocho años…

Ahora mismo sí están en esa batalla de diferencia de edades, de diferencia de entendimiento. Dante no entiende, obviamente no tiene el raciocinio de muchas cosas, pero se aman muchísimo. Él la ama muchísimo, él se lo muestra de una manera más clara. Obviamente, los dos se aman mucho, pero yo veo a Dante como idolatra a su hermana, cómo la mira, cómo la ve a los ojos. Es muy cansado también, mental y físicamente. Es muy cansado estar apagando bomberazos con la adolescente en todos los días. Y luego, es muy cansado físicamente Dante, porque quiere correr, saltar, andar detrás de él, ahora ya se pegó aquí, ahora ya se pegó acá. Es tener ojos en la espalda y en todas partes para estar atenta a los dos.

¿Cómo es educar a una adolescente en estos tiempos? Porque antes no había redes sociales ni teléfonos inteligentes y ahora… ¿cómo lo estás haciendo?

Sí, de por sí esta etapa es una etapa tan vulnerable. Es bien difícil. Las redes sociales han venido a aumentar tanto lo bueno como lo malo. Entonces, en ese sentido, la hacemos sentir amada todo el tiempo; tiene a su padre biológico, que es un hombre súper presente y que la ama y la frecuenta en todos los sentidos. Y luego tiene a este otro padre, a mi marido, a quien conoce desde hace 10 años y la ha visto crecer y la ha educado junto conmigo. Entonces, trato de dejarle claro que es una niña muy afortunada y que tiene amor por doquier.

Para mí es importante que ella vea eso, que ella vea que una mujer es capaz de, a pesar de las decisiones que vaya tomando y que no sean un ‘by the book’, acorde a lo que la sociedad implica, sí es un by the book a mi amor propio y a mi manera de ver la vida. Y mi amor propio me dice que soy hoy por hoy una mujer muy feliz después de haber tenido un matrimonio y haber decidido terminarlo, y luego intentar otro. Son ejemplos que ella ve y que a mí me interesa que se sienta con esta capacidad de poder intentarlo, sin importar las veces que se tropiece. Y otra cosa que creo que es muy importante también, está muy chiquita, tiene 12 años, no le permito tener teléfono Tiene un dispositivo a través del cual hace muchos trabajos y tareas de la escuela, pero lo tengo controlado.


© Giorgio Del Vecchio

Erika de la Rosa y su hija Ana Lucía

“A mí me interesa que se sienta con esta capacidad de poder intentarlo, sin importar las veces que se tropiece”, nos dijo acerca de la forma en la que está criando a Ana Lucía.

En tus stories vi que compartiste un podcast sobre las herencias emocionales que no queremos pasar a nuestros hijos. ¿Cuáles serían esas herencias emocionales con las que tú quieres romper para que tus hijos crezcan un poco más liberados?

Qué buena pregunta, nadie me la había hecho y es algo que me pregunto a mí constantemente y que lo platico con mis mejores amigos. Es muy claro para mí un patrón que rompo yo ya hoy mismo y que no me interesa que ni Ana Lucía ni Dante repitan, es esta necesidad que nos ha dictado a la sociedad de que tenemos que cargar siempre con la familia o con tus padres, te hagan daño o no, te haga bien la manera en que ellos viven o no. Me ha costado en muchos sentidos, distinguir que mi familia son mi marido y mis dos hijos y que mis familiares son mis padres y mi hermana, en este caso tengo una hermana, y mis tíos y mis abuelos, y mis primos. Ellos son mis familiares. Mi familia es la que yo he hecho. Son mi marido y mis hijos. Y primero están ellos. Y primero está mi estilo de vida para con ellos nuestras metas personales, nuestras metas como familia, el tipo de educación que queremos dar. Y lo que vaya ad hoc, en mi vida de hoy por hoy, a lo que es la vida de mis padres, se podrá compartir y seremos muy felices haciéndolo.

Ya no estoy en plan de sentir culpa. Esta es mi manera de maternar y de vivir mi vida como líder de una familia, como mujer líder de una familia. Y para eso me fue muy importante, divorciarme un poco de mis padres y de la idiosincrasia y del modo de educación que ellos aprendieron de sus padres y qué han hecho de la mejor manera que pudieron, porque me dieron una vida maravillosa y fantástica, de la cual estaré agradecida siempre. Pero hay muchas otras cosas en las cuales no estoy de acuerdo y me costó mucho quitármelas de encima. Entonces, he tenido que hacer un trabajo en terapia y he tenido que hacer un trabajo personal muy fuerte para poder separarme de ellos y entender y asumir mi papel como líder de mi familia y ver por ellos y por mi primero, antes que por los papás.