¡Bienvenido, Franco! Francisca nos presenta al nuevo integrante de la familia

Han sido unos días de mucho trabajo... la verdad que tener a un niño y a un bebé en casa es un poquito complicado, pero como todas las cosas en la vida que uno inicia, todo lo nuevo al principio es un poco caótico y luego a la mitad se pone un poquito peor [risas] y luego al final es una belleza. Estamos aquí, en casa, en familia, tratando de que todo se adapte, de encontrar nuestra rutina. Franco es una bendición, ha traído tanta luz y tanta alegría, la casa cambia completamente.

Como mamá se puede sentir como que más tranquila, porque obviamente la experiencia no se improvisa, como dicen por ahí. Cuando uno tiene su primer bebé, uno se preocupa mucho por cosas que no están pasando, que no van a pasar. Uno se inventa muchas películas, entonces cuando la película ya se me va a repetir, me digo acuérdate que ya la viste y manejo las cosas con muchísima más tranquilidad porque sé que él está bien, él va a estar bien. Creo que soy un poquito más flexible.

También lo presto más [a Franco], lo que quiero decir con eso es que se lo paso a mi mamá, se lo paso al papá. Antes con Gennaro yo quería que solo esté conmigo; pero entiendo que lo mejor y lo más bonito es que el bebé sepa que está en un círculo grande de personas que lo aman, lo quieren y lo cuidan.

Por ahora, nuestra rutina está un poquito más inclinada a proteger los sentimientos de Gennaro, a que no se resienta o no lo tome a mal con el hermano, porque la verdad que se puso muy celoso, más de lo que yo esperaba, con la llegada de su hermanito. Cuando lo conoció fue perfecto, lindo, lo besó... pero, cuando lo vio en la casa es como que él dijo ‘oh, esta cosita no se va, se queda acá’ y en su habitación. Entonces, ha sido como que mucho para él.

Ahora lo que hacemos es que mi mamá me ayuda con el bebé muchísimo, que agradezco tener esa bendición, ¡que vivan las abuelas! La dinámica de la noche es que ella y yo bañamos a Franco, mi mamá se queda con Franco tipo hasta la una de la madrugada. Yo me acuesto con Gennaro para que se duerma con mamá y con papá, que es lo que él venía haciendo todo el tiempo para no romperle su rutina. Luego, me toca a mí y estoy en el horario corrido hasta las seis y pico de la mañana y vuelvo y me acuesto con Gennaro para que no sepa que su mamá se fue, sino que amanezca conmigo al lado. Luego lo preparamos y todo para que vaya a la escuela. Lo tengo que hacer de esa manera porque sino no puedo disfrutar a Franco.

Sí... está como marcando su territorio, pero ahora él le da besitos, trata de acercarse, pero me cuenta el tiempo que tengo con su hermanito y me dice como que ‘ya, mamá... es mi turno’. Las cosas van mucho mejor, ha mejorado muchísimo, pero nuestra rutina está todavía en base a que él asimile que Dios le ha regalado un hermanito, un mejor amigo que lo va a acompañar de por vida. No ha sido fácil, pero entiendo que es parte del proceso, que va a pasar y que ahorita ellos van a andar jugando, corriendo, amándonse y van a ser amigos de por vida.

Franco casi que nace aquí en la casa, fue un ‘corre corre’ el que casi se arma... Cuando di a luz a Gennaro, el proceso de parto fue romper fuente, luego contracciones y después nació el bebé natural. Con Franco también fue natural, pero diferente en el sentido de que me empezaron las contracciones aquí en la casa. Me despierto a la una de la madrugada, con ese dolorcito y pienso que voy a romper fuente y me quedo esperando de la 1 a las 5 de la madrugada con dolores de parto, pero estaba esperando que se me rompa la fuente y no se rompía nada. Me acuerdo que mi doctor me dice ‘tienes que contar las contracciones, si empiezan a ponerse más seguidas y te duran cada cuatro minutos, entonces tienes que venir al hospital porque estás en labor de parto.

Yo me quería esperar a las 7 de la mañana porque no me quería ir sin que Gennaro me vea y decirle que me iba a buscar a su hermanito, pero empezó el dolor tan fuerte... y a las 5 a.m. le dije a Francesco que está muy rápido este dolor, pasando muy seguido, entonces me fui al hospital y cuando llegué tenía seis centímetros [de dilatación], tú necesitas diez para parir, así que me pusieron anestesia porque pensábamos que no iba a dar tiempo, pero al final de cuentas fue un parto muy fácil.

Oí su llanto y es un momento que la mamá recuerda por siempre. Llorábamos, su papá y yo. Él me lo puso aquí, cerquita, en el pecho y se relajó. Después, se lo llevan a hacerle todos los chequeos para saber que el niño está normal. Pero de verdad que solo sentí un alivio. y mucho agradecimiento de que mi hijo llegó a este mundo y que estaba bien. No sabía que yo podía ser tan fuerte. Me siento muy orgullosa de mí y estoy maravillada del cuerpo de nosotras, de lo que podemos hacer.

Ya no estoy tan al pendiente de todo o tan meticulosa porque yo soy así, pero estoy más relajada, como que ya no me vuelvo loca con ciertas cosas. Ya no pienso que se va a morir, con el primero uno piensa que se va a morir por todo, que el bebé se va a morir, todo es mucho más fácil y el tercero me imagino que se cría solo.

Yo quisiera, nosotros queremos, pero me da vergüenza hablar de que quiero un hijo, porque solo tengo un poco más de tres semanas que di a luz. Los dos queremos otro bebé y esperemos que si así pasa que sea una niña. Cada vez que digo que sé que es una niña sale otro varoncito [Risas] y si es otro varoncito lo voy a adorar y lo voy a adorar porque la que se beneficia soy yo. Gennaro es como un chicle pegado a mí y ahora que está casi por cumplir tres años, me besa y me dice ‘te amo, mamá’. Una mamá de varones de verdad que experimenta lo que es el amor verdadero e incondicional, me cuida, me cela y me ama. Los varones son de mamá. Me gustaría darle un regalito de una niña a Francesco, pero si le toca el tercero, un varón, bueno... ahí él que se las vea, que se la averigüe él con su equipo de fútbol.

Sí. Me voy a mudar a la casa que siempre he soñado, que siempre he querido, que está diseñada por mí, o sea, obviamente con un equipo de gente profesional que sabe lo que está haciendo, pero todo es como todo lo que yo deseo de una casa, entomces eso me hace mucha ilusión. Lamentablemente, no estuvo lista para cuando yo la quería y me voy a mudar a una cas alquilada.

Buenos, siempre he sabido que soy una mujer fuerte, me considero una mujer fuerte por todo lo que he recorrido en la vida y hasta dónde me ha traído Dios; pero, ahora soy como mucho más consciente de la fuerza que tengo, de las cosas que puedo hacer y que puedo lograr. Es como que cuando das a luz a un baby, especialmente si lo haces de manera natural, te sientes invencible, como que después de esto puedo hacer lo que sea.

Tengo más consciencia de ese poder que tenemos nosotras las mujeres y además me siento más tranquila de lo normal, como que entiendo más el proceso natural de las cosas. Tengo muchísima más calma y confío mucho más en mí porque tengo mis prioridades claras y tengo lo más bonito que una persona puede tener, que es su familia.

Te podría mencionar una serie de cosas que todavía tengo que arreglar para convertirme 100% en la Francisca con la que yo sueño, aunque no sé si eso llegue, así de sentirse completo en la vida. Lo que sí te puedo decir es que es que me siento plena, me siento feliz, entusiasmada con lo que el futuro tiene para mí. Obviamente cansada porque no quiero pintarlo como que la maternidad es lo más romántico y perfecto de la vida, porque no lo es. Es una mentira, pero sí veo todo con mucha esperanza. Tengo más ganas de cosas, de comerme al mundo y con un corazón muy agradecido.

Yo soy una soñadora que no termina... Pero, sí quiero regresar obviamente a ‘Despierta América’. Como te digo, tengo como una madurez y una, no sé... como un plomo, como diría mi mamá, que creo que esta Francisca que regrese va a aportar todavía muchísimo más al programa y a la gente. Así es como me siento. Quiero hacer más cine, quiero hacer películas en República Dominicana. De hecho, hay cositas que estoy hablando también para regresar este año a hacer algo en el cine dominicano. Quiero seguir obviamente creciendo en mis redes sociales, mi marca, mi nombre y nada en eso es que estoy enfocada.

Bueno, sí, esto que has dicho es clave porque un hijo te puede unir, pero también te puede separar. A veces los papás no se acuerdan de que tienen ellos también que alimentar su relación. Francesco y yo siempre conversamos de eso, porque decimos que nuestros hijos van a ser tan sanos como lo sanos que nos vean a nosotros y lo felices que nos vean a nosotros.

Y sí, es difícil lograr el balance, pero ya uno sabe que no va a tener la misma cantidad de tiempo para dárselo como pareja, como antes, cuando éramos solteros y sin hijos. Pero si nos podemos dedicar un tiempo de calidad y de hecho antes, cuando estaba embarazada de Franco, nosotros siempre hacíamos un ‘date’, un una vez a la semana. Claro, date como de viejitos, de 5:30 de la tarde a las 8:00 de la noche para venir a dormir [risas]. Claro, porque no hay tiempo, porque antes era a las 12:00 de la noche y terminábamos todavía abriendo una botella de vino, pero por lo menos le dedicamos esas dos horitas, únicas para lo mismo que hacemos con los niños: mirarnos, escucharnos, tocarnos, saber que estamos ahí. También recordamos siempre que esto es una etapa y que los años pasan muy rápido. Cuidamos nuestra relación con un date, con un mensajito, con cariñitos y trabajando en casa como un equipo.

Bueno, mira, ya yo acepté que la culpa es algo que siempre persigue a los padres, como el paquete que viene cuando te entregan a tu muchacho en el hospital. Es lo primero que uno se siente, culpable por todo, ¿no? Y uno, la verdad no tiene la certeza, uno no sabe que está haciendo las cosas bien; pero, se tiene que confiar en que en lo que uno le da a sus hijos y tienen que orar mucho para que Dios también sea su guía y que terminen siendo niños del bien. Y si me preguntas cuál es mi mayor temor con mis hijos, mi mayor temor es que mis hijos crezcan desconectados de mí. Eso es lo que más temo, porque conozco hijos desconectados de sus padres que no tienen ningún tipo de comunicación y tal vez eso no es ni culpa de ese papá, le pudo dar lo que pudo darle en ese momento, porque pues uno a veces actúa dependiendo las circunstancias, con lo que se te presente en la vida.

Ese es mi mayor temor y siempre lo hablo con mi esposo, por eso me enfoco tanto en dedicarles tiempo, en llevarlos allí, vamos a mirarlos a los ojos, vamos a preguntarles... porque yo quiero que Franco y Gennaro siempre nos vean a nosotros como su hogar, como el lugar donde el mundo se puede estar por acabar, pero ellos pueden regresar y van a estar protegidos. Esa es mi preocupación, pero no la preocupación que tengo por quedarme estancada, sino de acordarme siempre de que ellos son mi prioridad y que ellos son lo más importante que yo tengo.