Recientemente, Alejandra Espinoza acudió al podcast del doctor Juan Rivera, quien no solo es su compañero en Univision, sino también su amigo y socio. Durante su amena charla, la conductora compartió sus opiniones respecto a temas como las cirugías estéticas, pues ella pasó hace tiempo por el quirófano y se arrepintió después. Al hablar de temas de salud con el especialista puertorriqueño, la también actriz relató el gran susto que se llevó hace tiempo, cuando su médico halló algo sospechoso y tuvo que mandarle hacer una biopsia.
“Ahora mismo acabo de pasar por una situación que me asustó muchísimo”, reconoció Alejandra antes de contar el angustiante panorama en el que estuvo. “Hace poquito fui al médico para hacerme unos laboratorios, me hago los laboratorios y todo estaba perfecto excepto el calcio, que estaba muy alto. El doctor se asustó y me dice: ‘Puede ser que te hayas tomado a lo mejor algunas pastillas que tengan calcio, cualquier cosa’, me dijo. Me hacen los exámenes de calcio de nuevo y vuelve y sale elevado. Me manda con un endocrinólogo”, contó.
“Cuando voy con el endocrinólogo el doctor pensaba que podía tener algún problema de tiroides… Llega el punto donde me empieza a tocar el cuello, cuando ya me toca el cuello ya yo siento como no una tensión, como que encontró algo. Me dice: ‘¿Te han dicho que tienes nódulos en la tiroides?’. Y le dije yo ‘no’”, narró la también actriz. Si bien el médico le dijo que estas masas en las tiroides podían ser hasta cierto punto normales por cuestiones hormonales, optó por hacerle un ultrasonido para estar seguro.
“Cuando empieza a revisar resulta que tenía 4 cuatro nódulos. Me dice: ‘Te acabo de tomar imágenes, te las voy a mostrar ahorita’, entonces me empieza a mostrar: ‘Mira esta no me preocupa, esta no me preocupa, esta tampoco, esta imagen me preocupa porque si te puedes dar cuenta es muy grande y la forma es irregular’”, contó Alejandra. “Entonces me dice: ‘Te tengo que hacer una biopsia’”.
El especialista le dijo que era importante que se quedara para hacerse el procedimiento ese mismo día, lo que para ella fue una señal de alerta. “En lo que esperamos él me empezó a hablar sin afán de asustarme porque sus palabras siempre eran como: ‘No quiero que te asustes, esto es simplemente para que tú sepas que este nódulo me preocupa, muchas veces pueden ser nódulos cancerosos’. Me habló de la mortalidad del cáncer de tiroides, que se podría decir que dentro de los tipos de cáncer es el menos agresivo, es el que menos mortalidad tiene, pero igual la palabra cáncer te cae como puñalada en el estómago y la urgencia con la que él estaba manejando todo”.
Esta situación la llevó a una profunda reflexión
Fue inevitable que Alejandra se asustara al pensar que podía tener cáncer, por lo que no dudó en comunicarse con su esposo Aníbal Marrero, quien ha sido su apoyo incondicional por más de una década. “Le mandé un mensaje a Aníbal inmediatamente, porque para mí la oración tiene poder y aun cuando te puedan dar algún diagnóstico negativo nada está dicho. Seguí platicando con el médico y como él me hablaba yo casi estaba mil por ciento segura de que algo malo iba a ser, porque él me hablaba de una forma como preparando el terreno. Yo sentí que cuando él vio las imágenes él vio algo”.
Finalmente le hicieron la biopsia en todos los nódulos ya que eran de tamaño considerable, y el doctor le había pedido acudir unos días después para conocer los resultados. Pero antes de que llegara el día acordado el especialista se comunicó con ella y por fortuna, con buenas noticias. “Me habla el doctor por teléfono y me dice: ‘Mira, llegaron tus resultados de la biopsia, no es necesario que vengas, todo está perfectamente bien, los nódulos no son malignos”.
Este susto llevó a Alejandra a pensar incluso en los panoramas más desalentadores. “Piensas en cosas que a lo mejor nunca antes te habían pasado por la mente, que pasaría si… Y después de eso tuvimos una plática Aníbal y yo. La plática de ‘qué pasaría si, qué harías, te quedarías aquí, te vas a Miami, te vas a Puerto Rico, te vas a vivir a San Diego, qué pasaría con mi familia, cómo continuarían con una relación con el niño…’ Es una plática muy incómoda porque nadie quiere morir, queremos vivir hasta los 100 años, pero no tenemos la vida comprada y la verdad es que Dios nos trae aquí a la tierra hasta que él decida”, reflexionó.