Luna Pernía, la hija de Gregorio Pernía, abrió su corazón para hablar acerca del problema de salud del que recién se recupera. La joven de 17 años contó que su condición se agravó debido a los constantes salidas a eventos, así como a la idea de exigirse así misma y los falsos estándares de belleza. Sin tapujos, Luna reveló que permaneció varios días ingresada en un hospital de Bogotá, en Colombia, donde la diagnosticaron con un complejo cuadro de gastroenteritis, además de estar muy baja de peso y tener serios brotes de acné en el rostro.
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Luna contó que todo empezó por el acné en su rostro. Desesperada buscó ayuda y su dermatóloga le pidió unos estudios, los cuales arrojaron alarmantes resultado de que algo no estaba bien. “A principios de año yo empecé a ir muchos eventos que tiene que ver con el mundo de los influencers, artistas y del medio y se empezó a a vovler una prioridad para mí”, reveló. “Empecé a posponer mi comida, mi casa, mi familia, mis animales y el estudio en su momento antes de graduarme. No quiero denigrar el tema de los eventos, sino que les quiero hacer entender que todo en exceso es malo y ese fue el error que yo cometí”.
Todo en exceso es malo y ese fue el error que yo cometí”, aseguró la hija de Gregorio Pernía, quien se recupera de una descompensación en su salud.
“Yo creía que era inmune a todo, que si no comía no pasaba nada”, pero estas ideas la llevaron a estar ingresada y bajo observación médica. “Tuve que parar mi vida por varios meses”, reveló. Luna fue diagnosticada con una severa gastroenteritis y permaneció ingresada por cerca de una semana. “Fue por no comer, por comer a deshoras, por saltarme el desayuno, días en los que no comía nada y solo (tomaba) una bebida energética”.
Tras ese capítulo, Luna aseguró que refelxionó sobre sus errores, al punto de arrepentirse por no disfrutar en mucho tiempo del sazón de su mamá. “Desaproveché la comida un año y medio, dos años”, reveló. A un mes de haber sido dada de alta, la joven asegura que se siente agradecida por el cariño de sus padres y la ayuda profesional que recibió, además de que esto le ayudó para valorar lo realmente importante. “Dejé de preocuparme por eventos, viajes, conciertos. Dejé de preocuparme por mi físico, por cómo me veía y por la gente”, agregó. “A un mes de que salía del hospital, como todo lo que yo quiero soy feliz y acepté que me gusta comer”.
Con la madurez adquirida tras esta experiencia, Luna reconoce que se ha levantado de esto; volvió a sus clases de baile y actuación. “Uno comete errores y los errores traen consecuencias; uno aprede de los errores, se levanta después de haberse caído muchas veces y acepta”.