La fama de Ester Expósito llegó cuando ella sólo tenía 19 años y protagonizó Élite, una de las series más exitosas de Netflix. De la noche a la mañana, sus redes sociales se llenaron de seguidores y la gente empezaba a reconocerla a donde sea que fuera. Para miles de chicas, este podría ser el sueño de sus vidas, pero para la originaria de Madrid, España, no era si quiera algo que imaginaba: “Nunca soñé con ser famosa. Yo quería ser actriz y vivir de esto, pero la fama no era una opción”, asegura en una reveladora charla con El País, en donde se sinceró sobre lo mucho que esta exposición mediática la ha afectado en su vida personal.
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Desde niña, Ester Expósito Gayoso soñaba con ser actriz; interpretar personajes y verse a sí misma en la pantalla era su meta, misma que persiguió desde los 13 años cuando entró a una escuela de interpretación en la que le enseñaron las bases de este maravilloso mundo que anhelaba. Lo que no le dijeron era que el éxito puede llegar a ser abrumador. “Nadie de tu entorno vive lo mismo que tú y se crea una distancia, un abismo, que te separa del resto. La fama te aísla, te hace sentir solo”, asegura.
“Después del éxito de Élite vivía rodeada de un ruido constante: redes sociales, propuestas laborales, la gente en la calle… Recibía un millón de estímulos que no me dejaban decaer o hacer un viaje introspectivo. Estaba tan distraída que no podía parar y pensar“, recordó. Y continuó: ”Cuando ese ruido se acalla un poco, como me pasó después de Élite, de repente me di cuenta de que estaba sola conmigo. Y enfrentarte a la soledad es duro. Ahí es cuando vuelves a encontrarte con las cosas que te duelen de la vida: asuntos sin resolver, inseguridades, dudas. Ahí es cuando la confianza se tambalea”.
Ester recalcó: “Me quedé sola conmigo misma y empecé a preguntarme quién soy y quién era antes de todo esto. Fue una crisis existencial necesaria. Antes de Élite nunca dudé de mí. Siempre tuve mucha confianza en qué iba a poder hacer y conseguir todo lo que quisiera. Supongo que era una forma de animarme para llegar a mi objetivo”.
La actriz de hoy 23 años añade: “Después de la serie empezaron las inseguridades. No es fácil bajarse de un éxito. Parar y quedarse a solas con una misma da vértigo. Es un sacrificio en muchos sentidos. Sacrificas dinero, sacrificas proyectos, exposición”.
Trabaja en su salud mental y emocional
Después de entender que debía tomar las cosas de frente, la también actriz de Perdidos en la Noche acudió a terapia para sanar: ““Hace dos años empecé a ir a terapia y me fue muy bien. Lo tuve que dejar por los rodajes fuera de España, pero ahora me gustaría retomar”. Mucho más madura, pero aún aprendiendo en el camino, asegura que poco a poco enfrenta las situaciones que tanto la aterran: “No es fácil dar ese paso: recurrir a un desconocido y exponerte ante él y hablar de lo que te duele. Pero al final es positivo. Tengo que volver porque necesito gestionar la ansiedad. Pienso que puedo con todo, pero no puedo con todo”.
Y es que su personalidad es bastante perfeccionista, por lo que cada paso que da lo vigila con lupa: “Soy muy exigente, neurótica, casi obsesiva. Cuando hago algo y no me gusta, me cuesta salir del bucle. Me castigo mucho, más de lo que debería… No me sirven de nada las opiniones ajenas. Las agradezco un montón, pero no me sirven. Podré gustar mucho, pero si yo no me quedo contenta con un trabajo, da igual lo que digan. Los directores con los que trabajo saben de lo que hablo”, expresa. Y agrega que es ahí cuando tienen la última palabra, pues sólo pretende entregarle al público un trabajo de calidad.