Desde su ingreso a Netas Divinas, en varias ocasiones, Natalia Téllez ha abierto su corazón para hablar del sensible fallecimiento de su mamá quien, lamentablemente partió cuando ella tenía 15 años de edad. Aunque es un tema del que ya ha compartido algunos detalles, durante el estreno de la nueva temporada de La magia del caos, el podcast que conduce Aislinn Derbez, la presentadora fue más allá recordando cómo lidió con la muerte de su mamá en plena adolescencia y cómo ese suceso marcó su vida y su personalidad. Sincera, Téllez reconoció que tras convertirse en mamá de la pequeña Emilia ha podido sanar varias heridas del pasado, pero, sobre todo, reconciliarse con su lado femenino: “Es el origen de quien soy. Las mamás son la raíz, la identidad y el espejo con otras mujeres. Creo que a los 15 años es justo cuando estás empezando a configurarte y a entenderte como una mujer, fue justo cuando fallece mi mamá”.
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Un adiós muy prematuro
Natalia recordó que dos años antes de la partida de su mamá fue diagnosticada, situación que por un momento le dio esperanzas: “Estaba detectada con cáncer desde que yo tenía 12, todo ese proceso de preadolescencia y adolescencia la viví sintiendo que la muerte estaba sentada en el comedor todos los días. A los 12 años cuando mi mamá me dijo a mí y a mi hermana nos dijo: ‘Me detectaron cáncer, es una enfermedad, lo vamos a tratar’. Mi mamá intentó desde la medicina más tradicional, hasta la menos convencional, amplió el horizonte para decir el chiste es quedarme con ustedes y yo le creí, pero me puso en perspectiva de que nos morimos, me hizo tener conciencia absoluta de mi existencia y la de los otros”, comentó sobre su primer acercamiento con la muerte. A pesar de la lucha que dio, su mamá no pudo vencer la enfermedad: “Para mí fue duro, desde cierta protección e ignorancia, configuré mi ser femenino desde mucho miedo, me peleé mucho con mi lado femenino y con la idea de ser mamá”, reconoció.
Los sentimientos tras la pérdida
En medio del dolor que le dejó la partida de su mamá, Natalia tuvo que enfrentar la vida con madurez; sin embargo, admitió que el temor siempre estuvo presente: “Lo primero que pensé fue: ‘Si alguien tan increíble como mamá se va y yo me quedo, tengo que hacer algo que valga la pena. Si ella me dejó aquí, tengo que hacer que el camino valga la pena. Al ser tan joven, cuando pasó, lo viví en la inconsciencia absoluta, entonces creo que mi catalizador por mucho tiempo fue el miedo”, explicó. Si bien contaba con el apoyo de su mamá, Guillermo Téllez y de su hermana mayor, Artemisa, Natalia se enfrentó al sentimiento de soledad que vino tras la muerte de su mamá: “Cuando no tienes una mamá te das cuenta de que a nadie le importa tanto nada de tu vida, pero también sentí y eso lo agradezco, la lección del esfuerzo”. Reconoció que durante años lidió con un sentimiento de coraje: “Cuando mi mamá enferma me dijo: ‘Yo me quiero quedar contigo porque eres muy chica’, lo que yo entendí fue ella se va a quedar conmigo y pasé mucho tiempo enojada porque era como: ‘Tú me mentiste"'.
Perder a su mamá en medio de la adolescencia resultó muy retador para la presentadora quien, desde muy joven, decidió que se ocuparía de su vida pensando cómo le hubiera gustado a su mamá verla plena y feliz: “A una corta edad dije: ‘Me gustaría hacerlo lo mejor que pueda, porque nunca me gustaría que mi mamá estuviera decepcionada del ser en el que me convertí, sabiendo que luchó por su vida y que de verdad no pudo quedarse”, aseguró. Ahora que es una mujer adulta, Natalia ha encontrado gracias a la terapia la sanación que tanto buscaba y reconoce que se relaciona desde otra perspectiva: “El motor siempre fue el miedo, como nadie te protege es mejor caer bien. Se vive desde mucho miedo, pero creo que fue un gran regalo que configuró todo lo que soy, ahora intento que el motor no sea el miedo”.
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Su maternidad, una oportunidad para sanar
Por último, Natalia reconoció que una de las etapas más especiales en su vida fue convertirse en mamá, una idea con la que se reconcilió gracias a un sueño que tuvo con su mamá: “Cuando quería tener a Emilia, yo decía: ‘No, yo no puedo tener una bebé, ¿cómo voy a ser mamá si mi herida más grande es no tener mamá?’. Yo le decía mamá dame una señal en sueños y la veía. Cuando estaba en esta disyuntiva de embarazarme o no soñé que iba caminando y me veía reflejada en un espejo y por más que me acercaba decía: ‘No sé si soy yo o es mi mamá’, era una mujer, entre ella y yo embarazada, entonces desperté y dije: ‘Por qué dudas, ¿por qué no tendrías las habilidades de criar, maternar y amar”. Por último, admitió que la muerte de su mamá marcó su vida por mucho tiempo y su forma de relacionarse con los demás: “Yo he tenido una enorme, esto es muy fuerte, pero es verdad, una tremenda disociación con mi yo mujer y creo que es justo por no tener un espejo en el cual reflejarme, no sé cómo funcione”, explicó.