Joaquín Cortés: el regreso de un grande a los escenarios

Tenemos un show maravilloso que se llama ‘Esencia’, que dura casi dos horas de danza y música pura. Son 17 músicos en vivo con todo tipo de instrumentos, guitarras, violín, contrabajo, cello y piano. La verdad que llevamos una banda, la banda solo es brutal, porque está basado en la música original, la hacemos nosotros, y esa mezcla es esa fusión que yo creé hace 30 años que ahora está de moda en el mundo, y es una fusión cultural, donde se mezclan todo tipo de músicas con la base de la raíz del flamenco, que esa es mi cultura, ya que soy gitano y el flamenco viene de los gitanos.

En la danza hacemos lo mismo, hablamos diferentes lenguajes con la base del flamenco, pero mezclamos el baile clásico, la danza contemporánea, la danza moderna, un poco de todo, un mix. Es un musical a lo grande, con bailarinas, con un bailarín contemporáneo francés, Nicolás maravilloso, con una colaboración de mi prima Nazaret (Reyes), que baila flamenco como bailadora, y la verdad que el show dura dos horas sin parar.

‘Esencia’ es un poco basado en la historia mía, en estos años son ya 40 años de carrera, dando vueltas por el mundo. Nunca mejor dicho, y mi vuelta a Estados Unidos, mi vuelta a América, al continente americano con muchas ganas, con mucha ilusión. Después de esta pandemia, estos años que hemos estado, que no hemos podido bailar y desnudar nuestro álbum, vuelvo con muchas ganas. Regreso a América con mucha ilusión.

Sé que la gente le gusta mucho mi manera de ver la danza y la música, mi espectáculo, porque realmente valoro mucho la calidad. Me gusta darle al público lo máximo, darle calidad en todo, en luces, sonidos, en músicos, en artistas, en calidad de todo.

Llevo una carrera muy larga, gracias a Dios. Al estar en un escenario me emociono, me emociono porque es mi vida, es lo que llevo haciendo toda mi vida y es el centro de mi vida. Independientemente de tener a mis hijos, mi familia, a todos, pero cuando yo estoy en un escenario me siento como en mi habitación, como cuando un niño entra a su habitación, entra a su mundo imaginario, entra a ese mundo que de pronto dice ‘estoy aquí, en mi cuarto en mi habitación, puedo ser yo, puedo desnudar mi alma, puedo sentirme libre, puedo jugar’.

En ese sentido, cuando estoy en un escenario delante del público, me siento así, como si estuviera en mi habitación… me siento feliz y con mucha gana de regresar a los escenarios, de sentirme uno con el público, de comunicarme con ellos, de hacer este viaje, como digo yo, y de sentir estas emociones, ese mundo, esa pasión… porque al final, el mundo es nuestro espacio, lleno de pasiones, fuego, no sé… es una vida muy sacrificada, como dicen; pero, no es sacrificada para mí, yo me siento a gusto, me siento cómodo cuando estoy ahí.

Nosotros somos culturas, somos música y danza, es educar a la gente a través del arte de la cultura. En fin, es todo un mundo maravilloso que no sé cuánto tiempo seguiré aquí, pero todavía tengo, soy como un niño que le da un juguete nuevo y de pronto quiere jugar, me siento feliz.

Nosotros tenemos que conseguir que las nuevas generaciones sigan amando la música, sigan amando el baile, sobre todo el baile porque la música la aman, pero el baile, y sobre todo el flamenco, que es nuestro lo gitano, es una cultura ya universal. Ya no es de los gitanos, ya el flamenco es universal porque va todo el mundo y la gente se emociona.

¿Qué queremos hacer? ¿Cuál es mi cometido en este mundo al día de hoy y después de tantos años viajando y haber sido un embajador cultural también por el Parlamento Europeo y todo? He llevado la cultura al mundo a través de mi baile, a través de la música.

Entonces, queremos que las nuevas generaciones de pronto descubran también el arte, el mundo del arte es maravilloso. Y hay que hacer, como digo yo, todos los países, lo más importante en un país es la educación, la base de los países son la educación y la cultura. Entonces nosotros llevamos la cultura y queremos que siga siendo importante para esa nueva generación.

Tengo un proceso, no sé si es típico o atípico de los demás, pero normalmente cuando voy a crear una obra, estoy en una cafetería. Yo tomo mucho café, entonces, estoy tomando un café en un bar y de pronto digo, ‘¿me pueden dar un bolígrafo?’ Entonces, empiezo a escribir todo en una servilleta, escribo una frase, escribo una idea, y de pronto, sobre esa idea que escribo en una servilleta, luego creo una historia sobre esa idea, desde el momento que nació en una cafetería, tomando un café, y de ahí luego ya me voy a un estudio, un plató o a una nave.

Se escogen los músicos, bailarines y empiezo a darle forma al proceso de la creación y plasmarla en lo que será la nueva obra, un nuevo espectáculo. Luego, empiezo el proceso. Normalmente, los bailarines crean una coreografía sobre una música ya hecha… yo no hago eso, el proceso lo hago a la misma vez. Voy creando la música, que yo también la creo con mis músicos, voy creando la banda sonora a la vez con la coreografía. Entonces, todos los movimientos coreográficos tienen más musicalidad porque se crean al mismo tiempo, a diferencia de cuando tú creas sobre una base de una música ya hecha, ¿no sé si me explico?

Desde pequeñito era un enamorado, igual que de la música, de la moda. Entonces, me acuerdo cuando con 17 años voy a bailar al festival de Spoleto, en Italia… me empiezan a descubrir los grandes diseñadores, empiezan a ser fans. De pronto, viene Valentino, me ve a actuar en Roma, en el Teatro Olímpico, y lo primero que hace, cuando abro la puerta del camerino para saludarme, me recita una poesía. El italiano, Valentino. Yo digo, ‘esperad’, vuelvo a cerrar la puerta como en una película. Y era Valentino recitando una poesía porque se había vuelto loco viéndome bailar. Ya me quería vestir.

De pronto me voy a hacer un desfile, una fashion en la Piazza Navona de Roma, donde estaba Giorgio Armani, Doménico y Dolce Gabbana, que son Doménico y Stefano, de Dolce & Gabbana, estaba Fendi, Gianni Versace, que ya no está con nosotros, estoy hablando de hace muchos años atrás. Y entonces, yo salía con el torso desnudo, con un pantalón jeans y bailaba flamenco y cerraba la gala. En el desfile estaban todas las top models, estaban Mónica Bellucci, la actriz, había muchas desfilando. Estamos hablando de 30 años largos atrás, por no decir un poco más. Entonces, yo cerraba la gala bailando, de pronto me ven bailar todos y todos me querían vestir. Todos se peleaban para vestir a Joaquín Cortés, esto es muy fuerte, pero es real.

En esa época elegí a Giorgio Armani porque pensaba en mi baile salvaje, vestido elegantemente con Armani, y pensé que podía ser una buena fusión. Creo que elegí bien porque él hizo un vestuario maravilloso para toda la compañía, de hecho vinimos aquí a Radio City Music Hall en Nueva York. Fuimos a muchos países y la verdad que fue un éxito brutal y fue cuando empecé a colaborar con los grandes diseñadores.

Muy aparte de Giorgio Armani, Domenico y Stefano, Dolce & Gabbana, me vistieron. Narciso Rodríguez, Paul Smith, el diseñador inglés, Jean Paul Gaultier, maravilloso vestuario que me hizo para mi obra, ‘Mi Soledad’, y muchos diseñadores que me han querido vestir, pero no me podían vestir todos a la vez, no podía estar con todos, tenía que decidir. Sigo relacionado con el mundo de la moda y me encanta, de hecho, me invitan a muchos desfiles en París, en Milán, en Londres, Nueva York.

Y voy a seguir involucrado con el mundo de la moda porque me encanta y creo que una gran obra, una gran coreografía y unos grandes músicos, tienen que estar bien vestidos, acorde con la calidad.

Mi gran obra maestra han sido mis hijos. O sea, cuando tú dices, tú has montado ocho, diez obras en tu vida, de hecho, una de las obras mías es la obra española más vista del mundo y sigue siendo después de 30 años, que es ‘Pasión Gitana’. Pero a mí cuando me preguntan cuál es tu obra, siempre digo, evidentemente, el regalo que me ha dado Dios, que es tener estos niños tan maravillosos.

Cuando nació mi primer hijo Romeo, me volví loco porque entendí muchas cosas de mis padres. Yo me fui muy joven de mi casa, con 12 años, a viajar por el mundo. Tenía una relación muy fuerte con mi madre, era como si el cordón umbilical nunca se hubiera cortado. Y entonces, cuando nació mi primer hijo, para mí fue como volver a tener luz en los ojos, ¿no sé si me explico? Porque cuando muere mi madre, a mí se me apaga la luz de mis ojos, me hundo, y pasé una época muy mala.

Cuando a los años nace mi primer hijo, Romeo, descubro que vuelvo otra vez a tener luz, a ver la vida de otra manera, me dio una inyección muy fuerte. Lástima que luego vino la pandemia y como estaba parado, vuelvo otra vez a los escenarios con mucha ilusión, porque vuelvo otra vez a brillar, pero sobre todo porque Dios me ha dado este regalo de tener estos niños tan maravillosos.

Hay muchos padres frustrados de ‘ay, yo no he podido ser médico, pero mi hijo tiene que ser médico porque yo quiero que sea médico’. A lo mejor el niño quiere ser futbolista, entonces, no tiene sentido. Yo voy a apoyarles en todo. Si ellos quieren bailar, evidentemente van a tener el mejor apoyo del mundo, porque voy a saber por dónde llevarlos, hablar con amigos míos, grandes profesores, grandes pedagogos para que les enseñe.

Pero si de pronto mi hijo quiere ser médico, yo tengo que apoyarles. Tengo que darles esa oportunidad de saber cuáles son sus sueños. ¿Quieres ser médico? Pues, vas a ser médico, te voy a ayudar. ¿Quieres ser bailarín? Vas a ser bailarín, yo te voy a ayudar. ¿Quieres ser deportista? Deportista. O sea, yo creo que es lo mejor, porque mira, a mí de pequeño tuve la suerte de que mis padres, cuando yo decidí bailar, no me dijeron que no, al contrario, me apoyaron. Y eso me ha dado mucha vida.

¡Sería bueno! ¿sabes por qué? Porque llevo 40 años dando vueltas por el mundo y no he dado una, he dado muchas vueltas. A mí me hace gracia ahora que Julio Iglesias ha cumplido 80 años y que nosotros hemos hecho espectáculos juntos. Siempre decían que Julio Iglesias parecía que era el primer español que llegaba a todos lados. Y era verdad, hasta que llegué yo. Tengo una anécdota buenísima… Además, le mando un saludo a Julio, porque hemos hecho cosas muy buenas. He llegado a lugares y países como Wellington, Nueva Zelanda, y me decían, es usted el segundo español en llegar aquí.

¿Cómo que el segundo español? ¿Quién es el primero? Julio Iglesias, me decían. ¡Vale! Me iba a lo mejor a la otra punta del mundo, estaba en Kazajistán. ¡Enhorabuena! me venían a recibir al aeropuerto con flores, ¡enhorabuena!, es usted el segundo español… ¿el segundo español? ¿no será?, a que adivino quién es el primero que llega aquí, ¡Julio Iglesias! (Risas) . Entonces, ya siempre decía, bueno Julio Iglesias me saca más de 20 años, pero qué casualidad que es el español que siempre ha llegado como a todos los sitios. No hay otro. Te hablo en general de los españoles, porque los cantantes españoles han venido aquí, al mercado latinoamericano, centroamericano, y tal, pero no los veías de pronto en Rusia, no los veías de pronto en Japón, no los veías en China. Yo siempre he viajado a todos estos países bailando, pero el único que llegaba antes era Julio, siempre. Entonces, tengo ahí como con Julio una cosa, me ha ganado en casi todos los sitios. Nunca le podía superar y me reía mucho por eso.