Después de escuchar el lado más vulnerable de sus invitados en El Rincón de los errores, Marimar Vega cambió los papeles y fue ella quien se sentó en el sillón de las confesiones para protagonizar uno de los capítulos más especiales de su podcast mostrando su lado más humano. Con la sinceridad con la que realiza este proyecto, Marimar confesó su error más frecuentemente: “Me costó muchísimo aceptar que mi dolor era que no me vieran, porque parecería ser un poco banal”, confesó la actriz quien, en este espacio ha podido escuchar el lado más humano de Maite Perroni, Alberto Guerra y de sus hermanos, Zuria y Gonzalo. Conmovida hasta las lágrimas, Marimar confesó lo importante que ha sido su esposo, Jerónimo Rodríguez, en su camino a la sanación: "Es la única persona que no me ha querido cambiar, yo sé que él ve mis defectos, pero él me ama con todo y eso".
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La actriz le confesó a su terapeuta, Efrén Martínez, la falsa percepción que mucha gente tiene de ella: “Yo me compré y creo que después mis relaciones de pareja me hicieron comprarme la idea de que yo era una mala mujer y creo que eso me ha costado mucho, quitarme la creencia y luego al momento de poner límites, siempre te entra la culpa de, porque soy mala”, admitió. La mayor de los hijos de Gonzalo Vega y Leonora Sisto, aseguró que ha trabajado mucho en esa parte de la personalidad: “Que soy mala mujer, que soy sangrona, que soy grosera, es como si yo me construí que Marimar es esa persona y cuando pasan ciertas cosas, lo reafirman. Me es muy doloroso cuando yo hago un gran esfuerzo por no serlo y el resultado parece ser el mismo siempre”, añadió.
A diferencia de lo que algunas personas pueden pensar de ella, sin conocerla, detrás de la mujer fuerte que aparenta ser, hay una mujer sensible que se preocupa por los demás: “Yo soy una persona muy sensible, mucho más de lo que uno cree y mi manera de no ser esa persona tan sensible como tapando eso, entonces: ‘Marimar es muy fuerte, Marimar aguanta todo, Marimar maneja las cosas fuertes’. En el fondo nada que ver, soy como una niña chiquita y soy mucho más sensible de lo que parece”, reconoció la actriz quien contó que, gran parte de esa creencia la fue construyendo dentro de las relaciones amorosas que sostuvo en el pasado.
Marimar reconoció que, tras su separación de Luis Ernesto, El Güero Franco -a quien por cierto, ya tuvo de invitado en este espacio- decidió cerrar su corazón y no volver a mostrarse vulnerable ante ninguna pareja: “Después de mi divorcio, estuve en relaciones y no había manera, yo creo que lo que hice fue cerrar por completo la vulnerabilidad, hasta que llegó Jero a mi vida, pero ese es mi mecanismo número uno”. Una vez más, Marimar habló de lo positivo que ha sido experimentar una relación tan sana como la que tiene con su marido: “Que Jero haya llegado a mi vida, eso también depende de mí, porque creo que una persona como él esté en mi vida y me haya visto, habla de que también había hecho yo el trabajo y que ahora esté en una relación sana y en paz”.
El adiós a su papá un momento de quiebre
Marimar confesó que antes de que las personas tuvieran esa falsa percepción de ella, sí tuvo actitudes para ganarse esa imagen: “No me lo gané de gratis, en algún momento fui pesada y fui grosera, todo eso después es muy difícil que te lo quiten y que la gente diga: ‘No, sí es buena onda’”. La actriz reconoció que cuando su papá, Gonzalo Vega, enfermó, algo en ella cambió y comenzó su camino de evolución que, más adelante, le puso enfrente varios retos: “He tenido muchos quiebres en la vida, creo que la muerte de mi papá. La enfermedad de mi papá me hizo valorar todo. Empiezas a ver y a valorar las cosas simples, simples, como él salir a caminar unos pasitos en el patio, eso fue muy importante para darle el valor a las cosas. Cuando muere yo me di cuenta que perdí mucho tiempo tratando de arreglar todo lo que no puedo arreglar, en lugar de pasarla bien y estar presente. El mismo año que murió mi papá me divorcié y fueron muchas las pérdidas de la presencia masculina en mi vida”, recordó.