Su personalidad alegre y cálida, como buena Barranquillera, y también firme cuando se requiere, nos da las pistas de por qué todo aquello en lo que Johanna Cure se enfoca florece. Como cuando a los 21 años, puso en pausa su profesión como odontóloga para concentrase en internacionalizar su otra carrera, la de modelo profesional. Y no se equivocó, pues fue la musa de numerosas campañas publicitarias en Estados Unidos y Europa.
Su talento géiser -sorpresivo y fascinante- y una férrea autoconfianza (sustentada en que nunca ha dejado de prepararse) para asumir nuevos retos, como el de estudiar actuación y no rendirse cuando un productor le dijo que no había lugar en la industria para actores con acento latino, han convertido a Johanna en toda una inspiración latina: es la primera colombiana en pisar los foros de la famosa serie Grey’s Anatomy.
Desde su residencia en Los Ángeles, la actriz de 44 años, nos cuenta cómo fue compartir escenas con Kelly McCreary, Caterina Scorsone, James Pickens Jr, Harry Shum Jr o Adelaide Kane. También nos habla sobre sus planes de ser madre junto a su esposo, el empresario Scott Rosenthal, de 45 años.
¿Cuéntanos un poco sobre tu infancia?
Soy la menor de tres mujeres, fui la consentida de la casa, mi mamá se dedicaba al hogar y a cuidarnos a las tres. Mi papá se dedicaba a una arrocera que teníamos en Barranquilla, luego se fue al ramo de la construcción y los bienes raíces. Ahora mi papá tiene dos hijos más.
Tus primeros pasos fueron como modelo ¿a qué edad empezaste?
A los 16 años mi mamá me metió a una academia de “glamour” y modelaje, pues me decía que era muy “tomboy” (poco femenina), porque me gustaba andar de zapatillas (tenis) y mochila, y la dueña se interesó en mí para modelar y empecé a hacerlo, pero como un trabajo eventual que podía compaginar con mis estudios profesionales.
¿Qué estudiabas?
Odontología en una universidad de Barranquilla. Al principio, me era relativamente fácil compaginar el curso con mi trabajo de modelo. Era gracioso, cuando tenía desfiles, me iba muy temprano a que me hicieran el pelo y el maquillaje, de ahí me iba a la universidad con los rulos puestos como doña Florinda y después a mi evento. Pero la carrera se fue tornando más difícil y di prioridad a mis estudios, sin abandonar por completo el modelaje. Fue una época muy ocupada de mi vida, pero tenía las ganas y la energía y me estaba yendo muy bien, no quise desaprovechar ninguna de las dos cosas.
¿Lograste graduarte?
¡Sí! Imagínate, empezamos la carrera 130 alumnos y la terminamos solo 22. Me apasionaba mi profesión, pero llegó el momento de reflexionar y concluí que en el futuro siempre podría ejercer mi carrera de odontóloga, pero no siempre tendría la puerta abierta para ser modelo internacional con todo lo que ello implica.
¿Cuál fue tu siguiente paso?
Participé en el Concurso Nacional de Belleza y quedé como finalista. Entonces, mi vida empezó a dar giros inesperados, gané otros concursos y me empezaron a llegar numerosos contratos publicitarios. Se me empezaron a abrir caminos muy diferentes a lo que tanto mis padres como yo teníamos planeado. Ellos pensaban que yo sería la última en salir de la casa, pues mis hermanas se fueron cuando se casaron, pero conmigo no fue así, me fui de casa soltera en cuanto se me presentó una oferta para trabajar como modelo a nivel internacional.
¿Cómo ocurrió?
Como finalista del Concurso Nacional de Belleza realizaba diversas actividades dentro y fuera del país, una de ellas fue en Miami. Un día una de mis compañeras me pidió que la acompañara a una cita con uno de los directores de una importante agencia en E.E.U.U. Casualmente, ella llevaba para mostrar una revista en la que ella aparecía en las páginas interiores, y yo, en la portada estaba. Entonces, salió el director a la sala de espera y nos ofreció representarnos a las dos, pero debía quedarme en Miami. Hasta ese momento no se me había ocurrido mudarme de país, en Colombia tenía a mi familia, a mi novio...
¿Cómo lo tomaron tus padres?
Fue un “shock”, sobre todo para mi mamá. Primero se opusieron, pero vieron que no podían detenerme y con mucha tristeza y sentimientos encontrados me dejaron ir. Al principio nos consolamos con la idea de que podría ser solo una aventura. Cuando tienes 21 años y cuentas con el apoyo de tus padres, sabes que puedes alzar el vuelo, salir de casa, probar y si no hay éxito, puedes volver. Eso me daba más fuerza y energía para apostarlo todo y averiguar qué más podía lograr. Con mis propios medios pagué mis visas de trabajo. Ser independiente económicamente de mis padres a muy temprana edad me ayudó a madurar más rápido.
¿Regresaste pronto a Colombia?
No, cuando mi papá vio que me iba bien, que pasaban los meses y se cumplió el primer año, se dio cuenta de que su hija ya se valía por sí misma. De hecho no regresé a Colombia, obtuve mi primera residencia en Miami, luego en Nueva York y luego en Europa. Estuve un tiempo en Milán y luego en Hamburgo, Alemania, una ciudad a la que le tengo un cariño especial.
Fuiste la primera colombiana en ser portada de ‘Vogue’
También fue por casualidad. Resulta que entre el jurado del Concurso Nacional de Belleza estaba la directora de Vogue en español y me convertí en la primera colombiana en hacer un Vogue en Latinoamérica. Por eso reitero que todo se me fue dando y yo lo fui aprovechando.
¿Dónde empezó tu camino como actriz?
En Miami, trabajando como modelo a veces me daban algunas líneas de actriz. Luego tuve pequeñas participaciones en la serie “CSI: Miami” y lo disfrutaba mucho, se me despertó el interés por ese mundo. Entré a estudiar arte dramático en Nueva York y en Miami y empezaron a surgirme proyectos en Telemundo.
¿En Colombia también hiciste cosas?
Conseguí una agencia en Colombia y se me presentaron buenas opciones. Mi primera aparición fue en la telenovela “Tierra de Cantores”, donde interpreté a la mejor amiga de la protagonista. Para mi sorpresa, me ofrecieron un segundo proyecto, “Polvo carnavalero”, con el protagónico, entonces dije: “sí, aquí hay algo para mí”. Y me metí de lleno en la actuación.
¿Da la impresión de que te sorprendes a ti misma con cada talento que descubres ante los nuevos retos?
Siempre digo que tengo Ángeles, que Dios, el universo, me llevan a encontrar lo que es para mí, porque todo se fue dando de manera muy casual. Mis planes, aún de pequeña, nunca estuvieron encaminados hacia el medio artístico. Yo quería ser doctora u odontóloga. Nunca me imaginé ser modelo ni reina de belleza ni actriz. El universo me sorprende muchísimo, más allá de los planes que yo me pueda trazar.
¿En tus inicios como actriz en USA, tuviste limitaciones por el idioma?
Es increíble cómo cuando uno es joven se lanza por aquello que anhela y no repara en barreras. Pensaba que tenía un nivel aceptable de inglés, pero cuando llegué a USA me di cuenta de que mi nivel no era ni siquiera básico. ¡No hablaba inglés! Como modelo no tuve problemas, pero cuando empecé con la actuación, sí.
¿Tuviste alguna mala experiencia?
Una vez durante un “showcase” entre directores y actores que conversaban acerca de la industria, levanté la mano para preguntar si las actrices latinas teníamos oportunidades dentro de la industria americana, y uno de los directores respondió: “no lo creo, aún no estamos preparados para interpretaciones con acento latino, o eres una chica latina que nació en Estados Unidos o tus posibilidades son casi nulas”. Esto ocurrió hace más de una década y fue muy desalentador, así que decidí centrarme en el mercado latino y seguí trabajando con Telemundo o en mi país, así que iba y volvía.
¿Cómo fue que miraste hacia los Ángeles?
Se me había quedado clavada la espina y un día me dije, “tengo que lograrlo”. En ese tiempo veía que a muchos actores latinos les estaba yendo bien, sobre todo a los mexicanos a pesar de su acento, destacaban Salma Hayek, Sofía Vergara, y eso me demostró que sí se podía. Fue una inspiración muy grande ver actores españoles, mexicanos, colombianos que empezaron abrir ese espacio. Porque es la realidad, en Estados Unidos convive gente que habla inglés y gente que lo habla poco y gente que funciona con su acento.
¿Cómo fue tu desembarco?
Empecé con cortometrajes y largometrajes de cine independiente que me ayudaron a soltarme por completo con el inglés y a desarrollar mis técnicas de aprendizaje. Mi experiencia más relevante fue el año pasado cuando participé en “FBI Most Wanted” y tres meses después llegó “Grey’s Anatomy”.
¿Alguna vez soñaste con participar en esta serie?
No, para nada. Empecé a verla cuando vivía en Colombia, tenía como 20 años. Vi las primeras temporadas y me encantaba, sobre todo porque mi hermana es médico y comentábamos lo que veíamos en cada capítulo.
¿Cómo preparaste el casting?
Me ayudó mi esposo, él me ha ayudado muchísimo con el inglés. Audicioné para un solo episodio, era un personaje muy bonito, aunque breve. Cuando me llamaron para hacer el casting, estaba muy ilusionada, pero también me imponía un gran respeto, así que puse todo mi empeño. Días después mi “manager” me llamó para decirme que no me habían dado el papel. Me sentí devastada. Tres horas después mi agente volvió a llamar: “me acaban de decir que tu audición fue tan buena que te vieron mejor en otro personaje, un poco más dramático, y que en lugar de un solo episodio te van a dar dos”.
¿Qué sentiste?
En ese momento recordé aquellas palabras de que “las latinas con acento no tenían oportunidad”. Esta vez ni siquiera me habían escogido por ser latina, me escogieron porque mi trabajo fue bien valorado y eso a mí me llena de orgullo. Fue un momento muy bonito.
¿Cómo fue tu primer día de grabación en Grey’s Anatomy?
Irreal, muy bonito. Aunque también tenía mucho miedo, lo sentí como una gran responsabilidad y no sabía qué esperar. De lo que estaba segura es que me preparé lo mejor que pude. El equipo de trabajo es muy bonito, se nota que son familia y que son muchos los años de trabajo que han compartido. Se respira el profesionalismo. Todos procuran dar una cálida bienvenida a cada actor invitado. Te tratan de igual a igual y te respetan de tal modo que uno se da cuenta que ellos saben que así como estás empezando tú, ellos también empezaron. Tuve dos directores súper especiales. A cada rato los actores principales se acercaban y me decían: “¡wow! es muy bello tu personaje, es de los que va a causar un gran impacto. Lo estás haciendo muy bien”. Fue muy especial recibir aquel trato. Me sentía como “Alicia en el País de las Maravillas”. Fue una gran experiencia estar dentro del set que uno ha visto por televisión desde hace tanto tiempo y rodeada por los actores que desde hace 20 años vemos en la televisión.
¿Qué te pareció verte en los episodios?
Ver la manera de cómo los editaron, cómo se vio, fue un momento muy bonito porque la historia de Natalia es muy conmovedora. Tuvo muy buena acogida, mucha gente me llamó y me dijo Johana que historia tan bonita te dieron... ha sido genial. Lo mejor: no es el papel de la chacha, no de la narcotraficante, no. Es la vivencia de un ser humano y saber que lo representé lo mejor que pude y que la gente lo recibió con mucho cariño es algo que me hace muy feliz.
¿Cómo es tu personaje?
Natalia es una chica que enfrenta una enfermedad que se desconoce y que va dando muchas sorpresas, sin embargo la actitud que ella tenía ante la vida y el positivismo la hacían sobrevivir no solamente con su problema de salud, sino, con las dificultades por las condiciones económicas de su familia. Se pone en relieve lo duro que es estar enfermo y no poder trabajar y obtener un contrato en una empresa que te cubra con un buen seguro médico. Y a pesar de todo, ella es capaz de mantener una buena actitud y brindar una sonrisa tanto a los médicos como a su pareja.
¿Qué te deja Natalia?
Aprendí que cuando se tiene salud uno siempre pide por muchísimas cosas, tienes numerosos deseos que quieres cumplir, pero cuando estás enfermo, solo tienes un deseo: tener salud. Es verdad que yo aporté mi ser para representar a Natalia, pero también me he llevado cosas de ella para mi vida personal, porque sin duda es todo un ejemplo a seguir.
¿Y cómo es tu día a día lejos de los reflectores?
Soy un poco “nerd” (ríe). Durante la pandemia –que tuvimos el tiempo de hacer cosas muchas cosas– me metí a estudiar nutrición, diseño, redacción... y ahora en mis ratos libres escribo guiones, ayudo a mis amigos a diseñar sus hogares. También les hago planes de nutrición y los ayudo en sus metas. Me encanta hacerlo, esos son mis hobbies, además de leer.
Estás casada con Scott Rosenthal (empresario de 45 años) ¿Cómo se conocieron?
Pasé por un divorcio, estuve casada 10 años y después me volqué de lleno en mi carrera, trabajaba casi las 24 horas, necesitaba sanar, así que no dejaba mucho espacio para la vida personal. Estaba deprimida y mi trabajo me ayudó a sobrevivir durante esa etapa. En el momento en que me sentí preparada para rehacer mi vida, no tenía ni idea de cómo conocer personas nuevas, entonces una amiga me recomendó darme de alta en una aplicación de citas y aunque al principio me negué rotundamente, terminó por convencerme.
¿Sabías qué tipo de personas querías conocer?
Pues quería que no fuese de mi industria, quería un chico normal. Él fue mi primera cita. Nació en Ohio y su mamá es Israelí. Me llamó muchísimo la atención su cultura y sus valores familiares. Empezamos a salir.
¿Cuándo se casaron? ¿Cómo fue la boda?
Nos casamos en 2020, en plena pandemia. Llevábamos dos años y medio de noviazgo, ya vivíamos juntos y habíamos comprado nuestra casa. Estábamos planeando la boda, cuando vino la emergencia sanitaria, nuestra familia ya tenía vuelos comprados y todo eso se perdió. Pensamos en posponerlo todo, pero finalmente decidimos casarnos en el patio de nuestra casa. Sólo vino mi mamá, su mamá, los testigos y la rabina. El resto de la familia estuvo presente por Zoom. Eso sí, los míos en Colombia hicieron una fiesta en grande, como típicos costeños. Los familiares de Scott estuvieron conectados, pero cada uno en su casa y desde ahí nos dieron la bendición. La verdad es que lo sencillo resulta ser lo mejor, porque lucieron los sentimientos, se sintió el amor, se sintió el apoyo. Fue muy bonito.
¿Qué es lo que más te enamora de él?
Me enamora su nobleza, me enamora que aunque lleva más de 20 años en Los Ángeles, una ciudad súper pesada, conserva su esencia de “midlewest”, las costumbres del lugar donde creció, el respeto absoluto a la mujer, que respeta y admira totalmente mi trabajo. Es una persona muy centrada y desde el principio solo me ha brindado amor. Tenemos una conexión muy bonita.
¿Qué gustos comparten?
Nos divertimos mucho juntos. Nos gusta el arte, el diseño. Por su carrera en bienes raíces, sobre todo en esta ciudad, le gusta el diseño. Vamos juntos a ferias de arte. Apreciamos mucho acompañarnos. No bebemos ni nos desvelamos.
¿Tienen planes de hijos?
Estamos listos y a la espera de que el universo y Dios nos brinden la oportunidad. Estamos con muchas ganas de ser padres.
¿Echas de menos Colombia?
Sobre todo a mi familia. Es duro vivir lejos de tus seres queridos sobre todo en las fechas importantes.
¿Qué sueños quisieras cumplir en el corto plazo?
Seguir en la lucha para tener más oportunidades como la de Grey’s Anatomy. Ahora veo la luz que me indica que esos sueños son alcanzables. Espero seguir haciendo lo que me gusta y estar muy atenta para aprovechar todas las oportunidades que el universo me ponga delante. A nivel personal: quiero ser mamá. Hay quien me dice que a mis 44 años es muy tarde, pero estoy preparada para cuando venga. Todo se dará en el momento preciso, estoy convencida.
¿Qué consejo darías a las mujeres que desean seguir tus pasos?
Creo que la preparación es fundamental para poder estar lista cuando se presenten las oportunidades. A quienes piensan que las oportunidades de que te escojan son una en un millón, les digo que si sigues con disciplina y ganas incansables de alcanzar tu meta, tarde o temprano lo realizarás. Este año lo vimos con los Oscar, hay gente que esperó más de 40 años para vivir su gran momento. Puede tardar, pero con perseverancia y preparación sin duda llegará.