La repentina partida de Julián Figueroa hace un par de semanas fue un golpe muy duro para Maribel Guardia . Sin embargo, gracias a su fortaleza y al gran cariño de su familia y amigos, la actriz ha logrado sobreponerse ante esta irreparable pérdida. El apoyo del público también ha sido un gran apoyo en estos momentos para la intérprete, quien en medio de su duelo decidió seguir adelante con sus compromisos profesionales. En un reciente encuentro con la prensa, la guapa costarricense-mexicana ha hablado de la importante decisión sobre el destino que tendrán las cenizas de su hijo.
Tras una presentación en el teatro con la obra Lagunilla Mi Barrio hace unos días, Maribel fue abordada por los medios, y entre otros temas, contó que los restos de Julián podrían descansar junto a su padre, Joan Sebastian, quien fue sepultado en Juliantla, en el estado mexicano de Guerrero.
“Hemos conversado, Marco (Chacón, su esposo) y yo, que tal vez alguna parte de las cenizas de Julián pudieran estar con su papá”, comentó la actriz, en declaraciones retomadas por la cadena Imagen Televisión. “Julián parte de su infancia la vivió en Juliantla, amaba a los caballos y, obviamente, amaba a su papá, entonces (es una posibilidad)”, comentó Maribel.
Al parecer la decisión aún no está tomada, y no es de extrañar, dado que se trata de un tema de gran valor sentimental. Seguramente, la viuda de Julián, Imelda Garza Tuñón, también tomará parte en la resolución, y no sería para nada raro que tanto ella como su suegra acordaran que al menos parte de las cenizas del fallecido cantante que queden con ellas en la Ciudad de México.
Ya no le teme a la muerte
En su encuentro con la prensa mexicana, Maribel compartió que, a raíz de una experiencia que vivió tras la partida de Julián, dejó de temerle a la muerte. “El otro día tuve una experiencia increíble, en el Rosario de Julián. Cerrando los ojos, empecé a rezar y en eso vi a Julián; les quiero contar esta experiencia para todos los que me están viendo que han perdido un ser querido, porque fue algo que transformó en ese momento el dolor que tenía”.
“Lo vi lleno de luz, con una sonrisa increíble, me abrazó, y cuando me abrazó, sentí toda la luz y la felicidad que él sentía que dije: ‘Dios mío, es que de aquí soy’, y no porque me quería quedar ahí con él, sino porque sentí que de ahí somos, que venimos de la luz. Me abrazó como tres veces, se veía pleno, lleno de luz, veías su pelo, pero con formas de luz, irradiaba, me daba vueltas y me abrazaba”, continuó.
“Fue la manera en la que mi hijo me dijo ‘no te preocupes mamá, estoy bien’, no bien, está mejor que nosotros, y me dio otro sentido del dolor, porque estoy triste, pero no como estaba, es una tristeza de no verlo”, contó, admitiendo que fue tras esta vivencia que dejó de ver a la muerte con temor.