Adriana Fonseca vuelve a la televisión después de una larga ausencia de la mano de David Zepeda, interpretando al gran amor de su vida en la nueva novela de Televisa que se estrena este 8 de noviembre, ‘Mi Fortuna es Amarte’. Un regreso muy esperado que tiene entusiasmados a los fans de ‘Corazón Valiente’, gran éxito de Telemundo protagonizado hace unos años por la bella mexicana.
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Esta veracruzana de espectaculares ojos viajó con nosotros al desierto de California. Allí, como en un nuevo renacer al regresar a las pantallas y tras una década de estabilidad junto a su esposo, Iker Calderón, Fonseca nos confesó en esta impactante entrevista, exclusiva para los lectores de HOLA! USA, cómo antaño sucumbió a relaciones manipuladoras, abusivas y tóxicas… Tanto que la última de ellas le puso al borde de la muerte.
Ya antes la actriz había dado pinceladas en el aire acerca de una relación tormentosa que vivió de la que solo sabía su colega, Victoria Ruffo, sin atreverse a contar su historia del todo. Pero hoy, después de diez años de amor con quien es ahora su esposo, la encantadora Adriana decidió abrir su corazón por primera vez y revelar aquel calvario que nunca olvidó, del que asegura salió viva gracias al apoyo que le brindó uno de sus más queridos amigos, el mexicano Eugenio López.
Adriana, sientes que llegó la hora de abrir tu corazón y dar tu testimonio de cómo una relación tóxica puede llevarte al abismo. ¿Por qué crees que ahora es el momento de hacerlo?
Porque estoy en un momento de madurez en el que veo las cosas con otra perspectiva y creo que es importante que las mujeres que puedan estar atravesando algo parecido se inspiren con mi historia. También, porque el mundo ha cambiado: después del movimiento de #metoo se han abierto fronteras en las conversaciones que antes hubieran sido imposibles.
¿Qué crees que te llevó a caer presa de relaciones así?
Empecé a trabajar muy jovencita, a los quince años y siempre hice malas elecciones a la hora de enamorarme. Tenía muy baja autoestima y realmente nunca fui a terapia de niña para luchar contra eso. Los hombres que se acercaban para ofrecerme trabajo en el medio siempre querían algo más de mí, así que creces con unos valores, pero al enfrentarte al mundo es muy difícil poner los límites.
En mi casa, el tema de las relaciones de pareja, del amor, fue siempre un tabú, entonces yo no sabía nada de la vida. Era muy romántica y desde el primer novio que tuve de niña, me partió el corazón. Por supuesto, mi primer gran amor fue un chico malo, porque el bonito que querían tus papás para ti, ese no me gustaba… Era mucho mayor que yo y lo amaba profundamente, pero él quería todo y yo apenas era una niña y le dejé. A la semana empezó a andar con alguien más y me hundió. Eso me marcó para siempre.
Después te fuiste a trabajar a Ciudad de México.
Ya que comenzó a irme bien en Veracruz, me fui a México y allí, en el medio en el que estaba, el acoso fue tremendo. Empecé a modelar en lo que me salían trabajos de actriz. Yo era tan y tan inocente, confiaba ciegamente en las personas. Recuerdo bien uno de los primeros castings a los que acudí. Entré a una casa y me salió un tipo con bata que cerró la puerta tras de mí. Yo tenía apenas 17 años, estaba en shock sin entender nada, y el tipo con una mesa de desayuno puesta, de pronto fue a por algo y yo aproveché para escapar corriendo por la casa enorme. El hombre volaba atrás de mí, correteando en bata y con billetes en la mano gritaba desesperado: “Ándale, si te voy a pagar”… Ya desde aquel susto me volvió a costar demasiado confiar en nadie.
Hasta la fecha muchos piensan que soy muy sangrona, porque puedo ser seria a veces y muy selectiva por mis experiencias del pasado. Cuando éramos niñas y salíamos a caminar en México, a veces le pedía a mi hermana que hiciera caras para ponerse fea, para que así los hombres no nos molestaran.
Dicen que “la suerte de la fea, la guapa la desea...”
En el año 2000 –dice después de asentir riendo- vine brevemente a L.A. por trabajo. Los hombres me iban dando tarjetas por donde iba, que si el hermano de Sean Penn, que si el agente de fulanito, pero yo ya le tenía pánico a los hombres, no confiaba en nadie.
¿De qué forma te hacían sentir insegura los hombres con los que saliste antes de conocer a tu esposo?
En lo profesional y en lo personal, me dejé manipular muy feo. A la falta de autoestima y de una cierta formación sentimental podría decirse, se unió el nada fácil y competitivo mundo del entretenimiento. Recuerdo un novio que me decía: “Sabes qué, sí, estás muy bonita, pero estás muy chaparra… ¡Estás muy chaparra! Vete a Cuba y ponte un tablón en la rodilla que te sube de altura”. ¿Puedes creer que estuve a punto de hacerlo? También que estaba gorda y que tenía que estar más y más y más delgada. Hombres manipuladores que primero te suben a un pedestal y luego te hacen sentir muy chiquita para que estés siempre pidiendo migajas de cariño y no te abandonen.
Los mexicanos tenemos la costumbre de ser muy francos, -añade pensativa-, de contar tus cosas… Pero hay que tener secretos, porque no todo el mundo te quiere bien y con eso te pueden manipular. La mujer se tiene que valorar porque sí, hay muchos hombres que van a querer manipularte, que te reclaman cosas del pasado, que se hacen sus historias en la cabeza y lo vuelven contra ti.
Y una de esas relaciones fue la que casi acaba con tu vida...
Sí, tuve una relación en la que toqué fondo. Victoria Ruffo me advirtió: “O terminas con esto o ese hombre te va a matar”. Las dos trabajábamos juntas en aquella época en la obra de teatro “Las Arpías”. Esa persona me regaló una sesión de mesoterapia, para que me viera más delgada, en la que me inyectaron algo para disolver la grasa de mi cuerpo, que según él me hacía falta. En un lugar de la gira me levanté en la madrugada, me toqué el abdomen y me note una bola durísima, grande, me preocupé muchísimo. De pronto me salieron por todo el cuerpo y ya no eran chiquitas: eran grandes, como limones y naranjas, fue algo horrible. Nadie sabía qué estaba sucediendo, salvo Victoria Ruffo. A ella le lloraba y le contaba todo, porque estaba tan ocupada que no podía ni ir a los doctores. Cuando iba al fin, no daban con lo que tenía, y ya llegó un momento en que la situación estaba muy mal porque las bolas se reventaban y comenzaba a supurar la infección, tenía que cambiarme el vestuario, me andaba desmayando y nadie sabía, fue muy muy difícil. Enferma y si mi autoestima andaba mal, imagínate ahí con mi cuerpo lleno de bultos, parecía un árbol de Navidad… -dice con sentido del humor, ya lo pasado, pisado–.
Justo entonces me llamaron de L.A. para hacer una entrevista de trabajo. Yo ahí ya me iba desmayando por todos lados. Después de la entrevista, unos amigos me invitaron a cenar y de pronto nos encontramos a mi querido Eugenio López. De carro a carro lo saludé, fue como un ángel que se apareció. Me invitó a ir con él a una fiesta a casa de Nicky Hilton y de ahí fuimos a su casa. Le conocía bien, era amigo de muchos años atrás, así que me atreví a contarle y le mostré cómo estaba, tuve la confianza de enseñarle el cuerpo y me dijo impactado: “No te vas a ningún lado, te quedas aquí”.
Él me mandó inmediatamente a su doctor y se hizo cargo de todos los gastos, porque yo no tenía seguro aquí en Estados Unidos. Los doctores no daban con qué tenía, las cuentas subían y yo estaba muerta de pena con él, porque ya los gastos eran muy grandes y no daban con qué.
Fue un primo mío, dermatólogo en Veracruz, quien me dijo desde un comienzo que era una infección posiblemente causada por una bacteria, que después supe que agarré en la mesoterapia aquella, y me avisó: “Te tienen que drenar”. Hablé con el doctor de Eugenio y me empezaron a llevar a los drenajes. Eso fue espantoso, lo más doloroso que yo he vivido en mi vida. Gritaba como si estuviera pariendo, fueron unos dolores tan y tan terribles que todavía me saltan las lágrimas si lo pienso.
Necesité someterme a siete cirugías plásticas. Estaba completamente sola en L.A., iba sola al quirófano, salía sola del hospital, me daba pena contarle a la gente, a mis papás, fue muy muy duro.
Me salió una película en Perú y, al día siguiente de una de las cirugías, por mi afán de no perder mi carrera, volé para allá toda adolorida y echándole ganas. Cuando me vieron el cuerpo lleno de bolas y cicatrices, me sacaron inmediatamente de la película. Fue horrible. Me las quitaban y me seguían creciendo. Me regresé y tras la séptima cirugía, dieron de milagro con la bacteria. Estuve a nada de morir: la última doctora que me vio me lo dijo. Me hizo una excavaciones totales y me dejó unos hoyos tan enormes, que yo tenía que rellenarlos con gasas para que no se notaran.
Así que Eugenio López fue un ángel en tu camino...
Definitivamente. Eugenio fue divino, siempre al pendiente y quien tomó las riendas cuando yo ya no tenía cabeza para pensar en nada más que aguantar el dolor emocional y físico. Sé que es una persona que no solo me ha ayudado a mí, ha ayudado desde el anonimato a muchas otras personas. Nadie se había portado así conmigo de forma tan desinteresada, nunca lo olvidaré y casi le debo la vida, me salvó la vida, siempre que le veo se lo digo.
Y al hombre aquel…
Nunca volví a verle.
Seguro esta experiencia marcó en ti un antes y un después.
Por supuesto. Me hizo madurar muchísimo. Al terminar la pesadilla, era otra yo. Me incorporé inmediatamente al trabajo y pidiéndole a Dios que me diera otra oportunidad de vivir porque sentía que tenía tanto que hacer…
Lo más fuerte, –asegura- es que ahí me llamó Telemundo para hacer la novela más importante que he hecho en mi vida, Corazón Valiente. Firmamos el contrato y cuando me dieron el libreto, vi que tenía muchas escenas ligera de ropa y en traje de baño y yo aún con las cicatrices por todos lados. Lo más curioso es que nadie se dio cuenta nunca: yo me levantaba tres horas antes todas las mañanas para maquillarme el cuerpo y taparme todas las marcas. Tenía que salir perfecta y aunque parezca mentira, nadie se dio cuenta y lo logré. La fortaleza del ser humano es increíble y si tu motivación es fuerte, luchas como loca y puedes conseguir cosas casi imposibles.
Lidiar con mi autoestima entonces fue muy difícil porque, a pesar de las cicatrices, tenía que estar bien. Después de aquello me sometí a muchísimos tratamientos para quitármelas y ahora me siento mejor que nunca pero, durante mucho tiempo me sentí terriblemente insegura de mi cuerpo… No me atrevía a salir con nadie, hasta que conocí a mi esposo. Cuando conocí a Iker, mis cicatrices estaban súper marcadas. Yo se lo dije y él me contestó: “A mí no me importan tus cicatrices, son parte tuya”. Eso fue un bálsamo para mí corazón y le dio un lugar muy importante en mi vida. Volví a confiar en alguien por primera vez.
¿Qué lecciones aprendiste de esta experiencia?
Fue un proceso… Fui a terapia para trabajar mi autoestima y, aunque siempre me he considerado una persona espiritual, empecé a profundizar más en ello, aprendí de otras religiones, estudié metafísica… Todo eso me apasiona y ha sido una herramienta maravillosa en mi vida. Y otra cosa que aprendí a un alto precio: cuidado con los tratamientos de belleza. Si vas a hacerte algo, no puedes ir con cualquiera y cuanto menos invasivo todo, mucho mejor, porque verdaderamente te juegas la vida.
Después de tu éxito en “Corazón Valiente”, te mudaste con tu esposo a Hollywood, pero el mundo del cine aquí es muy complicado...
Así es. Hollywood no es fácil para nadie. Me hablaron de algunas novelas, pero rechacé otros papeles para no distraerme de mis cosas en Los Ángeles. Pero esta vez con Televisa se dio el timing perfecto, ya que aquí todo estaba muy despacio por la pandemia. Me invitaron a hacer esta participación especial que me ha dado tiempo para hacer otras cosas ya que los protagónicos de las novelas son bien absorbentes. Así que quería volver con algo así y Nicandro Díaz me brindó esta oportunidad de oro por la que le estoy enormemente agradecida. Mi personaje es muy fuerte porque marca el resto de la historia y forma parte para siempre de la vida del protagonista, David Zepeda.
¿Cómo está siendo trabajar con David Zepeda?
Un lujo que me ha brindado la famosa ley de la atracción. Estoy segura que lo atraje a mi vida. A David me lo encontré en la premiere de “La Doña”. Me acerqué, le saludé, algo que no suelo hacer por timidez, porque de verdad le admiro mucho y pensé al verle: “¡cuánto me gustaría trabajar algún día con él!” Siempre he admirado con qué talento ha llevado su carrera. Así que me acerqué a saludarle y nos tomamos una selfie… Cuando me dijeron que él era mi compañero en la novela, pensé: ¡wow, mira cómo funcionó la ley de la atracción! Es más, lo tengo en la pared en mi cartulina de sueños: un proyecto con Televisa o Univisión en México… ¡Y ya le di palomita!
Y cuáles son los otros proyectos en la cartulina…
¡No se pueden decir! -exclama riendo-. Si no, no se cumplen.
David Zepeda, ¿es tan profesional como imaginaste?
Tal cuál lo imaginé. Es un gran actor, un compañero muy generoso, muy humilde, muy sencillo, muy profesional y con un gran corazón. Tiene muy bonita energía, trata muy bien a la gente en el set.
¿Cómo es tu personaje en la novela?
Se llama Lucía, una mujer empoderada con muchos valores, que ama a su familia, ellos son su todo. Conoce a Chente, se enamoran, tienen una relación preciosa… Son pobres pero a pesar de todo son muy felices, y ya no te cuento mucho más para que vean la novela.
Una mujer empoderada… ¿Qué significa eso para ti?
Creo que el término empoderamiento, tan de moda ahora, es del ser humano, no del hombre y la mujer. En el caso de la mujer, es tener el poder en sus manos de ser quien quiera ser, el poder de tomar las decisiones correctas, sin necesidad de que eso se confunda con ser muy agresiva en el trabajo, por ejemplo. Una mujer empoderada puede decidir si quiere salir a trabajar o quedarse en casa a cuidar de sus hijos, que es un trabajo muy digno. Una mujer empoderada es una mujer con valores que sabe comunicarse con los demás y es dueña de su mundo.
Siempre estás en la búsqueda, estudiando para ser mejor persona, mejor actriz, dando todo por tus fans, por crecer en tus redes… ¿Qué valores te convierten a ti, en lo personal, en una mujer empoderada?
Los valores que creo que son importantes en cualquier mujer. Antes que nada, el amor, el amor hacía una misma para poder amar así a los otros. Ante cualquier situación difícil, las mujeres podemos hacer las cosas con amor; ser generosa, con los demás y conmigo misma; escuchar, estamos en un mundo en el que todo el mundo quiere contar su historia, pero pocas personas tienen el oído para escuchar… y la lealtad, la sinceridad, la fidelidad… Todo eso a mí, en lo personal, me hace sentirme fuerte y poderosa. Creo mucho en el karma y en no hacer daño a los demás. Siento que todo se te regresa.
¿Te atreverías a hablarme de tus defectos?
Claro, tengo muchos. Soy muy desesperada, quiero las cosas rápidas, soy poco paciente. Tengo mi carácter… Aguanto demasiado, pero llega un momento que exploto, así que he tenido que aprender a poner límites a tiempo porque si no puedo explotar muy feo y eso no es bueno.
¿Cuál es tu prioridad en la vida?
La familia. Diario rezo por ellos. Desde niña siempre quise dar todo por mi familia, pero siempre pensaba que primero eran ellos y luego yo. Ya aprendí que primero Dios, luego uno y luego los que te rodean. Si no te checas, si no te atiendes, si no te cuidas, no puedes estar al cien para los demás. Como sucede en las aviones: primero te pones tú la máscara y luego a tu hijo. Suena egoísta pero no lo es: es necesario para poder ayudar a los demás.
¿Qué lugar ocupa en tu vida la espiritualidad de la que hablabas antes?
Todo. Nací en el seno de una familia muy católica; mi abuelita dio catequesis más de 50 años en Veracruz; soy muy creyente en la Virgencita de Guadalupe. No soy tan religiosa, no voy a misa todos los domingos, pero mi fe es muy importante en la vida. Amo los rosarios, pero también me encanta el budismo, la cábala, el yoga, la metafísica en todas sus versiones… Estudio mucho por mi parte. Llevo ahora dos años haciendo meditaciones de varios tipos, incluyendo ángeles, arcángeles y me ha cambiado la vida, de verdad.
¿Me harías un balance de tus nueve años de matrimonio con Iker?
Es toda una aventura, el matrimonio no es nada fácil y quien diga lo contrario, miente… Desde el día uno fue todo un reto, porque lo conocí en un momento en el que estaba muy lastimada de mis últimas relaciones, trabajando a tope y no me sentía preparada para una relación. Aún así, el insistió; eso, más su humor, su carácter relajado, fueron muchas cualidades que no habían tenido mis parejas anteriores y me cautivó. Quizá me había dejado deslumbrar hasta entonces por los que eran magnates, personas poderosas que resultaron muy manipuladoras y muy machistas… Como que anduve con gente de unos niveles muy altos que también se sienten con el poder de tratarte de una forma diferente. Iker era una persona de verdad, que trabajaba en producción, un niño bien que todo lo logró con su trabajo, día a día, y de pronto me preguntó que sí quería ser su novia, algo que ya nadie hacía y me encantó. Fue por fin así que empezamos a salir. Se tomaba el tiempo de cortejarme, venía a verme a Miami… Dejó todo en México, tenía muy buen puesto y dejó todo para venir a vivir conmigo a Estados Unidos y se mudó para empezar de cero a mi lado.
Al año, celebraste una sencilla boda.
Ahí la cosa se puso un poco más difícil: entre que él abandonó todo por mí y yo que nunca había vivido con nadie… Después de casarnos solitos, me dio tristeza, no era como yo lo había soñado, sin mi familia junto a mí. No tanto que extrañara la gran boda, me casé tanto en novelas que una boda por todo lo alto no era una prioridad, pero solos, fue un poco raro. Luego quisimos hacerlo por la iglesia, pero fueron pasando los años y al final no lo hemos hecho.
Después de casarnos, nos embarazamos, lo perdimos… Todo eso nos fue uniendo más y más. Después nos mudamos a Los Ángeles, algo que habíamos soñado desde un principio por nuestras carreras, amamos L.A. La llegada aquí también fue toda una aventura, los dos muy ingenuos, muy solitos, pensamos que sería mucho más fácil. De alguna manera, aunque el no tener cerca a nuestras familias es triste, esa soledad nos unió más como pareja, porque solo te tienes el uno al otro… La llegada de nuestra perrita, Frida, cambió nuestras vidas: ella llegó a meter luz a nuestra relación, a distraernos, se convirtió en nuestro bebé, un bebé eterno porque tiene ya casi siete años jajaja.
Después de perder a tu primer bebé… ¿Te gustaría volver a intentarlo?
No lo descarto, efectivamente. Dejé unos óvulos congelados, pero realmente sí creo que esto viene de Dios. Si se tiene que dar, se va a dar; confío en la ciencia, pero al final Dios tiene la última palabra. Si se me da, pues súper; si no se me diera, está bien. Yo era una persona que desde niña siempre repetía que quería tener hijos, lo deseaba desde muy niña, se me hace que mi alma ya sabía que no me iba ser tan fácil… Pero con el paso del tiempo, la verdad es que soy muy feliz aunque no hayan llegado. Yo si traigo al mundo a un almita, pues que sea para un mejor mundo y por sumar, no porque sí, el mundo no está fácil.
En la novela tienes un hijo...
Sí. El otro día estaba haciendo una escena con mi supuesto hijito y los reporteros a veces te hacen preguntas muy crueles: “Ahora que tienes un hijo en la novela, ¿ya se despertó tu instinto maternal?”, me dijo uno de pronto. Me quedé en shock. La gente no sabe qué estás pasando detrás de las cámaras y esas preguntas a quemarropa te quedas como wow... Yo me reí y le dije: “oye, no me voy a dar un balazo si no tengo un hijo. Esto es un camino y vamos a ver qué pasa”.
¿Por qué la gente tiene que ver esta novela?
¡Porque les va a encantar! Es una novela de mucho amor, de mucha familia y ahora en la pandemia fue lo que más añoramos todos, tener cerca a los nuestros, el estar con los que quieres… En la novela pasó algo muy fuerte y aprendes cómo puedes canalizar las tragedias y lograr que después de todo, exista un final feliz. Otro punto que me gusta mucho es cómo describe las clases sociales de México y representa cómo tantas veces las personas con más dinero son las más infelices, mientras que los que tienen menos bienes materiales se quieren mucho y pueden llegar a tener vidas más plenas; que el dinero es importante, sin duda, pero no tiene nada que ver con la felicidad.
Y ¿qué dice tu esposo, Iker, cuando te ve de vuelta al ruedo tras tantos años de no verte besándote con otro hombre en el set?
No es celoso, confía en mí. Se hizo la promesa desde el día uno que no le iba a dar importancia el verme con otros hombres, pero a la semana de estar en México rodando, me llegó de su parte un gran ramo de flores hermoso… -confiesa riendo-. Algo que hacía mucho tiempo no pasaba… Y me preguntó si tenía algo que ver con eso –bromea divertida-. Iker es el amor de mi vida. Es una persona muy segura de sí misma y que no me ha hecho dramas, como otras relaciones que sí, que lo hacían todo muy, muy complicado.
Nos encanta ver a esta bella mujer renacer de sus cenizas y brillar como solo ella sabe, delante y detrás de la pantalla. Sin duda se lo merece. ¡Bravo, Adriana!
CRÉDITOS:
Fotos: Nunu @nunupictures
Maquillaje y peinado: Alejandra Calleros @ @byalecalleros
Vestuario: Poshenko @posshenko
Look azul
Vestido: @glaudibyjhoanahernandez
Accesorios: @PKBijoux
Look rojo
Vestido: @willfranco
Accesorios: @PKBijoux
Look blanco
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