El domingo 22 de agosto de 2021, Carolina Sarassa dio a luz a su segundo bebé en Miami de manera natural pero por medio de un parto inducido. El pequeño Noah Mattia nació antes de lo esperado, cuando tenía 37 semanas, y su llegada estuvo marcada por un proceso complejo que puso a prueba la fortaleza de la periodista. Luego de realizarse un chequeo de rutina, la también mamá de Chloé Sophia se llevó un susto al no sentir el movimiento de su pequeño en su vientre por varias horas. Acto seguido, los doctores le informaron que debía quedarse de urgencias en el hospital.
La presentadora del Noticiero Univision Edición Digital nos recibió en su hogar para revelarnos en exclusiva detalles de su parto, la angustia no poder ver a su primogénita por una semana y el feliz momento en que recibió a su hijo en sus brazos.
Asimismo, durante la emotiva charla con HOLA! USA tuvimos la oportunidad de conocer a una Carolina totalmente entregada a su rol de madre y esposa, junto al padre de sus niños y compañero de vida, Andrés Chacón.
“Ahora que soy madre veo a mis hijos en cada niño, veo a mis padres en cada persona mayor. Me ha permitido ser una mejor persona”, señala la orgullosa mamá y gran profesional.
Te invitamos a leer esta entrevista, darle click al video para que disfruten del detrás de cámara de esta portada digital y la bella sesión fotográfica junto al nuevo integrante de la familia. ¡Bienvenido, Noah Mattia!
Carolina, felicidades por tu segundo bebé, ¿cómo te sientes?
Estoy muy contenta, muy emocionada. No veía la hora de poder ver plasmada en una imagen una fotito de mi niña Chloé con una de mi niño Noah Mattia, es como un sueño hecho realidad.
¿Sientes que llegas con más experiencia a la maternidad?
Es mucha más responsabilidad. Dicen que el corazón se expande y lo entendí en el momento en el que me lo entregaron. Ahora, lo difícil para mí es que me tengo que dividir. El otro día dije: “bueno, me voy a bañar porque están los dos dormidos y darme un tiempo”, salgo de la ducha y los dos llorando. Tuve que darle atención a ambos y me veías en un brazo a uno con el tetero y la otra colgada del pecho. Es una felicidad total. Creo que en el libro de Michelle Obama, ella dice algo muy bonito, que cuando tenía una sola niña era como un triángulo perfecto con su familia. Cuando nació su segunda bebé tuvo un cuadrado aún más perfecto. Mi bebé era esa parte que nos hacía falta para complementar esa felicidad que tenemos. Chloé para mí es todo, es mi vida, pero llegó este otro ser que me mostró que yo puedo amar igual. Es una Carolina antes de ser mamá y después. Es increíble y se lo digo a todo el mundo que muchas mujeres desde chiquitas dicen “yo quiero ser mamá”, es su sueño de vida. Yo quería ser mamá, pero no era mi ilusión de toda la vida. Si yo hubiera sabido lo que iba a sentir, [sería mamá] a los 20 años y tuviera varios hijos.
¿Ya no piensas tener más hijos?
Ahí quedó la cosa (risas). Creo que es perfecto el niño y la niña. A parte, yo tenía mucho miedo porque Chloé ha sido criada el 100% de atención de los abuelos, de los papás, como ella diga, porque era la jefa de esta casa y tenía miedo de lo que iba a pasar cuando llegara el segundo bebé. Como es niño, creo que no siente esa competencia y es como que su muñequito… es perfecto porque a pesar de que doy todo por mi hija, mi hija da todo por su papá y me pregunto: ¿cómo es posible? Yo me levanto en las madrugadas, yo di a luz… yo la amo y al final ella ama a su padre. Ojalá que sea al revés y que el niño sea de la mamá.
El nacimiento de tu hijo fue algo complicado, ¿qué fue lo que sucedió?
En mis dos embarazos siempre he estado al pendiente de que se mueva el bebé y con Noah tenía la bendición de que se movía cada segundo. Fue un martes en la madrugada que pasaron seis horas y yo no lo sentía, entonces eran las dos de la mañana y le digo a mi esposo: “quédate con la niña, me voy a urgencias porque algo pasa”. Fui a urgencias y me dijeron que todo estaba bien, que seguramente era un ciclo del sueño. Fue algo extraño porque durante los siete meses no había tenido [el bebé] ese ciclo del sueño tan largo. Brinqué, me fui al carro, puse la música a todo volumen, tomé agua fría, caliente, de todo y nada… no se movía. Al otro día, voy a mi cita y cuando voy saliendo me dice el doctor que le gustaría ver de nuevo el corazón del bebé para saber cómo va, pero que todo se ve muy bien. Cuando ven su corazón, se dan cuenta de que está demasiado dormido, el ciclo del corazoncito era casi una línea recta. El doctor me dice: “Caro, no te vas para tu casa”, yo había llegado del trabajo con extensiones, con pestañas, con tacones, con el vestido y me dice: “Vamos a ingresarte ahora, el bebé nace mañana”. Entonces, me llevó por la parte de atrás del hospital y me dijo que era momento de sacar al bebé porque algo pasaba, ya que la placenta no estaba alimentando al niño, pesaba nada más 5 libras, que no es normal y crecía muy poquito cada semana.
¿Qué se te pasaba por la cabeza en ese momento?
Lo que más me dolió es que no pude despedirme de Chloé. Me acuerdo de ese momento y me quiero morir porque yo todos los días me despido de la niña y ese día en particular, voy saliendo tarde al trabajo y me acuerdo de su grito: “¡Mamá!”. Me fui en el carro y pensé que la iba a ver más tarde y no la vi por una semana. Era horrible porque quería llamarla por FaceTime, pero no querían que ella me viera y llorara. Estaba tan contenta porque iba a nacer mi niño pero no podía ver a mi niña. Yo no me he separado ni una sola noche de Chloé desde que nació. Chloé hasta el día de hoy se pega en mi pecho para dormir y cada vez que llega la noche, sabía que Chloé no estaba con su mamá y ella nada más come cuando yo le doy su comida. Me dolía tanto no haberme despedido de ella…
¿En qué circunstancias nace tu bebé?
Bueno, acabé dando a luz igual que cuando empezó la pandemia. Justo en la semana que nació el bebé, habían aumentado los casos en Miami Dade. Primero, podían ingresar a visitarme dos personas, mi mamá y mi esposo. Luego, dijeron que solamente uno. Hubo noches en las que me quedé sola porque mi esposo iba a cuidar a la niña, era horrible… sola, cansada de ver televisión, de ver el teléfono, el bebé monitoreado y tenía a una chica al lado con complicaciones de su bebé. Me inyectaron penicilina porque no hubo tiempo de saber si yo tenía algún tipo de bacteria en el cuerpo, esteroides para que el niño crezca más rápido y al final fue una bendición porque cuando nació era de 5 libras, el hombre más chiquito que yo he visto en toda mi vida, pero perfecto.
¿Fue parto natural?
Sí, natural pero inducido.
Cuando finalmente tienes a Noah en tus brazos, ¿cuál fue tu reacción?
Felicidad total, yo estaba tan preocupada porque el parto duró 15 horas, me lo indujeron porque no había forma que ese niño quería salir. Finalmente, en un momento me quedé dormida y llegó una enfermera que dijo: “¡Rompiste fuente!”. Fue cuestión de media hora para que el niño naciera. Cuando nació, en cuanto lloró, me sentí liberada. Igual, me quedaba el miedo porque venían muchos exámenes para él. Era tan pequeño que no pensaban que podía sentarse en una sillita de carro, no me lo querían dejar sacar del hospital, hasta lo pusieron en un simulador de una silla de carro. Lo ponen, durante una hora y media, conectado de pies a cabeza para ver si se puede sostener, sobre todo por su cuellito. Todo muy feliz, pero me faltaba mi Chloé, entonces la madrina vino a la casa, jugó con ella. Era muy raro para mí, porque pasaban los días y Chloé se convertía como en una película, como que esa niña que yo siento tan presente siempre se iba borrando. La veía más grande por medio de videos que me enviaban, que decía palabras que yo no le había enseñado y llegó a un punto que ya no preguntaba por mí.
¿Cómo fue ese reencuentro familiar?
Feliz. Cuando llegamos del hospital, Chloé estaba dormida, mi mamá entró con el niño, me senté en el sillón y en cuanto ella escuchó que el bebé lloró, se levantó y dijo: “¿Baby?”. Vino y fue como si nunca me hubiera ido. Inmediatamente se me puso en el pecho, como siempre lo hace, y encantada con su bebé. Al día siguiente, se levantó preguntando por el bebé. Ahora, se molesta conmigo porque no la dejo cargarlo, ella le quiere dar el tetero, ella lo quiere cambiar, quiere que el niño juegue con ella. Es su bebé y dice: “El bebé es mío”, ha sido la mejor hermana del mundo.
¿Cuál es tu rutina actual como madre de dos?
Soy la mamá más feliz del mundo, no me cambio por nadie, ni por la mujer más bonita del mundo ni por la más millonaria. Soy Carolina, la mamá de Chloé Sophia y Noah Mattia, completa. Me levanto por la mañana a pensar en ellos, mi día son ellos. Si yo fuera millonaria, me quedaría todo el día al pendiente de los niños. Pienso en el día que Chloé se vaya al colegio y me quiero morir. Soy una mamá gallina que los quiero siempre acá. Durante el embarazo de Chloé, una amiga me dijo que siempre pensara en que Dios hacía todo de la forma más bonita, que dejara que Dios sea el encargado de todo y así fue y Chloé es una niña perfecta. Con el niño, tenía mucha fe de que todo iba a estar bien. Sabía que venía chiquito pero los doctores estaban tan positivos y yo estaba tan segura de que iba a estar saludable, aferrada a esa fe.
Tuviste una pérdida antes de tus hijos, ¿cómo superaste ese miedo?
Esa pérdida me afectó muchísimo y fue una lección de Dios tan grande que no es cuando tú quieras, es cuando Él quiera. Esa experiencia jamás la quisiera volver a experimentar, pero me preparó muchísimo para valorar más lo que tengo.
¿Ese miedo te invadió cuando supiste que tu hijo venía con complicaciones?
Todos los días. Yo tengo un pequeño altar aquí en mi casa y todas las noches me arrodillo a pedirle a Dios. Siempre le he pedido eso, mucha salud para mis hijos y que me la dé a mí para poder estar con ellos. La vida de ellos va primero. Siempre le he dicho a mi esposo que si pasa algo conmigo, que se olvide de mí y que se enfoque en los niños, “haz tu vida, consíguete otra mujer”, pero que mis hijos estén bien.
Sabemos que tienes una hermana que nunca conociste hasta hace unos años y que vive en España…
Así es. Ella será la madrina de mi hijo y es la única forma de obligarla y obligarme a por lo menos vernos una vez al año.
¿Cuándo será el bautismo?
El próximo año, que baje un poco la pandemia para viajar con más tranquilidad.
¿Será aquí en Miami o irán a España?
Me gustaría hacerlo en España. Yo hice una promesa, que fue hace muchos años, a la Sagrada Familia, que yo quería un buen hombre. Iba con un novio y me acordé que ese novio era malo. Iba a pedir que me casara con ese novio y dije que no. Le pedí que si me daba un buen hombre y un hijo, volvería al altar para agradecer. Cuando quedé embarazada de Chloé, el sobre donde dice que si es niño o niña, lo abrí en España. Por eso me gustaría ir a España para bautizar al niño.
¿Qué significa para ti ser madre en estos momentos?
Es la felicidad en su máxima expresión. Es Carolina cumpliendo sus metas, es Carolina dejando su huella en este mundo, Carolina siendo un mejor ser humano. Si veo en la calle un pedacito de papel, voy y lo recojo porque quiero que haya más parques en el mundo para los niños. Antes, los animales me rompían el corazón y ahora que soy madre veo a mis hijos en cada niño, veo a mis padres en cada persona mayor. Me ha permitido ser una mejor persona.
¿Cuál es el rasgo de tu personalidad que aún te falta fortalecer?
El sentimiento de culpa. Me siento culpable de todo y constantemente porque quisiera ser perfecta con mis hijos. Me hubiera gustado que Dios me dé un brazo extra para poder velar por Noah y Chloé, coger la comida del perro y traer el tetero. Me encantaría que nunca tengan un problema en la vida y si vamos al parque y alguien le quita el juguete a mi hija me quiero morir, pero tengo que dejarla que aprenda.
¿Cuál es ese ‘súper poder’ que has descubierto que tienes ahora como madre?
Creo que aguantar dolor. Siempre veía que mi mamá se caía o le pasaba algo y ella no lloraba, no tenía ningún problema. Yo decía: “pero qué fuerte es mi mamá”. Es igual conmigo ahora. Tengo problemas de vesícula y el estómago me duele constantemente, me quemo o me lastimo tratando de cocinar súper rápido… sí tengo dolor, pero estoy tan enfocada en los niños que ese dolor pasa a otra fase.