El atractivo mexicano Arap Bethke ha vivido en muchos lugares alrededor del mundo, pero es ahora en Los Ángeles donde ha formado su hogar junto a su prometida, la actriz Ivana de María.
Culto, sensible y muy envuelto en diversas causas sociales, el famoso actor de novelas tan célebres como La Usurpadora y La Piloto, compartió un día junto a nosotros desde las montañas de Malibú, CA, para abrirnos su corazón y hablarnos del amor y la vida como nunca antes.
“Nunca había tenido una relación tan profunda como la que tengo con Ivana” [Arap]
Arap, ¿cuánto tiempo llevas viviendo en la ciudad de Los Ángeles?
Va para tres años…
Aquí vivía Ivana, así que imagino que el amor te trajo hasta aquí.
Sí, desde hace mucho quería venir a vivir aquí a L.A., pero el hecho de estar con ella fue el último empujoncito que necesitaba para venir para acá. Ella se mudó a esta ciudad hace siete años.
¿Extrañas México?
Como voy bastante seguido, no tanto. Aunque sí, hay días que extrañas la familia, la comida, los amigos, pero como voy y vengo mucho, tengo lo mejor de los dos mundos.
¿Qué es lo que más te gusta de esta ciudad?
El estilo de vida, la variedad de cosas que puedes hacer, de pronto un día estás en un concierto de Beethoven en el Hollywood Bowl, que otro vas a surfear y otro a la montaña. Tiene muchísimas opciones como ciudad en el tema culinario, museos, y sobre todo, la vida outdoors, algo que a mí me encanta.
¿Y qué es lo que menos?
Si tuviera una varita mágica, lo haría un poquito más variado de clima, pondría más estaciones. ¡A veces tanto sol cansa! –dice riendo-. Un día que amanezca y te pongas unas botas, un abrigo, un sombrero… ¡Eso también se extraña!
Después de un año con muchos proyectos e ilusiones, llegó la pandemia, una experiencia complicada. Dices que para ser positivo, hay que mantener el corazón abierto… ¿Cómo se logra eso?
Yo creo que agradeciendo lo que tenemos. Muchos de los problemas que tenemos no son tan graves como nos parecen. Practico el agradecimiento con una meditación a diario. Tantas veces nos enfocamos en lo que no tenemos, lo que no hemos podido lograr, las carencias que sentimos que hay en nuestra vida, así que empiezo todos los días agradeciendo lo que sí tengo. Desde poder ver, poder hablar, tener una cama en donde dormir, y de ahí pa’rriba. También se mantiene el corazón abierto aprendiendo que todas las dificultades pueden ser enseñanzas también. Hay que saber tener mucha paciencia en mi trabajo, a veces tienes, a veces no tienes –recapacita con humildad- y no dejar de buscar oportunidades y, mientras no las hay, crearlas. Mantenerse aprendiendo cosas nuevas, así me mantengo positivo, abierto, proactivo… Buscando ser mejor ser humano todos los días en todos los aspectos.
¿Dónde encontraste el balance durante la cuarentena?
Lo logré cambiando la perspectiva y más en estos tiempos en los que mucha gente cercana ya no está, o han perdido papás, familiares, amigos. El hecho de estar aquí, tener salud, tener a mi familia bien, creo que es lo mismo, al final vuelvo al tema del agradecimiento.
¿Cómo te ayudó Ivana a mantener el balance?
Muchísimo, fue un pilar fundamental. Nos apoyamos mucho, hablamos mucho e hicimos muchas cosas juntos. Inventábamos cosas como decidir tener un date en el balcón los miércoles: nos sentábamos, poníamos velitas, abríamos una botella de vino, y teníamos nuestra cita romántica en vez de salir a cenar a un restaurante. Había días que nos despertábamos y no teníamos gana de nada y desayunábamos en la cama un trago y una dona… -recuerda riendo.- Otros días nos poníamos las pilas porque decíamos: “hay que sacar un proyecto de esto”. Al final, fue una época bastante productiva, escribimos juntos un par de historias y empecé a meterme más en otros proyectos que siempre había querido hacer pero había dejado de lado.
Ya llevan casi cinco años juntos…
¡Dios mío, cómo pasa el tiempo!
¿Qué averiguaste de Ivana durante todo el tiempo que pasaron juntos encerrados que no sabías de ella?
La capacidad tan grande de adaptarse; es muy buena compañera en las buenas y en las malas. Chico, nuestro perro, ella y yo, podría caerse el mundo a nuestro alrededor y estaríamos bien. Ya que todo comenzó a volver a la normalidad nos decíamos, “caray, vamos a extrañar estos días”.
¿Qué es lo que más te gusta de tu prometida?
Lo que más me gusta es cómo nos llevamos… Quiénes somos cuando estamos juntos. No tanto algo tan particular de ella, sino que siento que cuando estamos juntos nos complementamos muy bien.
En tu pasado tienes tu historial de conquistas: has salido con muchas mujeres guapas, talentosas, famosas… ¿Por qué llegaste a la conclusión de que Ivana era la mujer con la que querías casarte?
No sé cuál fue ese momento, pero la pandemia tuvo definitivamente mucho que ver. El hecho de estar tanto tiempo encerrados y darme cuenta de que siempre había tema de conversación, algo interesante pasando, un nuevo proyecto… Cuando encuentres a alguien que te estimule constantemente, quédate con esa persona, porque la belleza es transitoria, el enamoramiento se acaba, pero el hecho de tener a alguien que te rete intelectualmente, que te estimule, que te complemente emocionalmente es súper importante. Todo eso lo teníamos y por eso me dije, bueno, vamos a ver de qué se trata esto…
Tras tantas rupturas, ¿qué logró que siguieras creyendo en el amor?
Creo que como seres humanos tenemos esa necesidad de creer en el amor. Yo siempre he sido de tener pareja, de tener a alguien a tu lado que te acompañe, que te complemente… Me gusta la idea de la vida en pareja. Las rupturas son difíciles y no dejan de ser una desilusión, pero yo nunca pensé “nunca más encontraré a alguien”. Y al día de hoy puedo decir que siento que nunca había tenido una relación tan profunda como la que tengo con Ivana.
En todas las relaciones existen instantes mágicos que nunca se olvidan por más que pase el tiempo. ¿Qué momentos de tu relación con Ivana son los que nunca olvidarás?
Nuestro primer viaje juntos. Fue muy significativo y un ejemplo de cómo sería nuestra relación en el futuro. Llegue a Los Ángeles y le dije que quería hacer un road trip. Decidimos ir a conocer el desierto de Joshua Tree. Le propuse un plan divertido: yo escogería donde pasar la primera noche y ella la segunda. Así que todo en plan secreto, yo encontré un lugar, un trailer pintado como de circo antiguo en mitad del desierto, con un baño, una camita y nada absolutamente alrededor. A ella le encantó, la pasamos increíble, fue muy romántico, hablamos mucho viendo las estrellas de noche y al día siguiente fuimos a caminar… Fue súper, súper bonito. Entonces ella me dijo: “ahora vamos al lugar que yo elegí”. Era un hotel fabuloso en Orange County, de lo más ostentoso, con spa, etc. Llegamos sucios, llenos de tierra, como homeless, nos dimos un baño, nos pusimos coquetos y salimos a cenar delicioso en un súper restaurante. ¡Felices! Esa primera experiencia me dijo mucho de ella. Pensé, si ayer estaba feliz acampando y hoy en un lugar como éste, nos vamos a llevar muy bien.
Se llevan algunos añitos entre los dos… No muchos, pero algunos.
Algunos, algunos… Lo bueno es que ella es muy madura y yo muy infantil, -confirma divertido.
¿Qué aprendiste de la relación de tus papás que te gustaría trasladar a tu relación con Ivana?
Mis papás siempre tuvieron un sentido muy grande de la aventura. Nací en África. A mi papá le encantaba explorar y nos subía a todos al carro y nos íbamos donde fuera. Mi mamá siempre contaba que mi papá decía en cualquier sitio: “ahí acampamos” y ella siempre preocupada, “pero ¿y los leones?” En la noche los escuchaba rondando la carpa, pero mi papá le decía “no pasa nada”. Entonces, ese sentido de aventura, de querer siempre hacer cosas nuevas, su sentido del humor, veían la vida con filosofía… Mi papá siempre decía: “hay que ver las cosas con filosofía”. Creo que esta vida de aventura nos va tanto a Ivana como a mí. Somos capaces de ser igual de felices acampados en medio del desierto o en un hotel de cinco estrellas.
Tienes una mezcla increíble: tu papá era alemán, tu mamá es chilena y tú naciste en África, como dijiste antes, donde viviste tus primeros cinco años de vida. ¿Guardas recuerdos de entonces?
Sí, muchos de la naturaleza. Tengo un hermano y una hermana más grandes, nos llevamos súper bien, yo soy el más chiquito. A mi papá le encantaba salir a acampar. Recuerdo una vez que estábamos frente a un lago y yo tenía muchísimo miedo de los hipopótamos, no sé por qué, porque venían leones, cebras, jirafas, pero por alguna razón los hipopótamos me daban pavor. Crecimos con mucha libertad, muy cercanos a la naturaleza, así que tengo recuerdos muy bonitos de eso.
¿Qué aprendiste de tus padres acerca del amor?
Mi padre murió hace ocho años, mis papás estuvieron casados por más de cuarenta, hasta que él falleció. No fue todo de color de rosa, pero eso me enseñó que, aunque haya etapas en que las cosas no son tan bonitas, una relación es una relación y hay que respetarla y luchar por ella
¿Alguien en tu familia pertenecía al medio artístico?
No nadie, yo fui el único loco que se dedicó a esto. Ya desde chico quise estudiar cine, terminé la prepa pero mi papá me dijo que no le gustaba, que tenía que hacer una carrera seria. Él era muy serio, muy académico, era economista e ingeniero agrónomo, muy apegado a ese tipo de conocimiento. Hubiera querido que estudiara una ingeniería, pero yo le salí artista… -recuerda con cariño-. Después, poco a poco y con el tiempo fue entendiendo el valor de lo que hacía y fue muy bonito ver esa transformación en él.
Luego estaría muy orgullos de ti.
Sí, aunque de verdad no le gustaba para nada. Yo empecé a trabajar de actor muy chiquito, a los once años hice mi primer programa, él me dejó hacerlo como un hobbie: podría hacerlo mientras no dejara la escuela. Después, una vez que estaba haciendo una novela en Televisa, llegué de trabajar y mi papá estaba viéndola frente a la televisión con los ojos llenos de lágrimas, como de orgullo, me volteó a ver y me dio un abrazo. Siento que ahí hubo una transformación y que entendió el valor de lo que hacía.
La vida de tu papá también fue de lo más interesante.
Sí, era un tipazo. Trabajó en las Naciones Unidas muchos, muchos años. Por eso él y mi mamá viajaron tanto... Mi hermana nació en Washington, mi hermano en Ecuador y yo nací en Kenia. Después lo transfirieron a México, mis papás ya no quisieron moverse más y ahí nos instalamos cuando yo tenía cinco años.
Eres papá de una niña, fruto de una relación previa.
Sí, mi hija se llama Paloma y ya tiene ocho años.
¿Es difícil ser papá desde lejos?
Sí, pero trato de ir a Colombia a verla cada vez que puedo o ella viene para acá. Nos llevamos muy bien y afortunadamente hemos creado una dinámica estupenda de video-llamadas… Entonces pasamos horas y horas, hablando. Ayer, sin ir más lejos. Pasamos la tarde juntos, ella pintaba, yo le leía… Después yo cocinaba y hacíamos cosas juntos en la cocina. Como que se ha acostumbrado mucho a esa dinámica y pasamos mucho tiempo así. Eso genera una relación muy cercana, porque cuando estamos en ese espacio, realmente estamos juntos, eso ha hecho que estemos muy unidos.
¿Cómo reaccionó cuando supiste que te ibas a casar con Ivana?
¡Feliz! Es fan de Ivana. ¡La quiere más que a mí, casi, casi! Hay veces que habla con ella y no me deja estar. Me dice: “esto es solo de niñas, solo princesas” y yo le reclamo, “pero yo soy el príncipe” y me dice “¡no! solo princesas” – rememora con una carcajada.
¿Ya se conocieron en persona?
Sí, claro, se llevan muy bien. Se quieren mucho.
Siempre estás envuelto en causas sociales… Entra tanta cosa digna de preocupación que pasa en el mundo, ¿por qué te has decantado ahora por el medio ambiente?
Siento que cuanto más específico se sea, mejor labor puede uno hacer. Antes me involucré con el tema de los migrantes, después con la violencia de género, después otros… Pero siento que, cuanto más general es el asunto, más se diluye y menos puedes aportar. Entonces me fui por el tema ambiental porque es verdaderamente lo que a mí me apasiona. Amo la naturaleza, me encanta. Me gusta involucrarme en el tema del medioambiente porque me importa muchísimo protegerlo y que la gente se de cuenta lo mucho que estamos haciendo para dañarlo. En eso me estoy enfocando.
Mientras, vives en la meca del cine, que es el sueño de casi todo actor.
Hacer cine en Hollywood es, como no, uno de mis grandes sueños. Aquí estando en L.A. estoy tomando clases constantemente, perfeccionando mi inglés, trabajo corporal, trabajo vocal, acudiendo a castings… Ser buen actor exige mucha formación, no solo levantarte y sonreír como algunos creen: tienes que formarte como un ser humano integral, tener muchos skills, ser empático para entender circunstancias que nada tienen que ver con la tuya, y saber comunicar. No dejar de estudiar y practicar, practicar, practicar…
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