Elizabeth Gutiérrez se confiesa sobre el accidente de su hijo: ‘Es una llamada que nunca quieres recibir’

Me encanta verlos a ellos felices. Me encanta ver a mi hija, que le encanta ser tan coqueta, vestirse, arreglarse, porque obvio, siempre ven a mami que va para eventos o se viste o tiene un photo shoot; pero, hacerlos parte de algo mío me encanta. Mi hijo también ya está convertido en todo un hombrecito... y así se me crecieron mis hijos. Ya no tengo más bebés.

Tenemos una relación muy especial. Pero sí los he visto cambiar, a Christopher, en especial, dar un cambio hace como un año, dos años. Esa madurez como hombrecito, ya no es un niño, ya es un niño maduro. O sea, cuida a su hermana, ya está tomándose el rol de hombrecito. Me encanta ver cómo se ha transformado de un niño que lo protegíamos a un niño protector sobre mí, con su hermana sobre todo, ¿sabes? Entonces me encanta la forma que van tomando sus personalidades de cada uno.

Es una llamada que nunca quieres recibir, como padre. Estaba en casa de un amigo, de hecho, las cosas tienen que pasar porque me imagino que así es como Dios te fortalece, te manda mensajes. Él se quedó a dormir en casa de su amiguito, al próximo día lo llamo a las 9 de la mañana y le digo: “mi amor, ya voy por ti y te extraño. Te quiero aquí en casa”. Me dice: “Mami, no, déjame quedarme un rato más”, pero le digo: “no, mi amor te recojo”. “No, mami, no, déjame hasta las 5 solamente”, me dice él. Yo: “Okay, Toti”. Tratando siempre de complacer a mis hijos. A la una de la tarde que Kailita recibió esa llamada, vino corriendo histérica al cuarto. Yo no sabía ni qué estaba pasando. Cojo el teléfono y él en llanto me dice: “Mami, destruí mi vida (I messed up my life). Tenemos que ir al hospital”.

Sentí que mi cuerpo se derrumbó. No le tuve que decir nada a William porque creo que con mi expresión lo dije todo. No sé ni qué me puse. Esos 15 minutos a casa del amigo fueron los minutos más largos. Creo que William se pasó la luz roja. Ahora lo pienso y digo qué fortaleza tuvo para llamarnos. Porque incluso cuando íbamos en camino me llamaba y me decía: “¡Mami, apúrense, apúrense, tenemos que ir al hospital, tenemos que ir al hospital!” Y yo no entendía qué estaba pasando. Llegamos ahí y había tres ambulancias, policías. Llegué y ahora digo gracias a Dios que él ya estaba dentro de esa ambulancia porque yo no lo vi en el piso.

Él tenía que ir recto y dice que algo dentro de él le dijo haz una derecha y en ese mismo… No es que iba rápido, pero un carrito de golf que tiene tres niños es inestable, era un carrito de golf que él no estaba acostumbrado a manejar levantado, él está acostumbrado al de nosotros que no estaba tan alto. Entonces dio una vuelta rápida, se le volteó y lo arrastró en todo el concreto.

No vi nada de eso hasta después de que nos mandaron los videos de seguridad. Pero nada, lo vi dentro de la ambulancia y me dice: “ven conmigo”. Me dijeron que lo tenían que transportar en helicóptero. No entendía. O sea, no entendía la gravedad de la situación. Pero obviamente viendo a mi hijo ahí. Bueno, a mí no me dejaron ir a la ambulancia por el tema del COVID, a ninguno de nosotros.

Nosotros fuimos directo al hospital y sí, él se fue solo porque no nos dejaban ir. Entonces lo encontramos en el hospital, incluso en el camino, la enfermera nos llamó porque ellos llegaron antes que nosotros y nos dijo que Christopher estaba preguntando por nosotros, porque lo trasladaron primero a un hospital y de ahí lo llevaron en helicóptero al otro. Así que nosotros fuimos directo para allá y en ese momento le vi la pierna... (pausa en su relato y rompe a llorar).

Cuando llegamos [al hospital] le estaban haciendo exámenes de todo, tenían miedo que se había golpeado la cabeza, los intestinos. Me acuerdo que estábamos esperando afuera de la sala de rayos-X, vimos la pantalla y no tenía ningún hueso roto. Nos dejaron entrar finalmente a verlo y él me dice: ‘Mami, I’m sorry’, se sentía culpable por no haberme hecho caso de que lo iba a recoger. Y le dije: ‘Mi amor, no pasa nada’.

Pensaron que le iban a tener que hacer implante de piel, pero no le tuvieron que hacer eso, porque de verdad es que se le veía el hueso. Sólo se rompió un tendón. La verdad es que el cuadro se veía muy mal, pero cuando llegamos al hospital y empezamos a ver todo lo positivo dentro de todo lo malo, nos agarramos de eso. Me dijeron las enfermeras que lo único que preguntaba era que si iba a poder jugar béisbol.

Le hicieron tres cirugías en esa semana, posterior le hicieron otras dos así que en total cinco. Ya pasamos todo eso, lo que más asustaba era una infección. Es un niño fuerte mentalmente y esto lo ha fortalecido más porque me decían: ‘Ely, no te asombres si necesitas terapia para el niño, porque se puede deprimir’, y gracias a Dios es un niño que tiene mucha fe, es un niño con una mentalidad muy fuerte.

William la verdad que le ha apoyado muchísimo, hablándole como papá, dándole esa fuerza, esa seguridad de que todo va a estar bien: ‘Tú eres un campeón, dale adelante’, le decía. Lo motiva y eso lo ha ayudado muchísimo porque ahora que William está en Colombia, si él [Christopher] se pone un poco triste lo llamo y enseguida le da ánimo, son como mejores amigos. William no dormía.

Creo que lo más fuerte para mí como madre era que yo me moría por dentro cada vez que entraba a cirugía, estaba orando, llorando en una esquina porque era un momento… Estuvo internado una semana, pero después de eso tenía que ser internado de nuevo por las nuevas cirugías, antibióticos, doctor todos los días, cirujano plástico, el ortopédico; era demasiado, casi todos los días íbamos al médico.

Sí, han sido seis meses de terapia todos los días, decidimos llevarlo todos los días porque él no podía doblar la rodilla para nada.

Fue algo muy fuerte para él, saber que estaba en tan buen momento en su equipo de la escuela, en sus otros equipos que estaba jugando, estaba en un muy buen momento y todo paró para él; pero, fue una enseñanza muy grande porque él sabe que todo lo que pasa en esta vida es por algo, que Dios lo está fortaleciendo, lo está formando, que está escribiendo su propia historia y él sabe que todo pasa por algo. Esto lo hace más fuerte mentalmente, espiritualmente, le va a dar más fe. Así, que todo eso ha llegado con este incidente.

Disfrutar a mis hijos, que ellos sean felices. No preocuparme por las cosas tan pequeñas. A veces, pecábamos de enojarnos, que si jugaba mal en el béisbol o le decíamos échale más ganas, no sé qué y ahora es SO mira verlo jugar. Qué importa si le va bien, si le va mal, verlo jugar en su pasión, en lo que a él le gusta. Eso es ver a mis hijos felices, sanos. Agradecer eso, las pequeñas cosas que a veces lo damos por sentado.

Ya estamos saliendo de ésta. Todo bien, todo positivo. Él empezó a entrenar, así que ya está fortaleciéndose súper bien. Siento que ya puedo respirar un poquito más y William, obviamente también y la niña también, porque le pegó muy duro. Imagínate, para ella recibir la llamada fue traumático. Todo el camino para allá iba gritando: ‘¡Mi Toti! ‘, Pero ya, ya vamos a salir de esto y él está fuerte como lo vieron, así que feliz.

Mis hijos ya me piden: ‘mami, ¿cuándo vas a trabajar, mami?’, quiero que ellos sean parte de mi vida, de quién soy, o sea, de quién era su mamá, de quién es su mamá. Porque eran bebés cuando dejé de trabajar.

Sí, verdad, sí están tan padrísima. Sí, me encantan. Me encantaría hacer series, porque es más realista. Es más corta, obviamente, pero sí me encantaría hacer algo cool. Me encanta la acción, algo fuera de lo que a lo mejor piensan que soy (risas).

Creo que ambos preferimos que no. Ya tenemos bastante gente encima de nosotros como para seguir alimentando ese morbo.