En el hogar de Ximena Duque se vuelven a escuchar las risas, el constante ir y venir de la actriz y su esposo, Jay Adkins, en una rutina que cambió el pasado 6 de febrero con la llegada de Skye, su segunda hija en común. La bebé es un verdadero milagro que nació en la época más complicada para la sociedad moderna, un alumbramiento marcado por la pandemia ocasionada por un peligroso virus en el mundo que, a pesar de los extremos cuidados de la familia, llegó al hogar de la actriz de 36 años.
Ese reto que le puso la vida durante la espera de su pequeña, fue para Ximena una verdadera pesadilla que tuvo en peligro la vida de madre e hija en la recta final del embarazo. Sin embargo, el susto fue superado con el apoyo incondicional de su familia y los unió mucho más como tal.
Por fortuna, esos días quedaron atrás y, sin olvidar el aprendizaje, Ximena Duque charló en exclusiva con HOLA! USA sobre sus nuevos días como mamá, cómo es que su hija de tres años, Luna, recibió a la bebé en casa y las nuevas experiencias con Cristan, su hijo adolescente, quien ha decidido tomar su propio camino al éxito de manera inspiradora.
Desafortunadamente, el COVID-19 llegó a casa embarazada de 37 semanas, le dio a mi mamá, a mi esposo y a mi hija Luna. En fin... luego seguí yo. Nunca me imaginé tampoco que fuera a terminar en el hospital. Según yo: ‘bueno, estoy embarazada, tengo el sistema inmune súper fuerte, soy joven, me cuido, hago deporte...’ ¡Pum! me tumbó y me llevaron al hospital. Fue muy complicado y pienso que no fue tanto el virus como tal, sino la situación, lo que conlleva tener ese tipo de virus y esa situación familiar.
Llegué al hospital con un cuadro de neumonía. Uno como mamá supera lo que tenga que superar, y si te enfermas, pues te recuperas. Pero, estando embarazada, era la preocupación de: ‘¿mi hija vendrá bien, estará respirando, le estará afectando?’ Después, el líquido amniótico me empezó a bajar, entonces otra preocupación. Estaba sola, entre cuatro paredes y sin mi esposo, sin mi mamá. Pensaba: ¿voy a terminar en una cesárea? ¿qué va a pasar? Nadie puede venir. Todas esas cosas pasan por tu mente. Fue una real pesadilla que no se lo deseo a nadie.
Esos días me hicieron valorar mucho a mi esposo, me enamoré aún más. Si ya estaba re-enamorada, ahora estoy muchísimo más, porque como uno se promete en el altar: ‘En las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad’. Como padre me sorprendió de una manera increíble cómo manejó la situación con Luna. Fue papá y mamá durante tres semanas. Estaba muy angustiado, de hecho dice que él quedó muy traumatizado porque verme en tal condición en la que en algún momento me encontré, fue muy duro para él. La experiencia nos hizo más fuertes como pareja, como personas, como matrimonio y como familia.
(Risas) A mí me gustaría, pero cuando cumplamos 10 años. Vamos a cumplir cinco años de casados, me gustaría que mis hijos fueran parte de la corte, algo familiar, algo chiquito. Justo lo estaba hablando con una amiga y le decía que me encantaría renovar votos en la playa en cinco años, sería un sueño hecho realidad. Con mis princesas, mi hijo grandote que me lleve al altar nuevamente, ya no está mi papito; pero, mi hijo puede hacerlo por él. Así que tranquilos, les daré la primicia a ustedes.
No. Eso sí que me da remordimiento, ¡qué pecado! ya que Skye no tuvo ni baby shower, nadie de la familia la ha podido conocer. De hecho, nadie entra en mi casa prácticamente, y yo respeto la opinión de todas las personas, pero la vacuna te da un porcentaje de seguridad. Aunque todavía estamos expuestos, hay que cuidarnos. La bienvenida que le dimos a Skye fue pues mi mamá, sus hermanos y nosotros, nuestro círculo familiar. Todavía mis primos, mis tías, no la conocen, nos falta esa celebración.
Creo que con Skye todo es mucho más fácil. ¡Puedo hablar de todos los partos! Tuve el parto en agua, el natural con epidural y una cesárea. Las experiencias completamente diferentes, tanto como el parto como el embarazo. Con Cristan no sabía nada y me iba al hospital cada mes pensando que algo le pasaba a mi hijo. Hoy en día, una fiebre ya lo manejo mejor. Con Luna fue como volver a empezar, porque quedé embarazada prácticamente por primera vez, o sea, después de 14 años.
El embarazo de las niñas es muy distinto, en mi experiencia, al de los niños. Con Cristan no me dio nada. Las niñas me acabaron. Por cuatro o cinco meses, Dios mío, eso fue casi que en cama, con el malestar. Fue duro. Lo que pasa es que uno disimula en redes sociales porque toca seguir y echar para adelante pero, ¡uf, fue complicado!
Los primeros meses son obviamente un poco retadores porque esta la bebé con nosotros. No podemos ver la televisión, no podemos hacer nuestras cosas; pero, mentalmente nos veníamos preparando porque Skye fue muy buscada. También entendemos, como pareja, que es un proceso que pasa rápido, por eso tratamos de disfrutarlas porque veo a Luna y digo: ‘Dios mío, ya tiene tres años y medio, es una locura’.
Mi esposo y yo somos un superequipo. Una noche me levanto yo, otra se levanta él. Hacemos esa dinámica para que uno descanse, no estemos los dos trasnochados si no que tengamos ese balance. La bebé se levanta a las cuatro de la mañana, él se levanta y a las seis me levanto yo, y así nos vamos turnando. Es importante tener ese apoyo con tu pareja, hacerlo tú solita es muy difícil, y siempre cambia la dinámica con una bebé recién nacida en la casa. Skye ya tiene tres meses, en tres más ya va a dormir en su cuarto, si ya nos autoriza su pediatra; entonces, todo va a volver a la normalidad.
Skye es papá, no solo físicamente. Luna es como de otro mundo, ya es otro nivel. Es una personalidad que cuando la conoces te quedas aterrada, y no lo digo yo, sino la gente que la rodea. Ella tiene una personalidad muy única y un carácter fuerte. Skye, a diferencia de Luna, se ve que es mucho más noble. Es súper tranquila. Skye no lloró como hasta cinco horas después de haber nacido. No llora en la madrugada, cuando se levanta a comer ella empieza a hacer sonidos, a subir sus piernas, a jugar en su cunita, pero ni siquiera llora. Luna, cuando tenía hambre, inmediatamente apenas se levantaba y yo tenía que correr.
A diferencia de mis otros hijos, no fue tan bonito porque yo terminé en una cesárea, no de emergencia. Traté de tenerla natural pero Skye venía de frente y no pudo salir. Pujé durante dos horas y media, ya la anestesia no tenía ningún efecto. Vengo del COVID, de no tener tampoco las respiración al máximo, estuve cansada. Muy fuerte, esos dolores de parto son terribles. Me da mucha felicidad saber que no volveré a pasar por eso porque ya he cerrado la fábrica, ¡ya es un hecho!
En mi caso, la recuperación de la cesárea fue muy dolorosa, no sé para el resto de las mujeres. Venía de dos partos naturales y tenía al bebé y ¡pum! te paras como si nada. Estaba en la cama sin poderme mover mucho, eso fue un poco frustrante como mamá. Lo que me mentalicé fue que ya en la casa iba a poder estar más tranquila, a estar más con ella.
Mi esposo me dice que ya no vamos a tener más bebés porque ya cuando crezca [Skye] hay que regalar todos estos juguetes. Le estresa tener tantos juguetes por ahí. Bueno, algo que a mí me funcionó mucho fue guardarle casi todo lo de Luna porque yo sabía que quería tener otra bebé y sabía que iba a ser una niña, porque hablé con Dios y le dije: ‘Va a ser una niña’. Es muy lindo, es como volver a empezar. Ese pañal chiquito, la ropita chiquita, está utilizando muchas cosas que Luna ni siquiera se puso o que usó una vez. ¡Estoy jugando a las muñecas!
El primer día se puso un poquito pesada, lloroncita. Como que se preguntaba: ‘¿Qué es esto? ¿Qué me acaban de traer?’ Le venía diciendo que íbamos a traer a una hermana, que ella iba a ser la hermana mayor. En el hospital hacíamos FaceTime con ella, me quería ver todo el tiempo, quería ver a Skye. A todo el mundo en la calle le dice que tiene una Skye. Lo dice en español y en inglés: ‘I have a Skye’, súper linda. Pero, lo que pasa es que con Luna la dinámica no ha cambiado. Para mí era prioridad que Luna no sintiera que por Skye ella tenía que dejar de hacer su rutina. No, entonces, mi mamá gracias a Dios me ayuda con Luna.
A veces me sentía mal pues trabajaba tanto, desde casa pero mucho. Luego entendí que este es el mejor ejemplo que le puedo dar a mis hijas. Trabajo desde casa y tengo la suerte de bajar las escaleras, darles un beso, almorzar con ellas, desayunar con ellas y subirme otra vez a mi computadora a trabajar. Eso era lo que yo deseaba. En la actuación yo no tenía eso, sacrifiqué momentos muy especiales con mi hijo porque tenía que irme a trabajar 15, 16, 17 horas al día un sábado. Sé que estas niñas van a ser muy brillantes. Tienen un papá muy inteligente, muy responsable y dedicado. Un hombre que lee muchísimo y sé que le va a inculcar la lectura a mis hijas desde que puedan leer, y eso es algo maravilloso.