Mauricio Ochmann se define a sí mismo como un hombre hogareño que adora compartir con su esposa, Aislinn Derbez , y sus hijas. Los sonidos de su pequeña Kailani se escuchan en la conversación y habla pausadamente pero con mucho entusiasmo. “A mí me encanta la Ciudad de México. Me gusta su gente, sus colonias, las comidas, siempre la paso muy bien. Lo único que me preocupa es el tema de la inseguridad y la violencia, en el país entero”.
Aunque su trabajo como actor lo ha llevado a Estados Unidos, Colombia, Argentina, y muchos otros países, cuando regresa a la Ciudad de México se siente en familia. “Un set de grabación casi siempre es lo mismo, técnicamente hablando. México para mí tiene esa conexión con la gente, hay una cercanía. Me pasa que, de repente, me vuelvo a encontrar con gente con la que trabajé hace 20 años, los creativos, el crew, los técnicos, todo se vuelve familia”.
Mauricio confiesa que su plan favorito es caminar por los parques y plazas de La Condesa o salir a correr y luego desayunar. “Soy de desayunos. Me encanta caminar por el Parque España y el Parque México. Luego, me gusta mucho ir a Ojo de Agua, un café restaurante muy rico. También me gusta Make. Otro lugarcito rico para desayunar”. Caminar le ayuda a conectarse con la naturaleza y cuando quiere sentirse inspirado se escapa a Tepoztlán, un pueblo entre las montañas que tiene una pirámide, “una cosa energética muy linda”, a 40 minutos de la ciudad.
Para un plan romántico recomienda rosas y una buena cena en un restaurante como Quintonil, en la colonia Polanco. Uno de sus recuerdos más espectaculares con Aislinn y Lorenza (su hija de una relación anterior), es de un año nuevo en el 2016 en el que se subieron a un globo en las ruinas de la pirámides de Tenochtitlán, en las afueras de la ciudad, pero su primera memoria es de la arquitectura. “Yo crecí en provincia, en el área de Guanajuato y en Querétaro. El primer recuerdo que tengo es como a los 13 años cuando me reconecté con mi primer padre adoptivo. Lo dejé de ver por muchos años y me acuerdo de llegar a la central de autobuses y verlo. La entrada a la ciudad, los olores, sus calles, San Ángel…Ya había ido de niño, pero me marcó mucho”.
Mauricio sabía que quería ser actor desde que participó en las obras de teatro infantiles de su escuela y se siente muy agradecido de haber cumplido su sueño. “Siempre trato de cambiar, no me gusta quedarme encasillado [en un papel]”. Pero aclara que no le interesa juzgar a sus personajes, “no está 'padre' que los niños estén admirando o idolatrando a un personaje que como humano lleno de emociones, escoge el lado el crimen, la delincuencia, y los malos pasos y sale airoso. Esto no quiere decir que no haga personajes fuertes o villanos, siempre y cuando el mensaje vaya bien y sea congruente”.
Las 24 horas de Mauricio en CDMX
“Hay muchísimas colonias para visitar. A mí me encanta caminar por Reforma. El Hotel Carlota está bueno para canapés, como la tostada de pulpo. Recomiendo ir hacia el centro, el Zócalo, el Palacio de Bellas Artes, y los diferentes museos en el Parque de Chapultepec, que es enorme y hasta tiene un castillo. San Ángel es precioso. La Condesa y La Roma son imperdibles”.