Si hay algo que le apasione de gran manera a Raúl de Molina es viajar por el mundo y disfrutar de la gastronomía en los diferentes lugares que escoge como destino turístico. Es por ello que vemos a menudo a la estrella de Univision gozando de esos grandes placeres de la vida, ya sea por trabajo o por placer.
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Sin embargo, en cada uno de sus recorridos como trotamundos hay un detalle que no puede faltar y que forma parte medular de su rutina: Raúl ha desarrollado una obsesión incontrolable por las maletas.
Así lo reveló durante una entrevista que le realizó el New York Times al conductor de televisión. “Me encantas la maletas. Tengo muchas maletas y siempre compro las últimas que salen”, confesó el querido gordo.
Y es que la excentricidad que tiene por las maletas lo atrapa de tal manera que posee una infinidad de ellas en todos los colores y tamaños, tanto así que su esposa Millie se ha visto forzada a regalar o donar varias de ellas porque no tienen espacio suficiente en su casa para guardarlas.
Raúl ha confesado que Hawái es su destino favorito y que al menos visita la isla tres veces al año, junto a su familia, en dónde realiza todo tipo de actividades que van desde visitas a volcanes, snorkeling y por supuesto, visitar los mejores restaurantes.
Pero en dicha entrevista, De Molina hizo otra revelación que tiene que ver con una singular extravagancia: no puede viajar sin llevar una máscara de gas. La razón por la que viaja con ese extraño objeto tiene que ver con una experiencia vivida hace 18 años, durante el embarazo de su esposa.
“Tengo una pequeña máscara de gas que llevo en mi mochila. La tengo porque cuando mi esposa estuvo embarazada, hace 18 años, estaba en Turquía en el medio de un terremoto. Alrededor de 40 mil personas murieron por ese terremoto en las afueras de Estambul y tuvimos que dejar el cuarto (de hotel) a las 2:30 de la madrugada. Desde entonces, llevo la máscara de gas y una linterna, por si hay fuego. Te lo pones en la cara y puedes abandonar el hotel”, expresó.